- Las casas de apuestas han proliferado como callampas en el país. Y les va tan bien, que no sólo auspician a La Roja, sino que a la mayoría de los clubes de Primera A. Funcionan desde paraísos fiscales, como Malta y Curazao, valiéndose de un vacío: no son legales, pero tampoco pueden ser consideradas al margen de la ley. Ojo con esto: ¿quién puede garantizar que no se arreglen resultados de partidos? No estamos mirando debajo del alquitrán, sólo que la actividad está tan envilecida que se puede esperar cualquier cosa.
Por Eduardo Bruna
A la opacidad absoluta que rodea hoy por hoy al fútbol chileno, se agrega otro caso tampoco regulado ni controlado: la proliferación exponencial de las casas de apuestas deportivas, que tienen a la actividad convertida en una gigantesca y bien productiva timba.
Casas de apuestas on line que partieron tímidamente el año pasado, pero que han proliferado como callampas en el país frente a la absoluta inacción de las autoridades. Autoridades que, a su ineptitud, suman una flojera supina o un absoluto desdén por meter mano en un negocio no sólo turbio, sino que además constituye un larvado peligro para la transparencia de un fútbol que, desde el avenimiento de las Sociedades Anónimas Deportivas, es una caja de Pandora de la cual han venido emergiendo en el tiempo todo tipo de sapos y cucarachas.
Al mayor latrocinio registrado jamás en el fútbol nacional, gracias a Sergio Jadue y sus secuaces, hay que sumar estafas al Estado por parte de varios clubes, evasión gigantesca de impuestos en la que participaron todos, abusos surtidos y componendas varias, hasta llegar a un escándalo arbitral que, si se investigara a fondo y de verdad, lo más probable es que no dejara títere con cabeza. Eso, por supuesto, si fuéramos un país serio, que no lo somos.
A toda esa podredumbre, que no ha habido alfombra que haya podido tapar, se suman ahora –como guinda de una indigesta torta- estas casas de apuestas que, aprovechándose de un gigantesco vacío legal, se han tomado el fútbol chileno tanto como ya lo habían hecho los representantes de jugadores.
Y es que en un hecho insólito, pero muy propio de Chile, no sólo auspician generosamente programas deportivos en televisión, fundamentalmente, sino que lo propio hacen con equipos de fútbol tanto de Primera A como de Primera B. Pero como estos vendedores de ilusiones sinvergüenzas y atrabiliarios de tímidos no tienen nada, una de estas casas de apuestas es ni más ni menos que “sponsor” de la Selección Chilena. Rojabet, que así se llama este garito virtual, se publicita profusa y machaconamente a través de las pantallas de TNT Sports, canal del fútbol nacional que hasta aporta el “rostro” de sus comentaristas “top” para el bailoteo y la coreografía de rigor, acompañados de la infaltable presencia femenina.
¿Son legales estas casas de apuestas? No, no lo son. Pero como estamos en Chile tampoco son ilegales. Sólo vienen operando desde paraísos fiscales, como Malta y Curazao, aprovechándose de un vacío legal del cual a lo mejor seguiríamos sin percatarnos, de no haber sido por la alerta que encendió el Casino Monticello, preocupado de que le estuvieran robando los huevos al águila y perjudicándolos en su filantrópica labor de entretener a la gente dejándolos sin ni uno.
Y es que, respaldados naturalmente por la Superintendencia de Casinos de Juegos (SCJ), Monticello les recordó a las autoridades que, si en este país sólo están permitidas las apuestas en la Polla Chilena, la Lotería, la hípica y los casinos regulados, la actividad de estas casas de apuestas futboleras era absolutamente ilegal. El gobierno de Piñera y el Fiscal Nacional Jorge Abbot fueron informados, pero mientras el bueno de Abbot hasta ahora no ha dicho esta boca es mía, a cuatro días de desalojar La Moneda el Ejecutivo mandó un proyecto hecho a la carrera que, según los que lo han leído (muy pocos, por cierto), es para la risa. Algo así para que no siguieran pelando a Piñera nomás.
Lo concreto es que Monticello, respaldado por la Superintendencia de Casinos, interpuso su reclamo contra nada menos que 22 plataformas de apuestas en línea, aunque son muchas más.
Estudios señalan que 14 de los 16 clubes de Primera A son auspiciados, en mayor o menor medida, por estas casas de apuestas. Mientras Blanco y Negro tiene acuerdo con Betsson, Azul Azul firmó con Betano un contrato por los próximos tres años, sumándose de esa forma a Deportes La Serena, que ya tenía a la casa de apuestas como “sponsor” en su camiseta.
Las denuncias recaen sobre las web de Casinoenchile, Coolbert, Juegaenlínea, Pockerenchile, Rivalo, Europacasino, Leovegas, Casinoonlineenchile, Xandyxelo, Casinoalto, Casinosonline, Rojabet, Gate777, Betway, Betfaraon, Betfair, Jackpotcitycasino, Cyber.bet, Mr.Bet y Mr.Bet/es.
Mientras Coolbert es auspiciador de Magallanes, Betway auspicia a Everton, Unión La Celera, Coquimbo Unido, Ñublense y Audax Italiano, al paso que Juegaenlinea lo hace con Curicó Unido.
Hay que recordar, además, que mientras el campeonato de Primera A lleva el nombre de Planvital, en justo reconocimiento a una AFP que tanto se ha desvelado por entregar pensiones dignas a los viejitos, el torneo de Primera B tiene como apellido Betsson, en homenaje a la casa de apuestas que generosa y desinteresadamente apoya a los clubes más débiles.
Pero los reclamos en contra de estos garitos virtuales no se limitan sólo a la Superintendencia de Casinos de Juegos. Se ha sabido de varios particulares que, habiendo acertado, jamás recibieron su plata, porque a la casa de apuestas respectiva no le faltaron las explicaciones tecnológicas para afirmar por qué no podía pagar. ¿Y quién entiende tamaño intríngulis, salvo los cabros? ¿Y a quién se le puede reclamar? En los hechos, a nadie. Porque el Sernac, que de por sí es bastante chanta, no tiene atribuciones para actuar sobre organizaciones o empresas que no tienen sede en Chile. Si tiene paciencia y es optimista, tendría que ejercer su sagrado derecho a pataleo ante los gobiernos de Malta y Curazao.
Pero no se lo recomendamos.
Lo concreto es que esta gigantesca timba en la que se ha convertido el fútbol chileno no puede dejar de preocuparnos. ¿Quién fiscaliza a estas casas de apuestas? ¿Por qué pueden operar libremente en Chile sin que paguen un solo peso en impuestos? Y, lo más importante para nosotros, que ya estamos hasta la tusa de lo envilecida que está la actividad: ¿Quién garantiza que no se van a arreglar resultados de partidos, según cómo vayan las apuestas?
Entre los muchos desafíos que tiene por delante el gobierno de Gabriel Boric, este es un asunto que no por ser del fútbol merece desdeñarse. No sólo en pos de la transparencia de una actividad cada día más turbia y más manchada, sino porque no podemos permitir que grupos de pelafustanes audaces hagan lo que quieran en el país, llenándose los bolsillos de plata sin pagar ni un solo peso de los impuestos que corresponden.
Suficiente tenemos ya con las trampas que con los tributos nos hacen los poderosos de este país, además de las empresas mineras, los supermercados y el retail, que en patentes pagan menos incluso que el kioskero de la esquina.
Los que se peinan con los números calculan que, de aplicárseles impuestos a estas casas de apuestas para que puedan funcionar eventualmente en el país dentro de la legalidad, el Fisco podría percibir anualmente una suma cercana a los 60 millones de dólares. Nada para volverse loco, naturalmente, pero que de todas formas ayudarían.
Y es que, aparte de cubrir más de una necesidad de las muchas que existen, sería una señal clara de que los pinganillas audaces y con plata, en este país no pueden seguir haciendo lo que se les venga en gana.
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