Tras el atentado que sufrió el pasado 1 de septiembre, la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández, rompió el silencio y aseguró que «siento que estoy viva por Dios y por la Virgen y me pareció que tenía que agradecer, rodeada de curas, hermanas religiosas y pobres».
Según la vicemandataria, el papa Francisco la contactó un día después del atentado y este le manifestó que «los actos de odio y de violencia son precedidos por palabras y verbos de odio».
Hay que destacar a dos semanas del intento de magnicidio en contra de la ex presidenta de Argentina, cuatro personas están detenidas y la justicia aún no tiene claro si es que los sospechosos actuaron bajo su propia responsabilidad, mientras que el autor material del hecho, Fernando Sabag, de 35 años, quedó filmado cuando se acercó a pocos centímetros de Fernández y trató de disparar en dos ocasiones, fallando ambas veces.
«Lo más grave no es lo que me pudo haber pasado a mí, sino que se rompió el acuerdo social que había desde 1983», dijo la vicepresidenta recordando cuando el país volvió a la democracia.
«Volver a la democracia fue recuperar la vida, la racionalidad y poder discutir de política, erradicando toda esa violencia», señaló.
Los cuatro detenidos como sospechosos del intento de magnicidio fueron denominados como «la banda de los copitos», puesto que algunos de ellos fueron vistos vendiendo algodones de azúcar a las afueras del domicilio de Cristina Fernández en días previos al incidente.
Por la situación, la vicepresidenta de Argentina se refirió al atentado como una «ruptura» e hizo un llamado a «reconstruir consensos urgentemente».
«Esa pasión que tenemos por que la gente vuelva a comer y tener un trabajo, no lo vamos a lograr hablando únicamente con los que pensamos de una manera, la gracia está en juntarse con los que piensan distinto y tener un acuerdo mínimo», concluyó Fernández.
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