- El Cacique, más allá de la actuación del arquero “xeneize”, ratificó que carece de “punch” para sacar partido de las oportunidades que puede procurarse. El resultado sin duda pudo ser mejor, pero también pudo ser peor con tanto error acumulado
Por Eduardo Bruna de Revista El Ágora
Fue una derrota de esas que pueden calificarse como “dignas” la sufrida por Colo Colo frente a Boca Juniors, por 2-0, en la tercera fecha del Grupo F de Copa Libertadores. Y es que el Cacique venía jugando tan mal en la competencia casera, mostraba tan pocos recursos, que de haberse hecho una encuesta, la mayoría de los hinchas albos habrían firmado a ojos cerrado el empate.
Aclaremos, sin embargo, que lo de “digna” no hay que confundirla con injusta, porque el cuadro “xeneize” tuvo la contundencia de la que Colo Colo carece y, además, no cometió los groseros errores de algunos jugadores albos.
En el lapso de escasos minutos, Colo Colo solito terminó por ponerse la soga al cuello. Falcón, por ejemplo, el más confiable del fondo albo, cometió un error descomunal que significó el segundo gol del cuadro argentino. Teniendo dos opciones de pase (Bruno Gutiérrez y el meta De Paul), quiso salir jugando ante dos rivales (¡dos…!), se la robaron y la mesa le quedó servida al colombiano Villa. Tres minutos después, Palacios fue directamente a agredir con una vistosa patada a Barco y se ganó la tarjeta roja.
Inapelable.
Pocos minutos antes, Daniel Gutiérrez, que no había hecho un mal partido, le fue con todo a un delantero boquense ahogado entre la línea de fondo y la lateral. Eso, claramente, es signo de frustración, de impotencia pura. No había ninguna necesidad de cometer ese falta que le significó sumar otra tarjeta amarilla al Cacique.
En esas incidencias, condensadas en una breve ráfaga de tres o cuatro minutos, los dados quedaron echados. Y es que los equipos argentinos, al contrario de los nuestros, saben jugar ante un rival en inferioridad numérica, y con mayor razón si el marcador les favorece.
Con el 2-0, Boca empezó a tocar y tocar, obligando a los jugadores albos a correr detrás de la pelota. Y no hay nada más desgastante que eso, porque al final se sigue luchando por inercia, pero con escaso convencimiento.
Digamos, sin embargo, que Colo Colo sorprendió de entrada a su público y también a Boca Juniors. No sólo porque en esos minutos iniciales jugaba mejor, sino porque obligó al meta, Sergio Romero, a dos o tres atajadas realmente meritorias. ¿Merecía el Cacique ponerse en ventaja? Como lo hemos dicho cientos de veces, el fútbol no es cuestión de merecimientos. Como alguna vez dijo el recordado “Palito” Cavalleri (Fernando), “los goles no se merecen, se hacen”.
Acaso teniendo menos la pelota que su rival, durante esa primera etapa, Boca Juniors tuvo la contundencia que Colo Colo no tenía y que, salvo un milagro, ya no va a tener de aquí en más, sencillamente porque no tiene jugadores que puedan solucionar esa falencia. Los que llegaron para suplir las ausencias de Lucero, Solari e incluso Costa, entre lesiones y bajo nivel no han solucionado nada.
Dicho claramente, para lo que es Colo Colo, se plantaba bien frente a Boca Juniors y por momento lo superaba. Sin embargo, para poder lograr eso corría riesgos evidentes, porque tratando de cubrirse la cabeza, se destapaba seguido los pies, como apuntaba aquel técnico brasileño que decía que el fútbol es, en buenas cuentas, saber manejar de la mejor manera una manta corta.
En otras palabras, sin un “libero” genuino para intentar una línea de tres, el fondo albo sufría a mares ante cualquier balón profundo y bien jugado. Ramiro González, que no hizo un mal partido ni mucho menos, carece de esas características y se ubicaba casi siempre a la misma altura de Falcón y Daniel Gutiérrez, los teóricos “stoppers”. El resultado es que, así como “Chiquito” Romero fue vital en el arco boquense, De Paul fue punto alto para impedir que el marcador escalara.
No se trata, por cierto, de un idiota conformismo, pero ocurre que, más allá de su carencia de “punch”, el juego que por momentos desplegó Colo Colo lo hizo competitivo. Y eso no es poco, considerando su mediocridad actual a nivel local, y la carencia de jugadores que pesen e influyan decididamente en los últimos metros del terreno.
PORMENORES
Copa Libertadores, Grupo F, tercera fecha.
Estadio: Monumental.
Público: 20 mil espectadores, aproximadamente.
Árbitro: Raphael Claus, de Brasil.
Colo Colo (0): F. De Paul; M. Falcón, R. González, D. Gutiérrez; B. Gutiérrez, C. Fuentes, E. Pavez, A. Bouzat; L. Gil, C. Palacios; D. Pizarro. DT: Gustavo Quinteros. Cambios: 83’, A. Oroz por D. Gutiérrez; 86’, L. Soto por Fuentes y V. Pizarro por Gil.
Boca Juniors (2): S. Romero; M. Weigandt, F. Roncaglia, N. Figal, V. Barco; L. Advíncula, A. Varela, G. Fernández, M. Payero; L. Vásquez y S. Villa. DT: Jorge Almirón. Cambios: 46’, N. Valentini por Weigandt; 62’, C. Medina por Varela y E. Fernández por Payero; 64’, M. Merentiel por Vásquez; 75’, O. Romero por Barco.
Goles: 13’, Luis Advíncula (BJ); 64’, Sebastián Villa (BJ).
Tarjetas amarillas: Fuentes, Falcón, Bouzat, D. Gutiérrez, Gustavo Quinteros (CC); Roncaglia y Barco (BJ).
Expulsado: 67’, Carlos Palacios (CC).
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