22 de noviembre 2024

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  • El brasileño fue superior en todos los aspectos, menos en el resultado: más movedizo, más esforzado, más dueño del equipo, más colaborador y más golpeado. Si Argentina hubiese perdido, a Messi lo habrían crucificado en su país.

Por JULIO SALVIAT


La final era atractiva por sí sola, pero tenía un ingrediente que le daba más sabor: el duelo de los superlativos del fútbol en procura de su primera Copa América, que parecía vedada para los dos.

En esas circunstancias, Neymar Junior fue muy superior a Lionel Messi, pero la medalla de campeón quedó colgada del cuello del argentino.

Los cinco mil asistentes y los millones de telespectadores debieron esperar 117 segundos para que la pelota quedara en poder de uno de ellos. El privilegio le correspondió a Messi, que la entregó de inmediato. Poco después, Neymar se libró de la marca de Giovanni Lo Celso con un insospechado y lujoso sombrerito.

Ahí comenzaron las diferencias que se mantuvieron durante todo el partido. El brasileño quería jugar, y se esforzaba, mientras el argentino esperaba agazapado, y casi siempre trotando, por si se le presentaba alguna ocasión favorable.

Ganó Argentina, y eso salvó a Messi. Fue de los peores de su equipo en cuanto a movilidad, esfuerzo e influencia. De haber perdido los trasandinos, los hinchas de ese país no se lo habrían perdonado. Ya eran demasiadas las veces que el título había resbalado entre los dedos con Messi apesadumbrado o llorando. Perdió Brasil, pero sus seguidores nada tiene que reprocharle a Neymar.

Era el sexto enfrentamiento entre los dos astros, y primera en la Copa América, y el balance se amplió a favor del argentino. Ahora son cuatro victorias para él, contra dos del brasileño. Hacía siete años que no se saludaban como rivales. Y esta vez los dos llevaban las presillas de capitán.

Neymar triplicó las veces que tuvo la pelota en relación a Messi. Y multiplicó por siete el número de faltas que le cometieron: le hicieron varias más, pero el árbitro uruguayo Esteban Ostojic, muy inclinado hacia el lado rioplatense, sólo le pitó siete. A Messi, en cambio, sólo le cometieron una. Lo curioso fue que ambos cayeron cerca por dos infracciones sucesivas. No es difícil adivinar quién se quejó más, pero el acostumbrado teatro de Neymar fue menor que en otras ocasiones.

El brasileño no tuvo posibilidades de anotar. En el único tiro libre que se le presentó cerca del área, la pelota dio en la barrera. El argentino, en cambio, tuvo una inmejorable: quedó sin marca enfrentado al arquero, y perdió la pelota al tratar de eludirlo. Habría sido el 2-0 y la rehabilitación para él en un partido muy flojo.

En resumen, los aplausos par Neymar y el título para Messi.