26 de abril 2024

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  • El “Cacique” encontró el gol en la única jugada de mérito que pudo armar durante todo el partido y, a partir de ese momento, al técnico Quinteros sólo le faltó poner el bus de la delegación a la entrada del área. Ni siquiera quedar con un jugador más lo hizo renunciar a su descarado pragmatismo.

Por EDUARDO BRUNA


Aquello de que la necesidad tiene cara de hereje tuvo en Antofagasta su más palmaria comprobación, con el dramático, sufrido y luchado triunfo albo de Colo Colo por la cuenta mínima frente al elenco local, en el Estadio Calvo y Bascuñán. Y es que el “Cacique”, que hizo muy poco futbolísticamente hablando para llevarse los tres puntos, encontró el gol en la única jugada de mérito que logró concretar en todo el encuentro y, a partir de ese momento, “cerró el partido”, apelando a cualquier cosa para impedir que el choque, de allí en adelante, fuera fluido y transitara por los cauces habituales.

Corrían 33 minutos de partido cuando Mouche, que reaparecía sin provocar grandes ilusiones en las huestes albas, por lo mal que venía jugando, aguantó un balón por la izquierda y, en lugar de intentar el desborde, buscó la diagonal. Viendo que por la izquierda pasaba el “Mati” Fernández, le metió un gran balón filtrado, que el volante se apresuró a meter al área, encontrando absolutamente destapado por la derecha a Costa, que sólo tuvo que empujarla en la boca del arco para poner en ventaja a su cuadro.

El esfuerzo, sin embargo, significó una nueva lesión del “Mati”, que pidió inmediatamente el cambio. Y cuando la lógica indicaba que tendría que ingresar a la cancha el “Mago” Valdivia, he aquí que Quinteros sorprendió a todos enviando al terreno de juego a Alarcón, un jugador de pocas luces pero que, sin embargo, esta vez, actuando en un equipo donde todos vestían overol, al menos no desentonó.

El mensaje era muy claro: más que buscar en el área de enfrente, había que cuidar la propia. Con mayor razón si, hasta el momento del gol, Colo Colo era superado y cumplía una actuación acorde con lo que fue su transitar durante todo el año que pasó: absoluta y totalmente mediocre.

Y es que, hasta ese momento, el partido lo manejaba por completo el cuadro dueño de casa. No sólo era mejor, sino que su fútbol superior le había hecho acreedor en dos ocasiones clarísimas para abrir la cuenta. La primera cuando recién corrían 7 minutos. Entró Muñoz absolutamente destapado y su remate fue repelido a medias por Cortés, alejando el peligro el uruguayo Falcón, uno que por entrega, aplicación y coraje, sacó ya patente de ídolo en el “Cacique”. La segunda corrió por cuenta de Bello, que ante gran pase filtrado del propio Muñoz quedó absolutamente solo, recargado por la derecha. El venezolano, sin embargo, definió de pésima forma, desviando su remate cuando la opción de Cortés era escasa, por no decir nula.

El pragmatismo albo alcanzó la cúspide tras reanudarse el encuentro en su segunda etapa. Había que atesorar como fuera la mínima ventaja. Dicho claramente, el técnico Gustavo Quinteros los mandó a todos a patrullar su propio campo y estuvo a punto de poner en el área el bus que había transportado al plantel.

Tal actitud, conservadora a ultranza, ni siquiera cambió luego de la incidencia del minuto 67. Nieto derribó a Alarcón a la entrada del área y se ganó la amarilla de Garay, que marcó el consiguiente tiro libre. Sin embargo, del VAR lo llamaron y de la revisión que el árbitro hizo de la jugada derivaron dos decisiones hasta cierto punto impensadas. Tarjeta roja al técnico albo, por un gesto obsceno hacia los jugadores antofagastinos que pocos habían apreciado, y roja en lugar de amarilla a Nieto, suponemos que por considerar los muchachos de la cabina que, con su falta, había impedido una clara oportunidad de gol cortándole la carrera a Alarcón.

Tan poquita cosa es este Colo Colo, tan necesitado de puntos está, que ni siquiera el quedar con un hombre más en la cancha hizo cambiar el conservador esquema albo. Metidos todos de mediocampo hacia atrás, el “Cacique” renunció por completo a buscar esa hipotética conquista que liquidara la brega. Que el arquero nortino González se aburriera a mares durante toda esa etapa es la prueba más palpable de la tacañería alba.

La ventaja numérica alba nunca se notó. Más bien era al revés. Por el trámite del partido, parecía que era a Colo Colo al que le faltaba un futbolista. Jugando con fuego, porque cuando se renuncia a atacar suele no faltar el error propio o el acierto del rival, el “Cacique” vivió una angustia permanente. ¡Y en qué estuvo que el chasco no se produjo…! Porque en el quinto minuto de descuento de los 8 que indicó el pito Garay, la defensa alba no pudo resolver ante uno de los tantos centros que intentó Antofagasta y el balón le quedó a Uribe. El volante, ingresado por Souper inmediatamente después del gol de Colo Colo, le pegó al arco, pero ahí estaba Falcón para sacarla con un cabezazo.

Colo Colo, indudablemente, respira un poco más aliviado tras la dramática consecución de estos tres puntos, que sólo se pueden calificar como “de oro”. Sin embargo, resta por ver si, en las fechas que restan, mejora futbolísticamente aunque sea un poco, porque jugando de esta forma no siempre la fortuna va a acompañarlo.