24 de noviembre 2024

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El tercer capítulo de Experiencias Vitales recibió al controvertido diputado Gaspar Rivas del Partido de la Gente (PDG), para conocer a la persona más allá del personajes del autodenominado Sheriff que ha hecho noticia por disparar palabras de grueso calibre.

Gaspar Rivas hoy milita en el PDG/Bomberos tras un paso por Renovación Nacional lo que da cuenta de una historia de tensiones que lo han movido de una bancada a otra tras su tercer periodo, no consecutivo, ejerciendo como legislador representante de Los Andes y San Felipe.

«Me he caracterizado por ser díscolo, que significa porfiado, desobediente. Eso me ha generado muchos contratiempos en materia política», señala respecto a su carácter y la relación con algunos de sus pares. Lo que, de acuerdo a su juicio, no se ha trasladado a la calle donde afirma que «no he tenido mayores problemas».

Rivas comenta que su decisión por el trabajo político se gestó desde su infancia a partir de las conversaciones con su familia y en especial con su madre, quien falleció hace más de 20 años. Su padre es abogado, por lo que la dialéctica parece ser una cuestión que está en la genética. Reconoce que en su familia hay preocupación cuando se vuelve protagonista de algún duro episodio político y que su padre le aconseja respecto a las implicancias legales que pueden existir. «Mi padre es una persona que sí, me ha dicho que está orgulloso».

La partida de una madre a temprana edad, una relación de tira y afloja con su padre, además de una relación distante con su hermana menor han hecho que encuentre pilares en la amistad que mantiene con su abogada, pero en especial con su jefa de gabinete, a quien conoce hace más de 15 años. «Son mis amistades, pero no, no son mi familia».

El diputado reconoce que «me siento sólo en la vida» y que se explica también a partir de una «capacidad social diferente». «Soy más bien tímido, introvertido, tengo una personalidad de ratón de biblioteca. No tomo, no fumo. No soy de muchos asados. No me gusta el fútbol».

¿Entonces, qué hace el fin de semana o a qué dedica el tiempo libre?. El diputado confiesa que «paso casi todo el tiempo libre, lo paso solo». Sin embargo, reconoce que «uso Tinder, hace varios años. Mi perfil está verificado, aun cuando yo no hablo de política y no pongo que soy político, sólo que soy abogado, mis pasa tiempos, que no tengo hijos, etc».

«Han habido algunas personas que me han reconocido. La gran mayoría de las veces las muchachas no tienen problema. Algunas no me creen. Hubo dos o tres mujeres que se han molestado». Respecto a la idea de los riesgos que supone para un trabajador público, señala que siempre responde que «no sabía que estaba prohibido».

«Tengo buenos amigos del colegio y la universidad, pero salgo poco». Por otra parte, afirma que «es difícil poder decir que uno tiene amigos en la política, pero sí, he aprendido a conocer personas que son muy valiosas al margen del mundo político. Por ejemplo, la doctora Cordero que en su momento ha manifestado mucha simpatía hacia mí». ¿Y en el PDG? «He estado empezando a conocer, a pesar que tuvimos alguna vez una relación tirante, como con el diputado Rubén Oyarzo, que fue una cuestión más bien interna pero también me ha dado cuenta que es una persona sincera».

En la entrevista además abordó el episodio donde la emprendió contra Andrónico Luksic. ¿Se arrepiente? «La respuesta corta es no. Pero la respuesta larga es si bien no, tuvo un costo. Básicamente quedar aislado en materia parlamentaria. No hubo nadie que saliera a apoyarme».

Respecto a otros episodios, como ha sido la presentación de un peluche, personaje de plaza sésamo para señalar que creía que gobernaría mejor que entonces el presidente de Sebastián Piñera o Alejandro Guillier, además de la estrella del sheriff, confiesa que busca «impactar desde la imagen».

«Prefiero mil veces, tal vez ser histriónico o ser controversial por una chapa o una estrellita, que estar desfilando en los tribunales», sostuvo.

Sobre su autoproclamación como el Bukele chileno, aseguró que no se arrepiente pese a los cuestionamientos sobre su autoritarismo. «La propia gente en la calle lo pide», explica. En este punto, las preguntas se quedaron cortas puesto que el mismo diputado afirmó que al igual que el mandatario de El Salvador, llegaría con militares a interrumpir el Congreso «si es que la gente lo pide a gritos». Su justificación descansa en la idea de cumplir con un mandato del pueblo.

A propósito de autoritarismos, el diputado respondió a los cuestionamientos respecto a la figura de Franco Parisi en el PDG y la idea que levanta el dedo o lo baja por algunos de sus miembros y que es uno de los elementos que produjo la crisis al interior del partido. Gaspar Rivas señala que mantiene sólo una relación profesional con Parisi aunque reconoce que al interior del partido parecen existir dos tipos de militantes. Los parisistas no responden a la estructura tradicional de un partido, cuestión que durante el último tiempo afirma que se ha podido ir recién formando y marcando los límites.

En ese punto, y consultado respecto al último episodio que incluyó un fuerte insulto con referencia a la madre de sus colegas, declaró que «no me arrepiento de haber demostrado mi molestia. Por supuesto que no fue de la mejor manera. No estaba preparado».

Finalmente, señala que afirma que siente que ha aportado a la política chilena. «Gaspar Rivas es mucho más que el episodio de Luksic, más que el monito azul, más que la mesa paralela, o lo que pasó hace unos días en el Congreso».