26 de julio 2024

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El ex diputado, hoy independiente, Pepe Auth, abordó en una carta toda la polémicas y tensiones que envuelven la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado. En su misiva, plantea que el desafío para Chile está en «ir más allá de las nostalgias respectivas y los fanatismos ciegos, para atajar a tiempo la intolerancia que asoma» y con ese objetivo, aborda la perspectiva respecto a la democracia que, a su juicio, resulta un factor a considerar y sobre el que reflexionar.

A continuación se expone la carta del ex militante Radical y PPD:

«Aunque mi madre era militante comunista y de muy niño hice teatro y excursiones organizadas por su partido, ingresé a la Juventud Socialista cuando cumplí 14 en el Internado Barros Arana. Allí me enseñaron que la democracia era de la burguesía, sólo útil y valorable en la medida que sirviera a la construcción del socialismo; que el camino de Allende de profundizar la democracia hasta llegar al socialismo era una completa ingenuidad; que el dilema de la época era Socialismo o Fascismo, por eso había que ‘avanzar sin transar’ y la estrategia consistía en levantar un Poder Popular paralelo a las instituciones de la democracia representativa, que cuando hubiera condiciones favorables se impondría a éstas. Hoy, después de haber sufrido 17 años de dictadura, resulta inverosímil que nos formáramos en la convicción de que era mejor el Fascismo que la democracia burguesa, porque así el Capitalismo mostraría su verdadera cara generando conciencia de la clase obrera y el pueblo de sus condiciones de explotación y entonces la Revolución sería imparable. Parece caricatura, lamentablemente no lo es».

«La Dictadura, que se prolongó durante toda nuestra juventud, tuvo como efecto que comprendiéramos que la democracia no es sólo un instrumento desechable; la separación de poderes, el debido proceso, el habeas corpus, la libertad de pensamiento, el pluralismo político, el derecho a organizarse libremente, el voto secreto e informado y todo eso que algunos de nuestros líderes caracterizaban peyorativamente como ‘democracia burguesa’, eran condiciones indispensables para la vida y también para la lucha social».

«Sólo fue posible iniciar la reconstrucción de la democracia cuando una parte importante de los opositores a Allende se formó la convicción de que nada puede justificar el establecimiento de una dictadura, la violación flagrante de los derechos humanos y la destrucción de las instituciones democráticas y parte relevante de los partidarios del gobierno de la Unidad Popular asumieron que éste no sólo había sido derrotado sino que previamente había fracasado en construir mayoría social y política para su programa de transformaciones, y la democracia representativa pasó a ser para nosotros una convicción programática esencial».

«Pasados 50 años del Golpe y de la muerte de Allende,  tenemos derecho a esperar que el reencuentro de partidarios y opositores al gobierno de la Unidad Popular que se fraguó en la Concertación de Partidos por la Democracia y el triunfo del No, se extienda ahora a toda la sociedad, a partidarios y opositores del Golpe de Estado, para reconocer que no hay dictaduras ni violaciones a los derechos humanos que puedan justificarse y tampoco visiones instrumentales de la democracia ni pretensiones de una minoría omnisciente de reemplazar al pueblo en sus decisiones».

«El desafío que tenemos como sociedad es ir más allá de las nostalgias respectivas y los fanatismos ciegos, para atajar a tiempo la intolerancia que asoma, para que nunca más nos permitamos identificar a compatriotas como enemigos a abatir, nunca más nadie se sienta con el derecho de imponer su verdad a los demás, y nunca más admitamos ninguna relativización del respeto a los derechos humanos, las libertades públicas y la democracia».