Herido por un tempranero penal que Figueroa transformó en el tanto de la apertura y de la victoria, el cuadro albo puso sobre la cancha todo lo que había que poner, menos fútbol y, sobre todo, gol. A los milagros, aparte de improbables, hay que ayudarlos, y el “Cacique” no pudo. Como haya sido, la pérdida del título fue una farra histórica para el cuadro popular.
Por EDUARDO BRUNA
Se esperaba el milagro, pero este comenzó a diluirse apenas comenzado el partido, cuando a los 3 minutos de juego Zaldivia metió el brazo en una disputa aérea con Figueroa y al árbitro, Felipe González, no le quedó otra alternativa que marcar el penal. Pena máxima que el propio Figueroa transformó en gol desde los doce pasos y que significaría, al cabo, la única conquista del partido. Porque para saber lo que iba a ocurrir de ahí en más no era necesario ser un experto en fútbol: Colo Colo se estrellaría inútilmente todo el resto del encuentro, porque su poder de ataque durante el campeonato fue siempre limitado y porque, captando eso el resto de los equipos, ya sabían que, para salirse con la suya ante el “Cacique”, bastaría con cerrar espacios y jugar con una aplicación a prueba de balas.
A Colo Colo, pues, no le dio ni siquiera para el canto del cisne. Fue un equipo que terminó pagando caro tributo a sus limitaciones y a esa irresponsabilidad incomprensible e irritante con que se manejó la pandemia en el Monumental. Porque incluso para este partido mostró ausencias claras que dejaban a las claras que el Covid 19 en Pedreros provocó estragos hasta el último momento.
No le faltó a Colo Colo fervor, garra y ganas de evitar la derrota. Al contrario: puso a raudales todos sus atributos sobre la cancha del “Calvo y Bascuñán”. Lo que le faltó fue fútbol y mayores recursos de medio campo hacia arriba. Ni hablar luego que, a los 40 minutos, quedó con diez hombres por expulsión del meta Carabalí. Es cierto que, hasta ese momento, Bolados no había sido ningún aporte, pero tampoco –y como siempre-, lo había sido un Morales que, para los que algo saben de fútbol, debe haber jugado en Antofagasta su último partido por Colo Colo.
Increíble. Imperdonable.
A sus aspectos deficitarios, Colo Colo agregó en este partido una buena cuota de fatalidad. Y es que, a pesar de sus limitaciones, tras el tempranero gol de Figueroa metió a Antofagasta en su área, también porque el cuadro local se dejó meter, retrasando sus líneas a la espera de que la impotencia alba se mellara los dientes y prosperara un contragolpe. Porque Deportes Antofagasta casi no había llegado a la portería alba cuando, tras un pase profundo de Nieto para Figueroa, el meta Carabalí salió a rechazar, sólo que llegó una décima de segundo tarde y con su impulso pasó a llevar al atacante, haciéndolo caer. Tarjeta roja, Colo Colo con 10 y debiendo remar contra la corriente.
Como aspecto ingrato, no se puede dejar de consignar lo interrumpido que fue el partido. Un poco porque los tontitos hinchas albos de siempre comenzaron temprano con sus desmanes, pero también porque cada falta, por leve e intrascendente que fuera, significaba que el jugador antofagastino se revolcara como si lo hubieran fracturado. Felipe González, el árbitro, tuvo que sumar 8 minutos de tiempo adicional, que perfectamente pudieron ser más. Algo muy poco usual para una primera etapa.
Más allá de que ya se supiera que en el Sausalito Universidad Católica zanjaba su partido sin mayores zozobras ni dramas, Colo Colo de todos modos quiso morir con las botas puestas, con la bandera al tope. Y eso significaba ganar, sólo que su pundonor y sus ansias –y el tener la mayor parte del tiempo el balón, por añadidura-, siempre fueron inversamente proporcionales a su producción ofensiva.
Con jugadores pocos claros, desesperados incluso, Colo Colo tuvo que convencerse de que esta tampoco era su tarde. Solari estrelló un disparo en el vertical y minutos después fue Zaldivia quien hizo lo propio, mandando su cabezazo al travesaño tras un tiro libre de Gil. Más allá de eso, no vamos a caer en la monserga de que “Colo Colo mereció más”, porque eso queda para los interesados y para los giles. Si hay una frase rotundamente válida es aquella que señala que “los goles se hacen, no se merecen”.
Y Colo Colo, como ocurrió en sus últimos encuentros, fue incapaz siquiera de convertir uno. Su última victoria –frente a Melipilla- sólo llegó con un penal de Amor en la agonía. Tras eso, la sequía del “Cacique” fue devastadora, y frente a eso no hay excusas ni explicaciones que valgan.
El partido, como se presumía, terminó en desmanes. Esos que ya habían tenido su expresión en la primera etapa, alcanzaron su máxima expresión en los minutos finales. Los hinchas albos, incluso, tuvieron la impudicia de invadir la cancha, y hasta hubo quienes fueron a consolar a los jugadores con el partido en sus minutos finales. ¿Hay algún detenido? ¿De qué sirvieron las fuerzas policiales entonces? ¿Hasta cuándo va a existir esa entelequia inútil de “Estadio Seguro”, para sólo pagarle un sueldo millonario a un burócrata del régimen?
Mientras los jugadores de Deportes Antofagasta celebraban su victoria, y la reafirmación de su clasificación a la Copa Sudamericana, Colo Colo era un mar de lágrimas. Queda claro, sin embargo, que pasada esa explicable tristeza por la farra vivida, ese plantel necesita una reestructuración bien a fondo de mediocampo hacia adelante, porque es ahí donde está el problema.
PORMENORES
Campeonato Nacional. Partido válido por la última fecha.
Estadio: “Calvo y Bascuñán”, de Antofagasta.
Público: 10 mil espectadores, aproximadamente.
Arbitro: Felipe González.
D. ANTOFAGASTA (1): González; Nieto, Robles, Demartini, Cordero; Collao (68’ Ocampo), Orellana (46’ Cuadra); Uribe (84’ Buss), Ledezma (46’ Fredes), Flores; Figueroa.
COLO COLO (0): Carabalí; Opazo, Zaldivia, Amor, Suazo; Gil (81’ Pizarro), Fuentes, Villanueva (56’ B. Gutiérrez); Bolados (45’ Fierro), Morales (81’ Arriagada) y Solari.
GOL: Figueroa, de penal, a los 5 minutos.
Tarjetas amarillas: en Antofagasta, Robles, Orellana, Flores y Figueroa; en Colo Colo, Zaldivia y Villanueva.
Tarjetas rojas: en Antofagasta, el técnico Reveco, a los 53’; en Colo Colo, Carabalí, a los 40’.
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