- Pese que entre los votantes nuestro país tiene un representante -Neven Ilic es miembro del COI- es imposible siquiera pensar que Chile sea un candidato natural para organizar el mayor evento deportivo a nivel mundial
Por Sergio Gilbert J. de Revista El Ágora
Es cierto. A pesar de todas las dudas que rondaron los meses previos, que fueron cimentadas con razón por atrasos en las obras, mala gestión e incluso demoras en la justificación de gastos de dineros fiscales (algo que, de todas formas, deberá ser investigado con mayor profundidad porque se trata de plata de todos los chilenos), los Juegos Panamericanos Santiago 2023 están saliendo adelante con algo más que dignidad.
Hay un ambiente distinto en la capital que ha sido generado por esta múltiple competición. Las marcas, los tantos, los puntos de los deportistas panamericanos en todas las disciplinas -incluso de aquellas que son desconocidas para la generalidad- se han convertido en tema de discusión en el ciudadano de a pie. Ese que muchas veces alega cuando se le da “tanta” importancia al deporte.
En fin. Los Panamericanos de Santiago está cumpliendo su objetivo de fijar el foco en la actividad física y eso, por cierto, incentiva la ilusión de que por fin en Chile se abrirán las compuertas y el deporte tendrá un encuadre político sólido, infraestructura adecuada y, lo más importante, gente interesada en participar.
Pero también hay que ser claros y poner la pelota en el piso y no exagerar ni crear expectativas falsas. Como decir que, a partir de la digna organización de estos Panamericanos, Chile está en condiciones de ser sede de unos Juegos Olímpicos.
Esos son cantos de sirena que no hay que escuchar. Como se escuchó erróneamente esa cancioncita esa de que Chile tenía serias posibilidades de realizar en conjunto un Mundial de fútbol.
¿De dónde?
Aunque el mismísimo presidente de Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, haya dicho al recorrer las instalaciones de Santiago 2023 que la ciudad “puede ponerse nuevas metas” y que esa podría ser “organizar unos Juegos Olímpicos”, lo cierto es que siquiera pensar en esa posibilidad así es, al menos, una utopía.
Por varias razones.
Primero porque la designación de los países sede se basa en criterios políticos-económicos que están lejos de tener a un país como Chile como protagonista.
Pese que entre los votantes nuestro país tiene un representante -Neven Ilic es miembro del COI- es imposible siquiera pensar que Chile sea un candidato natural para organizar unos Olímpicos.
No es todo.
Unos Juegos requieren de un compromiso-país que es difícil de asumir porque implica apuestas demasiado altas.
Pocos estados son capaces de comprometer sus presupuestos anuales en organizar una competición que puede dar una buena imagen eventual pero también significar desbalances graves, tal como le ocurrió a Grecia, que cayó en una crisis económica profunda luego de organizar Atenas 2004.
Claro, todo puede darse si se alinean los astros.
Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo, decimos siempre.
Pero no seamos ingenuos. Ni cándidos.
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