En su Reunión de Política Monetaria, el Consejo del Banco Central de Chile acordó reducir la tasa de interés de política monetaria en 75 puntos base, hasta 9,5%. La decisión fue adoptada por la unanimidad de sus miembros.
Según observa el instituto emisor «el escenario macroeconómico ha evolucionado acorde con lo anticipado, proyectándose que la inflación convergerá a la meta de 3% en la segunda parte de 2024. De materializarse las proyecciones del escenario central del IPoM de septiembre, en el corto plazo la TPM continuará la trayectoria delineada en la Reunión previa. De todos modos, la magnitud y temporalidad del proceso de reducción de la TPM tomará en cuenta la evolución del escenario macroeconómico y sus implicancias para la trayectoria de la inflación».
Respecto al costo de la vida, señala que «la inflación total y subyacente —sin volátiles— han continuado disminuyendo, aunque siguen en niveles altos. En julio, la inflación total descendió a 6,5% y la subyacente cayó a 8,5% anual. La baja de la inflación se explica por la reducción de la inflación subyacente de bienes y del componente volátil. La inflación de servicios ha tenido una baja más lenta. Respecto de las expectativas de inflación a dos años plazo, tanto la Encuesta de Expectativas Económicas (EEE) como la Encuesta de Operadores Financieros (EOF) se encuentran en 3%».
Los otros factores considerados por el Banco Central
Los mercados financieros globales han reflejado menor apetito por riesgo, asociado a eventos como la rebaja de la calificación de la deuda soberana en EE.UU. y la incertidumbre respecto del desempeño económico de China y del ritmo de desinflación a nivel global. Desde la última Reunión, el dólar se ha fortalecido, las tasas de largo plazo han aumentado y las bolsas han caído. Los precios de las materias primas han tenido movimientos mixtos, destacando los vaivenes del cobre, el alza del petróleo y la caída de los cereales.
En el mercado financiero local, el peso se depreció respecto de la Reunión anterior, explicado tanto por los cambios en el diferencial de tasas con el exterior como por la mayor aversión al riesgo en los mercados globales. En el mismo período, las tasas de interés de largo plazo han tenido aumentos acotados, mientras que el IPSA redujo parte de las ganancias acumuladas previamente. Las tasas de corto plazo han continuado disminuyendo. El crecimiento del crédito continúa siendo acotado, con tasas de captación y de colocación que han evolucionado en línea con la transmisión usual de la política monetaria.
En términos generales, la actividad y la demanda evolucionan acorde a lo esperado. Descontada la estacionalidad, en el segundo trimestre, el PIB no minero cayó 0,5% respecto del trimestre previo. A su vez, el consumo privado se estabilizó. La inversión mantuvo un bajo desempeño, aunque con una mejora del componente de maquinaria y equipos. El déficit acumulado de la cuenta corriente continuó reduciéndose. El Imacec de julio dio cuenta de un desempeño más positivo de la actividad (+1,8% anual; +0,3% mensual desestacionalizado), aunque asociado principalmente a factores transitorios que afectaron a la generación eléctrica y los servicios personales, entre otros. En el mercado laboral, la tasa de desempleo subió a 8,8% en el trimestre móvil terminado en julio, combinando un aumento de la participación en la fuerza de trabajo y los efectos estacionales en el empleo. El crecimiento anual de las remuneraciones reales sigue recuperándose luego de la contracción de trimestres previos. Las percepciones de la economía de los hogares y las empresas muestran una leve recuperación en lo que va del año.
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