21 de noviembre 2024

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  • Pensando en lo que viene –Torneo Nacional, Copa Chile y Libertadores-, queda claro que el déficit albo está de medio campo hacia arriba. Porque, defensivamente hablando, el “Cacique” está bien. Entre los jugadores que Quinteros requiere para tener ese gol que durante 2021 escaseó, tiene que estar considerado el “Colorado” Gil, pero también aleros capaces de imponerse en el mano a mano y un artillero del nivel de “Chupete” Suazo, Lucas Barrios o Esteban Paredes. No es poco ni fácil cuando las arcas para nada están boyantes.

Por Eduardo Bruna


En medio de los infaltables rumores y trascendidos, y la venta habitual de humo de estas fechas, Colo Colo arma silenciosamente su plantel para el 2022. Un año que lo verá luchar al menos en tres frentes: el Campeonato Nacional, la Copa Chile y la fase de grupos de la Copa Libertadores.

Y aunque se supone que ese proceso se inició en cuanto el torneo del presente año bajó el telón, o tal vez antes, el “Cacique” hasta ahora no tiene novedades, lo que significa que una vez más está atrasado (la pretemporada parte el 4 de enero), o que el hermetismo ha funcionado de manera  irreprochable. Considerando que los números no deben ser de los mejores, tendemos más bien a creer en la primera de las posibilidades.

Explicable, en todo caso. Porque claramente, el directorio que encabeza Edmundo Valladares tenía dos prioridades urgentes: asegurarse el concurso de Pablo Solari y de Emiliano Amor antes de que expirara el año. Por el primero, haciendo uso de la opción de compra de la mitad o algo más del pase del delantero ante Talleres de Córdoba; por el segundo, lograr su renovación, toda vez que el jugador finalizaba su vínculo y quedaba en libertad de acción.

La necesidad de seguir contando con ambos era más que evidente. Solari se ha transformado con toda razón en el mimado de la hinchada popular, mientras que Amor demostró ser un zaguero central de probada eficiencia. Casi todo un grato descubrimiento. No sólo eso: más de una vez tuvo que bajarle en pleno partido las revoluciones a un Falcón al que suele salírsele bien seguido la cadena.

Parece estar más que claro, en todo caso, que con miras a la demandante temporada que se avecina Colo Colo no es tanto lo que necesita. Panorama bien distinto al de años anteriores, en que todas las líneas requerían fortalecerse.

Esta vez, cualquiera que algo sepa de fútbol, y haya visto a este Colo Colo versión 2021, tiene que concluir que las contrataciones tienen que ser desde la zona de mediocampistas en adelante. Dicho de otra forma, defensivamente el “Cacique” ha logrado conformar un bloque posterior más que rendidor y confiable.

No es casualidad el que, con 26 goles en contra, la zaga alba haya sido la menos vulnerada del campeonato. Y que conste, además, que en esa cifra hay que considerar siete goles que a lo mejor pudieron evitarse. Nos referimos a los cinco que le anotó Ñublense y a los dos que le marcó Audax Italiano, porque en ambas oportunidades la escuadra popular, a causa del Covid, estuvo constituida mayoritariamente por jugadores juveniles.

En el centro de la zaga Colo Colo cuenta con Falcón y Amor como titulares inamovibles. Pero además tiene al juvenil Daniel Gutiérrez, al también juvenil uruguayo Alan Saldivia y, si se mantiene en el Monumental, a un Matías Zaldivia que ahora ya ni siquiera copa cuota de foráneo, tras haber obtenido su carta de ciudadanía. Es cierto que Zaldivia no mostró su mejor versión tras su retorno a causa de la suspensión de Falcón, pero es de lo más explicable considerando el mucho tiempo que no jugaba. Nadie puede desconocer de buenas a primeras el aporte que Zaldivia ha significado para el “Cacique” desde su llegada al país, en 2016.

Las bandas también están bien cubiertas. Porque a Opazo y Suazo deben sumarse Jeyson Rojas y Bruno Gutiérrez. Dicen, además, que hay un par de juveniles que hace rato vienen pisando fuerte.

¿Dónde está el problema, entonces? En la zona de volantes y en el ataque.

Partamos por decir que los indicios apuntan a una renovación altamente improbable del “Colorado” Gil. No porque él no quiera seguir, todo lo contrario. Pasa por el alto precio que el club dueño de su pase, el Al-Ittihad, de Arabia Saudita, exige por el jugador: según se dice, 2 millones de dólares. Y Blanco y Negro, que ya tuvo que romper el chanchito por Pablo Solari y Emiliano Amor, simplemente no tiene caja para quedarse además con el volante que el técnico, Gustavo Quinteros, cree vital para su esquema de juego.

Más allá del bajón que extrañamente Gil evidenció en los últimos partidos, no cabe duda que se trata de un buen jugador. Para el fútbol nacional, incluso un jugador por sobre la media. Y resulta hasta en cierta medida paradojal, pero si Colo Colo no hace el esfuerzo por seguir contando con él, debieran tener meridianamente claro que cualquier jugador de ese nivel para reemplazar al “Colorado” gratis no lo van a encontrar. Más bien es al revés: les puede costar todavía más caro.

Inevitable es recordar, además, que por el sólo hecho de participar en la próxima edición de la Copa Libertadores, Colo Colo tiene asegurado de parte de la Conmebol un ingreso de 3 millones de dólares (uno por cada partido que actúe como local). Por cierto una cantidad más que respetable, que se acrecienta si reparamos en el hecho de que, si la pandemia lo permite, el “Cacique” podría registrar tres llenos completos del Monumental, con todo lo que ello implica en millonarias recaudaciones.

Cualquiera podría afirmar, entonces, que mantener al “Colorado” para nada es una misión imposible, sólo que el hincha y el aficionado suelen olvidar que, con este sistema de Sociedades Anónimas, los clubes deben entregar una buena cantidad de recursos a los accionistas en el caso de haber números azules. Y lo cierto es que, por la razón que sea, las Sociedades Anónimas, en general, son más proclives a mostrar números rojos. Cuando las cosas han ido mejor, a lo más números celestes.

Dicho de la forma más clara posible, es altamente probable que Blanco y Negro esté esperando esos dineros de la Conmebol más bien para tapar hoyos y contentar a los accionistas, antes que estar pensando en conformar un equipo potente que, de seguir avanzando en las fases coperas, va sumando cada vez premios más atractivos y jugosos.

Al respecto, sólo un dato: el campeón de la Copa Libertadores se embolsará USD $22.550.000 en premios, cifra que se desglosa en los USD $15.000.000 (el monto más alto de la historia de la competición) por ganar la final única y en las distintas sumas recibidas por las etapas anteriores superadas.

A la mediocridad de nuestro fútbol se suma, además, una verdad demasiado evidente: mientras clubes de otras latitudes apuestan en grande y conforman planteles hasta millonarios para competir y no sólo participar, las instituciones nuestras se refuerzan con lo que pueden, y por eso les va como todos sabemos.

Más allá de números que son imposibles de soslayar para nuestra pobre y limitada realidad, Colo Colo necesita un goleador de verdad y que esté a la altura de lo que ha sido la historia. Tanto o más que asegurar al “Colorado”. Y es que, si Colo Colo vio escapársele en forma increíble un título que tenía en el bolsillo, no todo puede ser atribuible al Covid. En otras palabras, a ese hecho objetivo hay que sumarle otro hecho tanto o más objetivo: al “Cacique” le faltó una buena cuota de fútbol y otra grande de jerarquía para imponerse en la recta final.

Así como señalamos que Colo Colo tuvo la valla menos batida del torneo, su marca goleadora, en cambio, es bastante mediocre: sólo 49 tantos en 34 partidos disputados. Dicho claramente, la producción ofensiva de los albos fue idéntica a la de Ñublense y apenas superior, por un gol, a la que mostraron Unión Española y Palestino. El “Cacique” anotó 19 goles menos que Universidad Católica, que sí contó con un goleador de fuste (Fernando Zampedri), aparte de un plantel más rico y más numeroso.

Por supuesto que las evidentes limitaciones futbolísticas de Morales no fueron la única causa para la pobre producción goleadora alba. Marcos Bolados también es un jugador muy sobrevalorado por el periodismo televisivo, que hasta lo ha candidateado a la Selección. El muchacho muchos goles de verdad no anota, al paso que, con el correr del campeonato, fue desbordando cada vez menos. Si a eso le sumamos a un Gabriel Costa que convierte sólo un pequeño porcentaje de las oportunidades clarísimas que tiene, fácil ex explicarse el por qué Colo Colo cojeó en ese aspecto vital para cualquier equipo con pretensiones.

Con todos sus intentos fallidos en la gambeta, con todo lo empecinado que se vuelve de vez en cuando, al cabo el mejor jugador albo ofensivamente hablando fue Pablo Solari. Al muchacho, no cabe duda, le falta madurar, aprender y consolidarse, pero tiene lo esencial para conseguir ser un indiscutido: atrevimiento, velocidad y gambeta, artículos cada vez más escasos en nuestro previsible fútbol, donde son bien pocos los que rompen el molde para someterse, en cambio, al “toque, toque, toque”…, que le ordenan sus técnicos, convencidos de estar dirigiendo robots.

Colo Colo, pues, requiere con urgencia de un centrodelantero de probada calidad y un par de jugadores que puedan prevalecer por las bandas, imponiéndose en el mano a mano. El drama del ”Cacique” en el torneo pasado es que le hacían un gol y con eso prácticamente lo noqueaban. Sencillamente porque no había cómo abrir la cancha. Y las veces que pudo, jamás tuvo al hombre que les sacara partido a esas jugadas en las que se había sacado ventaja.

Nombres para llegar a Colo Colo, por cierto han abundado, siendo el más recurrente el del melipillano Zavala, de pasado en el “Cacique” en series menores. Pero como de él se viene hablando desde el torneo pasado, y nada se concreta, da para pensar que finalmente no pasará nada. Ahora surgió, en versión de Marcelo Barticcioto, el nombre de Mauro Zárate, ex Vélez y Boca. Un buen jugador, sin duda alguna, aunque los deseos albos pueden perfectamente chocar con una realidad económica menguada que finalmente deje todo en buenos deseos y nada más.

Lo curioso (por no decir derechamente insólito) fue la versión surgida en las últimas horas acerca de un probable retorno de Esteban Paredes al Monumental. Se dice que, de concretarse, sería en términos más que favorables para el “Cacique”: Paredes retornaría ganando un 80% menos de lo que obtenía antes y de esa cantidad una buena parte sería financiada por una empresa particular.

La versión señala, además, que nada costaría concretar el vínculo, toda vez que Paredes tiene el pase en su poder y su deseo ha sido siempre retirarse vistiendo la alba. Deseo, además, compartido por Aníbal Mosa, ex presidente de Blanco y Negro que, en virtud de las acciones que posee en la concesionaria, sigue teniendo mucho peso. Dicho de manera clara: su voz sigue siendo escuchada.

Humanamente, Paredes tiene méritos de sobra para que Colo Colo lo acoja. El hincha, ciertamente, nunca va a olvidar las alegrías que el goleador le dio. Jamás se va a cansar de agradecerle que, en cada Superclásico, y por más peleado que pareciera estar en ocasiones con el gol, siempre se hiciera presente. Incluso con anotaciones de antología, como cuando hizo pasar tocando bocina al brasileño Vaz y se la puso a Herrera en un rincón imposible. No podría olvidar, tampoco, que su record como goleador absoluto de los torneos nacionales lo alcanzó precisamente a Monumental lleno, frente a la U.

Sin embargo, sin embargo, tomando el retorno de Paredes desde un punto de vista estrictamente futbolístico, la posibilidad no da para lanzar las campanas al viento. Sencillamente porque, con 42 años a cuestas, y un físico que ya no le da para la alta competencia, como quedó por lo demás claro en este torneo 2020 de amargo recuerdo para el “Cacique”, el goleador insigne puede ser apenas un triste remedo del jugador grandioso que en su momento fue.

Y nadie que haya visto y admirado a Paredes en todo su esplendor de goleador y crack, va a querer verlo así. Poco menos que como protagonista de ese recordado tango “Sur”, que en una de sus estrofas reza: “Ya nunca lo verán como lo vieran…”.

Que Paredes vuelva al Monumental. Que vista por última vez la alba y grite los hurras finales con la insignia del cacique Colo Colo en el pecho. Que sea visto por todo Chile, a través de la televisión y con las graderías repletas. Pero en un partido de homenaje y de despedida que le signifique un hermoso galvano, un cuadro con la camiseta que vistió siempre y con toda la recaudación para él.

Que vista los cortos por última vez frente a esa multitud que, estamos seguros, quiere despedirlo como a un grande. Como en su momento se despidió a Marcelo Espina, a Marcelo Barticciotto o a Carlos Caszely.

Porque de sobra se lo merece. Vaya que se lo merece…