Eduardo González y Franco Moraga, llevan 45 días en la isla hondureña de Roatán, lugar que se encuentra absolutamente bloqueado para el ingreso y salida de personas para evitar contagios por Covid-19. Han solicitado ayuda al consulado para ser repatriados sin éxito hasta ahora, cuando ya han agotado sus recursos económicos y están viviendo de la caridad de los habitantes de la isla.
Una situación dramática es la que están viviendo dos jóvenes chilenos en la isla de Roatán en Honduras, quienes llegaron al lugar hace 45 días, justo cuando el gobierno de Honduras ordenó el cierre de fronteras e impuso el toque de queda en dicho país, medidas que son más drásticas para esta isla -ubicada a 260 kilómetros de Tegucigalpa-, donde se ha establecido la orden de “nadie entra y nadie sale”.
Eduardo González explica que “llevamos 45 días varados, económicamente ya no nos queda cupo en las tarjetas. Nos estamos alimentando con la ayuda que nos entrega la gente acá en la isla, la cual agradecemos mucho”.
Incluso debieron fabricarse una caña de pescar para subsistir a lo que se suman actos solidarios de los vecinos de Roatán que les regalan frutas y verduras.
Franco Moraga asegura que han enviado insistentes correos electrónicos al consulado de Chile en Tegucigalpa, solicitando ayuda para poder regresar a nuestro país, pedidos que han sido infructuosos hasta ahora y sólo les han ofrecido como ayuda una canasta familiar, que por la distancia y el bloqueo de la isla de Roatán no han podido recibir.
En un contacto con el consulado, explica Moraga, “nos avisaron que había un vuelo que iba a salir desde San Pedro Sula, pero debido a la lejanía de la isla con San Pedro, teníamos que costear nosotros un avión privado para llegar a San Pedro Sula y ese avión privado es sumamente caro, costaba más de 2 mil dólares y ese dinero no lo tenemos porque hemos tenido que solventar nuestras necesidades básicas, de alojamiento, alimentación, etc; así que esa alternativa fue inviable”.
“La tercera vez que los contactamos fue para pedirles alojamiento en caso que nosotros pudiéramos llegar a la capital, Tegucigalpa. Nos dijeron que el Estado no contaba con los recursos para ese tipo de gastos, que máximo nos podían hacer llegar una canasta familiar. Esa ha sido siempre la ayuda máxima que nos pueden dar, una canasta familiar”; advierte Franco Moraga.
Los jóvenes chilenos han hecho un llamado urgente a las autoridades, en particular a la Cancillería, “para que nos saquen de acá lo antes posible, ya que la situación se hace cada vez más insostenible”.
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