Superando anímicamente a una Inglaterra elegante y gélida, la Azzurra logró su segunda corona en la Eurocopa triunfando en definición a penales. La gloria para Mancini y los suyos, un fracaso mayúsculo para la selección de la mejor liga del mundo.
Por JOSÉ ROGGERO
Ya es parte de la historia del fútbol. Después de la final perdida frente a Alemania en el Mundial de 1974, Cruyff y sus brillantes escuderos de la Naranja Mecánica confesaron que la derrota 1-2 frente a los germanos se fraguó después que Neeskens anotó de penal el 1-0 en el minuto 2.
“En ese momento sentimos que ya éramos campeones”, coincidieron todos los holandeses.
¿Dirán lo mismo Kane y los demás gentleman de una selección que después de dejarse arrebatar el trofeo en su propia catedral no hallaron nada mejor que aplaudir muy flemáticamente a su público?
Si lo corroboran o no da lo mismo. Porque todos quienes vieron esta décimo sexta final de la Eurocopa deberán coincidir en un juicio lapidario: a los ingleses definitivamente les tiembla la pera en la hora decisiva.
A Italia, en cambio, le sobra carácter y hambre de gloria. Lo ha demostrado con cuatro títulos mundiales (1930, 1934, 1982 y 2006) y dos eurocopas (1968 y 2020). Algunos, como en España 82 y Alemania 2006, cuando tuvieron que derribar a gigantes como el Brasil de Zico, la Alemania de Rummenigge y la Francia de Zidane.
La historia pesa, definitivamente.
Hoy en Wembley, donde la Inglaterra de Gareth Southgate jugó seis de sus siete partidos, la selección de los Three Lions empezó jugando como en un duelo de la Premier League y acabó confundida y doblegada anímicamente por un rival con menos categoría individual pero una convicción sin igual en este deslumbrante torneo.
De nada sirvió el gol del lateral Shaw en el minuto 2 y que durante buena parte del primer tiempo Kane y los demás dominaran el balón y regalaran de vez en cuando alguna jugada digna de su prestigio.
Progresivamente Inglaterra cedió todo. Terreno y ánimo. En la última parte de la primera etapa y casi toda la segunda la Azzurra se fue encima. Con menos fútbol, es cierto, porque sus excelentes jugadores eran casi todos técnicamente inferiores a los ingleses, pero decidida a volcar el partido sabedora que al frente empezaba a cundir el desconcierto y el nerviosismo.
Para mejor, los cambios decididos por Roberto Mancini dieron resultado. Primero sacó al goleador Inmobile y después al escurridizo volante Barella. Centralizó a su extremo izquierdo Insigne, confundiendo a los centrales ingleses Maguire y Stones, y el recién ingresado volante Cristante ayudó a ordenar el medio juego. Inglaterra, arrinconada, no logró salir y en el minuto 67 cedió el empate en una jugada a la italiana, ganando dos veces el balón en el área chica hasta que el defensor Bonucci remató a boca de jarro.
Si hasta ese minuto Inglaterra al menos había defendido su arco, después de la igualdad se vino abajo. Tembló. Tardó mucho rato en recuperar la pelota y recordar que tenía delanteros temibles que podían detener la caída libre. Los últimos minutos se jugaron en campo italiano, pero sin que dejasen nada que recordar. Gareth Southgate hizo cambios, porque banca tenía de sobra, pero no surtieron efecto. Incluso hubo un ingresado, el casi adolescente moreno Saka, al que esta final le quedó grande y fue más un estorbo que una ayuda.
En el alargue, más por el cansancio italiano que otra cosa, Inglaterra controló el balón. Cualquier seguidor de la Premier League imaginó entonces un final típico de los que se observan cada fin de semana en los estadios de Londres, Manchester o Liverpool: un equipo que toma por asalto la fortaleza rival y horada y horada hasta que en el último minuto derriba los muros y se queda con la victoria.
Pero tal como ha pasado ya repetidas veces en instancias cumbres, a los ingleses, tan british ellos, les faltó categoría. Incluso, traicionando el espíritu de la liga local, Southgate resignó la posibilidad de vencer en juego e hizo dos últimos cambios pensando en la definición a penales.
Como en todo el partido, tampoco acertó.
La Azzurra venció 3-2 en la definición desde los 12 pasos. Justamente, los malos de la película fueron Rashford y Sancho, ingresados en el último instante por ser supuestamente infalibles desde el punto penal. El villano mayor, fue Saka, quien no conforme con ser un fantasma desde que entró a la cancha, marró el tiro que hubiese alargado la definición.
Como en la Euro de 1996, Inglaterra dejó escapar otra ocasión para acabar con el estigma que les enrostra haber ganado un solo título, el del Mundial de 1966, jugado en casa y gracias a un gol que con el avance tecnológico quedó claro que no lo fue.
Definitivamente, los ingleses habrán inventado el fútbol, pero no la fórmula para ganarlo.
PORMENORES
Eurocopa 2020, final.
Estadio: Wembley, Londres.
Árbitro: Björn Kuipers (Holanda)
ITALIA (1): Donnarumma; Di Lorenzo, Bonucci, Chiellini, Emerson (118’, Florenzi); Jorginho, Barella (54’, Cristante), Verratti (96’, Locatelli); Chiesa (86’, Bernardeschi), Inmobile (55’, Berardi), Insigne (91’, Belotti).
INGLATERRA (1): Pickford; Walker (120’, Sancho), Stones, Maguire, Shaw; Trippier (70’, Saka), Phillips, Rice (74’, Henderson); 120’, Rashford); Mount (99’, Grealish), Sterling; Kane.
GOLES: 1-0: 2’, Shaw (ING); 1-1: 67’, Bonucci (IT)
DEFINICIÓN EN PENALES: Para Italia convirtieron Berardi, Bonucci y Bernardeschi; fallaron Belotti y Jorginho. Para Inglaterra convirtieron Kane y Maguire; fallaron Rashford, Sancho y Zaka.TARJETAS AMARILLAS: en Italia, Barella, Bonucci, Insigne, Chiellini y Jorginho. En Inglaterra, Maguire.