A raíz de las reiteradas incautaciones de pesca ilegal de algas ocurridas en el norte de Chile en las últimas semanas, la organización de conservación marina Oceana y representantes del mundo de las ciencias, manifestaron su preocupación por esta práctica que reviste un grave peligro para la protección de los océanos y la capacidad de adaptación de los ecosistemas al cambio climático.
“En términos económicos, hemos estimado pérdidas del orden de los 500 millones de dólares si las praderas de algas pardas de las regiones de Atacama y Coquimbo desaparecieran”, afirmó la doctora Fadia Tala, académica del Departamento de Biología Marina de la Universidad Católica del Norte e investigadora del Centro CIDTA*. “Esta pesquería está conformada por una cadena productiva de varios eslabones y los que realizan pesca ilegal no son los que terminan exportando la materia prima, por lo que las buenas prácticas en manejo y explotación deberían ser exigidas en toda la cadena productiva para generar una actividad con responsabilidad ambiental y social”, añadió.
A principios de noviembre, el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) de la región de Atacama, incautó 24 mil kilos de huiro barreteado, es decir, desprendido de la roca, el cual se encuentra en veda en esa zona del país. Semanas más tarde, en la misma región, la Policía Marítima de la Capitanía de Puerto Chañaral y Sernapesca interceptaron un cargamento con 420 kilos de huiro negro barreteado. Ambos delitos fueron alertados por denuncias ciudadanas a las autoridades.
El barreteo consiste en la utilización de chuzos o barretas, con los que se golpea el fondo marino, se produce un daño en el sustrato y se modifica dicho fondo marino, explicó el doctor Erasmo Macaya, académico del Departamento de Oceanografía de la Universidad de Concepción, e investigador Asociado del Centro IDEAL**. “Los niveles de extracción son altísimos, lo que no permite una renovación del bosque marino, eliminando grandes extensiones de algas y produciendo verdaderos desiertos bajo el mar”, afirmó Macaya.
La habilidad de los bosques de macroalgas de incidir en la resiliencia de los ecosistemas marinos costeros se encuentra bien estudiada. Así, se ha documentado que en ellos habitan, se refugian, se reproducen y alimentan una gran cantidad de peces e invertebrados de importancia comercial, aportando a la sustentabilidad de las pesquerías costeras y de altamar en Chile. Erasmo Macaya explicó que “al remover estas algas se elimina la fauna asociada a ellas, por lo que acá no basta con incautar algas barreteadas y multar a los infractores, el daño ya se realizó y es cuantioso”.
En 2018, Sernapesca estimó que la extracción ilegal de algas pardas involucraría unos 96 millones de dólares, perjudicando enormemente a los pescadores y pescadoras que trabajan de manera sostenible este recurso. De hecho, al existir una mayor oferta ilegal, han bajado los precios, lo que ha sido denunciado ante el Comité de Manejo de Algas Pardas de la región de Antofagasta.
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“El problema principal de sobreexplotación de algas se ha desarrollado en zonas que no son áreas de manejo y que en la práctica operan como áreas de libre acceso”, señaló el doctor Stefan Gelcich, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica. “En las áreas de manejo las asociaciones de pescadores artesanales han hecho esfuerzos importantes para cuidar y gestionar sosteniblemente las algas., por lo que es clave detener la sobreexplotación en las áreas de libre acceso antes que sea demasiado tarde y los efectos sean imposibles de revertir”, alertó Gelcich.
Pese a la reconocida importancia ecológica y social de las algas, hoy no existen datos oficiales sobre su estado de conservación, sí se sabe que la depredación de los bosques de macroalgas se ha presentado como una opción para pescadores y pescadoras frente a la baja que han experimentado otros recursos del mar, lo cual llevaría a una destrucción de hábitats cruciales para muchas especies comerciales.
“Ante nuestros ojos se está arrasando con los ecosistemas costeros, peces de roca y especies bentónicas que, sin los bosques de macroalgas, no tienen ninguna posibilidad de sobrevida, estamos deforestando el mar”, dijo Liesbeth van der Meer, Directora Ejecutiva de Oceana Chile. “En el caso del huiro palo el repoblamiento no es posible, es como si taláramos bosques de alerce sin ninguna consideración”, agregó van der Meer.
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Desde la organización de conservación marina consideran de tal gravedad lo que está ocurriendo en el norte del país que estiman urgente tomar medidas extremas, prohibiendo el barreteo de algas en todo Chile e incrementando las multas para este delito. “Lamentablemente llegamos años tarde para remediar esta situación, y el gobierno no ha logrado frenar la tragedia; actualmente, si queremos recuperar estos ecosistemas habría que iniciar una veda similar a la que se llevó a cabo con el loco en la década del 80, y dejar operativas solo las áreas de manejo”, puntualizó van der Meer.
Según indica la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca), la exportación de algas se ha valorizado en 210,4 millones de dólares, mientras que los datos de exportación muestran que se ha transformado en la principal pesquería bentónica del país; de ese total, un 79% corresponde a algas pardas y un 11% a luga roja.
En 2019 la Comisión de Intereses Marítimos, Pesca y Acuicultura del Senado aprobó en el marco de la discusión del proyecto de ley bentónica, la prohibición del barreteo como técnica de extracción. Esto, sumado a otras medidas legislativas, deben poner como objetivo la sustentabilidad de los bosques de algas.
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