- Eliminado de Copa Chile, protagonizando papelones por duplicado en la Copa Libertadores, el Cacique en el torneo local está más cerca del fondo que de la cima
Por Eduardo Bruna de El Ágora
Los fantasmas de 2020 parecen sobrevolar una vez más el Monumental. Y aunque a primera vista se antoje un concepto hasta hiperbólico, considerando que aún resta mucho campeonato local, no lo es tanto si se atienden las muchas señales que en ese sentido viene dando Colo Colo tanto en el plano casero como en el internacional.
En otras palabras, y nada menos que en el año de su Centenario, el Cacique es un equipo peor que mediocre, que juega a nada. Y, salvo la honrosa excepción de Lucas Cepeda, exhibe pésimos rendimientos individuales, que no permiten abrigar muchas esperanzas de una remontada como la del campeonato pasado, en que incluso una segunda rueda casi perfecta hasta le permitió alzarse con el título.
Hoy, tal como en aquel año para el olvido en las huestes albas, se está pagando caro, muy caro, mantener un plantel veterano que claramente tocó techo en la pasada gesta por ese tan equivocado como sacrosanto respeto por la trayectoria y la nostalgia. Para decirlo pronto y claro, jugadores como Arturo Vidal, Mauricio Isla, Esteban Pavez y un par más, que queman sus últimos cartuchos a nivel casero, no debieron estar. Sobre todo pensando que se venía una Libertadores en que la intensidad, el ritmo y el despliegue están a años luz de lo que vemos en nuestras canchas.
Groseros patadura
En la víspera de ese 2020 de pesadilla, técnico y dirigencia cometieron un error parecido. Se mantuvo a jugadores que entraban decididamente en la recta final de un rendimiento que en su momento los llevó a Pedrero. Al parecer conformes con el segundo lugar en el torneo 2019, sólo que a 13 puntos de distancia del campeón, Universidad Católica, regatearon escandalosamente una inversión que era tan necesaria como urgente.
En suma, las escasas incorporaciones no daban para ilusionar a nadie y así les fue. Con tres técnicos en el año (Mario Salas, Gualberto Jara y Gustavo Quinteros), Colo Colo apenas pudo salvar la categoría tras ese dramático partido en Talca frente a la Universidad de Concepción, y gracias al solitario gol anotado por un novel Pablo Solari.
Esta vez, incluso, el pecado es doble. Porque inversión hubo, sólo que para sumar jugadores que hasta ahora no han dado la talla de lo que significa defender la camiseta más ganadora del fútbol chileno. Dicho de otra forma, en lugar de reforzarse, Colo Colo claramente se despotenció.
Nunca me llenó del todo Carlos Palacios, pero debo reconocer que ahora que ya no está ha jugado sus mejores partidos. Y respecto de Maximiliano Falcón, ni hablar. El llegado desde el Rentistas uruguayo, un modesto equipo de la B, decidió irse a jugar en el equipo de Messi y fue como si, de la noche a la mañana, todos sus solventes compañeros de zaga derivaran en groseros patadura.
Se añora a Falcón
Es cierto: cuando contratas un buen número de eso que llaman “refuerzos”, puedes equivocarte con uno. Incluso con dos. ¿Pero con los seis? No, eso no puede ser. Pero ocurrió y, considerando el corrupto fútbol actual, hasta cabe preguntarse si influyó el representante. Si alguien agarró algo en esa pasada o si Jorge Almirón, como la mayoría de los técnicos, cree sinceramente que, fruto de su capacidad, puede transformar a un tronco en un jugador de nivel envidiable.
En este recuento, me parece justo excluir, por el momento, a Víctor Méndez y a Tomás Alarcón. El venido del fútbol ruso, tras surgir de Unión Española, jugó poco y nada. Y Alarcón se sube al Metro y de cien recalcitrantes hinchas albos, con suerte lo reconocerá una decena. Y es que no ha jugado nada.

Hecha esa salvedad, igual hay que poner atención, porque cuesta imaginar que Almirón no los considere tomando en cuenta el paupérrimo nivel de los titulares. ¿O es que las voces de Vidal y de Pavez pesan demasiado?
Los dardos, pues, tienen que caer en los cuatro restantes. Sebastián Vegas tuvo partida de caballo inglés y llegada de matungo. En otras palabras, si en los primeros partidos amenazó con hacer olvidar a Falcón, hoy los hinchas recuerdan al “Peluca” como parecido a Don Elías. Respecto de Amor, a quien se lo había dado de baja tras la grave lesión que lo tuvo un año alejado de las canchas, es apenas una sombra de lo que en algún momento fue.
“Mariulo”, le decían
Y llegamos a aquellos que debían aportar calidad, talento y gol. Me refiero a Salomón Rodríguez y a Claudio Aquino. El uruguayo, que hasta ahora es la torpeza personificada, si los hinchas albos ven videos antiguos quedarán convencidos de que el “Polaco” Dabrowski era lo más parecido a Van Basten. Y sobre Aquino, ¡por favor…! Ha sido el mayor de los fiascos. Porque el hincha y el neutral tienen todo el derecho del mundo a exigirle más, pero mucho más, a quien llegó precedido con el cartel de “el mejor jugador del torneo argentino”, nada menos.
Una de dos: o su representante vendió completito el buzón, relamiéndose de la ignorancia de la gente de Blanco y Negro, o Aquino será, al cabo, la copia fiel de Mario Rodríguez. Dato para los menos viejos: Mario Rodríguez integró el Independiente de Avellaneda campeón de la Copa Libertadores y a fines de la década de los 60 del pasado siglo (¡qué antiguo…!), llegó a Colo Colo.
Sus primeros partidos fueron desilusionantes. Caszely y Beyruth hasta dudaban en pasársela. Pero ocurrió que “Mariulo”, como le decían los porteños, dejó atrás una rodilla dañada y a partir de ahí en el área fue una fiera. ¿Zampedri? Con todo lo bueno que es, con Rodríguez no podría competir. Veloz, vivo, hábil y guapo entre los guapos en el área, no era necesario ser colocolino para pagar una entrada para disfrutar viéndolo jugar.
Papelones bochornosos
Como ves, tengo paciencia para seguir esperándote un poco más, Aquino. Quiero que me tapes la boca como en su momento me la tapó Mario Rodríguez. No puedo creer que sólo te trajeron para desde los laterales meter el balón al área como si fuera golpeado por uno de tus botines. Si fuiste campeón con Vélez Sarsfield, algo más tendrás para mostrarnos, ¿no te parece?
Lo hecho hasta acá por Colo Colo es enteramente coherente con lo que son sus muchas limitaciones. Porque a los papelones sufridos frente a Fortaleza y Racing hay que sumar el papelón por duplicado ante el modesto Limache. ¿Qué otra cosa se puede esperar de un equipo sin luces ni juego por las bandas? ¿De un cuadro con jugadores lentos y trotones, incapaces de hacer una pared en un ascensor? ¿Qué, por último, de ostentar un goleador que no sólo no hace goles, sino que es incapaz de prever un anticipo o de proteger adecuadamente la pelota de espaldas al arco? ¡Hasta Damián Pizarro a veces la aguantaba mejor que tú, Javier Correa! ¿Y no te parece que eso ya es mucho decir?
¿Tropezar con la misma piedra?
Eliminado bochornosamente de la Copa Chile y de la Copa Libertadores, con bailes incluidos, a Colo Colo sólo le está quedando el Campeonato Nacional para en parte salvar el año. Con 10 puntos en siete partidos jugados, tres victorias, tres derrotas y un empate, el Cacique languidece en la undécima posición. En otras palabras, está más cerca del fondo que de la cima. Y es que los tres partidos pendientes que tiene tampoco dan para hacerse muchas ilusiones. No con este espanto de equipo.
Como puede apreciarse, ver que los fantasmas de 2020 vuelven a revolotear sobre el Monumental, no tiene nada de exagerado. Como cantaba un sobrevalorado cantante español, Colo Colo puede perfectamente volver a tropezar con la misma piedra.
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