- El 30 de marzo de 1985, nuestro país tuvo un despertar desconcertante y brutal: tres profesionales comunistas aparecieron degollados en un camino en Quilicura. Los responsables eran agentes del Estado. Una de las víctimas fue este publicista y pintor, militante del PC y ex integrante del gobierno de la Unidad Popular.
Por Marco Sotomayor, director de Revista El Agora
El caso generó tanta alarma pública que el director general de carabineros, César Mendoza Durán, integrante de la Junta de Gobierno desde el 11 de septiembre de 1973, debió renunciar, pues esa operación de exterminio contra opositores a la Dictadura de Augusto Pinochet fue articulada y ejecutada por la policía uniformada.
Recordemos que, junto con Santiago Esteban Nattino, también torturaron y ejecutaron al sociólogo José Manuel Parada y al profesor Manuel Guerrero.
Décadas atrás, mientras Chile vivía el segundo gobierno de Carlos Ibáñez del campo, el apellido Nattino también concitó el interés público, aunque por circunstancias totalmente diferentes: un afiche comenzaba a asomar en la prensa y en varios lugares públicos de alto tráfico peatonal.
La gráfica servía para promocionar un evento inédito en nuestro país. Un megaevento, como se dice en la actualidad: 10 naciones (ocho del continente americano y dos del europeo) darían vida al Primer Torneo Mundial de Baloncesto Femenino, con sede en el Estadio Nacional de Santiago. Hablamos de marzo de 1953.
Detrás de esa imagen publicitaria estaba el talento de Nattino.
Pintor y diseñador gráfico, con estudios en la Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile, trabajó indistintamente en varias reparticiones públicas. Militante del Partido Comunista, participó en el gobierno de Salvador Allende, como jefe del Departamento de Divulgación del Servicio Agrícola y Ganadero.
De acuerdo al sitio Memoria Chilena, de la Biblioteca Nacional, la obra de Nattino tuvo varias etapas: “A mediados de los años cincuenta sus composiciones comienzan a volverse más arriesgadas, abstractas, sintéticas y estilizadas. En ellas destaca el uso de una paleta de colores más reducida, compuesta principalmente de colores primarios, además del negro. Durante la década del sesenta su producción como diseñador continuó evolucionando, como se aprecia en composiciones más claras y simples, donde el texto -fundamentalmente fuentes de palo seco- adquiere una creciente relevancia visual, como un elemento estético por derecho propio. El vacío adquiere un valor plástico fundamental, dentro del cuidado equilibrio visual de la imagen. Durante los años setenta, llega a una abstracción en sus diseños…”
Con el Golpe de Estado de 1973, fue detenido -coincidentemente- en el Estadio Nacional. Tras ser liberado, colaboró con el periódico clandestino El Siglo, como también con la Vicaría de la Solidaridad.
El triple degollamiento de 1985 es, sin dudas, uno de los hechos más impactantes de nuestra historia contemporánea.
¡SUBCAMPEONAS!
La mera organización de un campeonato planetario -en la disciplina que sea- ya representa un esfuerzo dirigencial de alto tonelaje. Pero la sorpresa mayor se presentó en la cancha, pues las chilenas atraparon el subtítulo, siendo sólo superadas por Estados Unidos.
No resulta fácil para las nuevas generaciones entender cómo La Roja cestera femenina estuvo cerca del título. Con el correr de los años, esta disciplina se fue desvalorizando, perdió masividad y sólo vive ahora de algunas individualidades que asoman muy de tarde en tarde.
Pero en ese tiempo, nuestro deporte federado tenía mucho prestigio regional y mundial. Pensemos que en los Juegos Olímpicos de Helsinki (1952), Chile obtuvo dos medallas de plata, y en Melbourne (1956) cosechamos cuatro preseas más (dos de plata y dos de bronce). Y en atletismo sudamericano, los representantes nacionales estaban a la par de los argentinos y brasileños, superando a colombianos, venezolanos y ecuatorianos.
Ahora, cuando vemos el medallero de Tokio, constatamos otra realidad, penosa, que da cuenta de una evidente involución y hasta desprecio por el deporte…
Pero volvamos a 1953: dirigidas por Tonka Karzulovic, el plantel compuesto por María Gallardo, Catalina Meyer, Fedora Penelli, Amalia Villalobos, Marta Ortiz, Hilda Ramos, Lucrecia Terán, Alicia Hernández, Laura Piña y Onésima Reyes llegaron a la final contra Estados Unidos, luego de perder apenas un partido (ante Argentina).
En el duelo decisivo, las norteamericanas se impusieron por 46-39. Bajo Chile se ubicaron Francia, Brasil, Paraguay, Argentina, Perú, México, Suiza y Cuba.
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