- Luego del 1-1 ante Everton, la UC registra siete igualdades en las últimas nueve presentaciones, resultados que comprometen su objetivo de alcanzar el tricamperonato. La Calera, que tiene un partido menos que los cruzados, quedó a solo cuatro unidades.
Por MATÍAS ALCÁNTARA
En la recta final del torneo, el equipo de Holan no logra afirmarse ni en el juego ni en los resultados. Porque si bien la UC no ha perdido luego de su eliminación en la Copa Sudamericana, ha resignado muchos puntos. En términos núméricos, los empates se aproximan más a las derrotas que a las victorias, y en ese sentido la Católica ha perdido terreno, porque de las últimas 27 unidades apenas ha cosechado 13, merced a dos triunfos y siete igualdades.
Y en San Carlos de Apoquindo saben que con ese tranco no les va a alcanzar, porque la cuenta de ahorro ya se agotó. Contra Everton la UC no mostró lo mejor de su repertorio (en realidad hace rato que no luce su mejor versión). El cuadro viñamarino sorprendió de entrada con un cabezazo de Leiva que dejó sin opciones a Dituro (6`), luego de recibir un centro de Zúñiga, lateral que encontró facilidades para acomodarse y centrar de derecha (juega por la banda izquierda con el perfil cambiado).
A partir de ese momento el equipo de Viña del Mar le cedió el terreno a la Católica, que nuevamente tuvo que presentar una formación de emergencia debido a la larga lista de lesionados y suspendidos, entre los que se cuentan Diego Buonanotte, que recibió tarjeta roja en el partido ante la Unión Española. El Enano se extrañó más que nunca frente a Everton, porque la UC careció de ese volante creativo que aportara fútbol y claridad.
Aún así la UC intentó encontrar pronto el empate, pero con poca ideas. Apostando a alguna jugada individual de Tapia o Montes, los jóvenes delanteros que acompañaron a Zampedri. Fue justamente el goleador del torneo el que centró para que Gonzalo Tapia anotara de cabeza la igualdad y, al mismo tiempo, su primer gol en fútbol profesional (32`).
Minutos después Jona sancionó un penal para Católica, por falta de Suárez a Tapia, pero luego de consultar el Var, el pito lo desestimó. Fue la última emoción del partido, ya que a partir de ese momento prácticamente se jugó sin arcos.
Sensini, técnico Everton que muchas veces vimos jugar en el Parma, la Lazio y en la selección argentina, buscó disputarle el balón a Católica con los ingresos de Madrid y Saavedra. Y la apuesta resultó, porque la pelota no fue monopolizada por los locales en el complemento como sí ocurrió en el primer tiempo. Holan, por su parte, sacrificó el mediocampo para ofrecer mayores alternativas en ofensiva con Valencia y Munder. Modificaciones que no alteraron el panorama.
Finalmente ni Católica ni Everton generaron ocasiones importantes como para merecer algo más que un magro empate, un resultado que necesariamente tiene que servir de remezón en San Carlos.
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