29 de marzo 2024

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Su juego es una monótona rutina de “palos” de fondo de cancha sin una intención clara de lo que pretende con ellos. Y si sumamos a ello una actitud de pesimismo, de cabeza gacha y confusión, tenemos a un jugador desorientado y que no sabe qué pretende con su fortaleza física y sus buenos golpes de ambos lados.

Por SERGIO RIED de El Ágora.

La derrota de Cristián Garín ante el veterano ex número tres del mundo, el croata Marin Cilic, en el Master 1000 de Miami, caló hondo en los aficionados chilenos que esperaban el primer triunfo del ariqueño en canchas duras y el único en un Master 1000. Porque si bien venía de ganar el título en el Open de Chile hace unas semanas, lo había hecho jugando mal y ante muy discretos rivales. Era esta la ocasión propicia para demostrar que su ranking de 20 del mundo no era de mentira, teniendo al frente a un jugador que había ganado el US Open y que había sido tres del ranking ATP.

Pero pese a haber ganado el primer set y tener varias ocasiones para cerrar el partido en dos etapas y luego otras tantas para ganar en tres, lo traicionaron su juego y su actitud perdedora.

¿Por qué su juego? Porque la verdad cuesta saber a qué juega este sobrevaluado “tanque”. Muy atrás de la línea de fondo, con un bajo porcentaje de primeros saques, sin preparar los puntos para subir a la red con su potente derecha ni su angulado revés cruzado. Su juego es una monótona rutina de “palos” de fondo de cancha sin una intención clara de lo que pretende con ellos. Y si sumamos a ello una actitud de pesimismo, de cabeza gacha y confusión, tenemos a un jugador desorientado y que no sabe qué pretende con su fortaleza física y sus buenos golpes de ambos lados. Porque Garín no es un jugador de ataque, no es de saque y volea, no es un talentoso que deslumbre con jugadas mágicas ni es un tenista de buenas manos como un Federer, un Djokovic o un Musetti o un Sinner por citar a dos grandes promesas.

Ahora su entrenador, el argentino Franco Davin, tiene la palabra. Tendrá que inculcarle lo que a él le sobró como jugador desde los 14 años y lo que le inculcó a sus dirigidos Juan Martin del Potro, Gastón Gaudio, el “mago” Coria y los equipos de Copa Davis de Argentina que dirigió. Y eso no es otra cosa que saber de manera clara lo que busca en cada punto y en cada partido. Porque hoy Cristián Garín no juega a nada.