23 de noviembre 2024

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En una final mediocre, llena de artimañas, trampas y simulaciones, Palmeiras se coronó por segunda vez en su historia como campeón del trofeo de clubes más importante de este lado del mundo, ganando 1-0 a Santos. El duelo, que prometía calidad y talento a raudales, fue un bodrio infumable.

Por EDUARDO BRUNA

Era un partido en la previa para frotarse las manos. Para deleitarse con el fútbol que podrían desarrollar dos exponentes del mejor fútbol del mundo. Y aunque en la historia quedará registrado que la Copa Libertadores 2020 quedó en manos de Palmeiras, que venció 1-0 en la agonía a Santos en el Maracaná, esa misma historia seguramente ocultará, con el correr de los años, que ambos cuadros protagonizaron un partido infumable y tan insoportable que, para los neutrales, como nosotros los chilenos, tuvo una sola cosa positiva: no hubo alargue.

Y es que habría sido toda una tortura que a los 105 minutos que se “jugaron” (y las comillas para nada son gratuitas en este caso), se hubiera tenido que agregar otra media hora para intentar dirimir un pleito mediocre, aburrido y por momentos hasta exasperante.

Para graficarlo de la forma más popular y clara posible: esperábamos disfrutar de un plato de ostras y, en cambio, nos sirvieron huiro disfrazado de cochayuyo.

El resultado claramente es un premio para Palmeiras, pero más un merecido castigo para Santos, que traicionó su esencia y su rica historia, negándose derechamente a jugar conforme el reloj se iba acercando a los 90 minutos reglamentarios. A la espera de esa media hora adicional, los defensores del “Peixe” ya no querían arriesgar. Se limitaban a pasarse la pelota entre ellos y, al menor atisbo de presión de un jugador del Palmeiras, se la tiraban a su arquero, para continuar con el insulso circuito.

Hasta Cuca, el director técnico santista, estaba en esa. Porque cuando ya iban como 8 minutos de adición, en un lateral que favorecía a Palmeiras se quedó con la pelota que el lateral Marcos Rocha buscaba para ponerla nuevamente en juego. Del burdo forcejeo surgió la tarjeta roja para el entrenador de Santos y la amarilla para Marcos Rocha. No sólo eso: el árbitro, el argentino Patricio Loustau, tuvo que hacer un esfuerzo gigantesco para intentar calmar los ánimos de modo que el partido no se le fuera definitivamente de las manos.

La trifulca descomunal estuvo a un tris de producirse. Habría sido la guinda de esta indigesta torta.

¡Qué vergüenza, muchachos del Santos…! Porque olvidaron de plano, en esos minutos finales, que en algún momento esa camiseta la vistió Pelé, el mejor jugador que ha dado el fútbol en toda su historia.

Reanudado el juego, Palmeiras encontró el gol que lo elevó por segunda vez a la cima de América. El reloj marcaba 98 minutos y medio cuando Rony, desde la banda derecha, mandó el centro elevado a lo que saliera, porque sencillamente de esa forma habían jugado ambos. Increíblemente, un recién ingresado, y que con suerte antes había tocado la pelota, como Breno, se elevó más que el lateral Pará, que intentó el cierre, para meter el frentazo que batió completamente a un arquero John que no tuvo ninguna capacidad de reacción.

El partido fue tan áspero, tan ríspido, que Palmeiras debió sostener esa mínima ventaja por otros largos siete minutos, que Loustau se vio obligado a adicionar porque los 8 de descuento que en un principio había indicado se consumieron en simulaciones y refriegas.

Eso fue el encuentro por la final del torneo más importante de clubes de este lado del mundo: un espectáculo pobre y que hasta avergüenza por las artimañas de que ambos cuadros hicieron gala prácticamente desde el minuto inicial. Porque cualquier pelota dividida terminaba con uno de los protagonistas poco menos que fusilado, y revolcándose en el pasto como si hubiera sido víctima de una fractura.

No queremos idealizar. Tampoco concluir que este duelo, exclusivamente paulista, es la regla y no la excepción, pero lo cierto es que ni Palmeiras, al cabo campeón, ni Santos, estuvieron a la altura de las circunstancias. Para decirlo más claro aún: vean, muchachos, una final de Champions League, donde hay las mismas o incluso mayores cosas en juego, tanto económicas como deportivas, y de seguro van a sentir un poquito de vergüenza por el fiasco y el bodrio que ustedes protagonizaron.

¿Algo positivo? Cuesta encontrarlo. Ni la transmisión de Fox estuvo a la altura. ¿Cómo se les ocurre, tontorrones, meter ruido ambiente de público cuando se está llevando a cabo el minuto de silencio por las miles de víctimas del Covid en el mundo y especialmente en Latinoamérica?

Sólo faltó que las cámaras, aparte de los caraduras de la Conmebol, mostraran a Bolsonaro.

PORMENORES

Partido final de la Copa Libertadores de América 2020.

Estadio: Maracaná.

Arbitro: Patricio Loustau.

PALMEIRAS: Weberton; Marcos Rocha, Luan, Gómez, Viña; Danilo, Gabriel Menino (85’ Breno), Ze Rafael (78’ Patrick de Paula), Veiga (90+11’ Emperateur); Luiz Adriano, Rony (90+11’ Melo).

SANTOS: John; Pará (90+10’ Bruno Henrique), Luan Peres, Lucas Verissimo, Felipe (90+3’ Wellington); Marinho, Alison, Pituca, Sandry (73’ Lucas Braga); Soteldo y Kaio Jorge (90+3’ Madson).

GOL: Breno (cabezazo), a los 90+8’.

Tarjetas amarillas: en Palmeiras, Marcos Rocha, Gómez y Viña; en Santos, Lucas Verissimo, Alison, Pituca y Soteldo.

Revisa lo “mejor” del partido: