11 de octubre 2024

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  • La Comisión de Deportes de la cámara baja aprobó un proyecto que prohíbe la publicidad y el patrocinio de las casas de apuestas en el deporte, especialmente el fútbol. Pero lo curioso es que estos casinos virtuales en el país no son legales, pero tampoco son ilegales. La pregunta obvia es: ¿cómo se pueden dictar leyes sobre un asunto que está en el limbo? ¿No sería mejor prohibir que publiciten en el fútbol, pero legalizarlos y que paguen impuestos, como el licor y el tabaco?

Por Eduardo Bruna


El proyecto de ley aprobado en forma unánime por la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados, en orden a prohibir la publicidad y el patrocinio de las casas de apuestas online, en las actividades deportivas, especialmente el fútbol, me hizo recordar ese prehistórico y sin gracia chiste de Don Otto, que, descubriendo que la mujer lo engañaba, decidió vender el sofá, pecaminoso escenario de la traición.

Y es que, más allá de que el proyecto de marras debe tener con un agudo dolor de cabeza a los clubes de fútbol, en nuestra supina ignorancia acerca de los malabares del Congreso no entendemos cómo se legisla sobre un asunto que está en el más completo de los limbos. Porque deben saber ustedes que estas casas de apuestas, internacionales y con sede en dudosos paraísos fiscales muchas de ellas, en Chile no son legales. Pero ocurre que tampoco son ilegales, simplemente porque ocupando un resquicio de la tecnología se diseminaron como una peste por todo el mundo, aprovechando que, hasta aquí al menos, la inmensa mayoría de los países siguen sin reaccionar frente a este verdadero gol de media cancha que les están metiendo.

Dicho en otras palabras, nuestros honorables parlamentarios eligieron una vez más el camino fácil para abordar un tema complejo. Porque, ¿cómo pretenden dictar una ley sobre algo que, al no tener existencia legal, formalmente no existe? ¿O es que, parodiando a Don Otto, piensan que los chilenos, que a estas alturas se conocen todos y cada uno de estos casinos virtuales, van a dejar de apostar simplemente porque la publicidad de estos garitos desapareció de las camisetas de los equipos y de la machacona publicidad que nos entrega a toda hora la televisión?

Que alguien me diga si el consumo de alcohol bajó luego que se prohibiera en el deporte dicha publicidad. Que alguien me aclare si descendió el consumo de cigarrillos luego de otra ley en el mismo sentido. El curadito siguió chupando, por más que Colo Colo ya no le haga propaganda a la Pilsen del Sur, y los fumadores siguieron echando humito como locos, a no ser que el billete les escasee como el uranio, en cuyo caso siempre está la chilena posibilidad del “macheteo”.

La diferencia es que, les guste o no a nuestros astutos y capaces legisladores, el Fisco sigue recaudando impuestos a costa de los viciosos que se ponen odiosos con el copete, o se joden los pulmones con el maldito pucho. ¿Y las casas de apuestas, qué? Van a seguir usufructuando de los ludópatas o los desesperados, con la diferencia que seguirán dejando a la gente con los bolsillos planchados y las pueriles ilusiones rotas sin haber pagado ni un solo peso en impuestos.

¿Es eso normal y lógico en cualquier país sensato y decente del mundo?

No estoy en absoluto de parte de esta plaga de langostas que son las casas de apuestas. De hecho, hace poco nada más abordé el preocupante tema en estas mismas páginas, señalando que estos garitos online tenían a nuestro fútbol convertido en una colosal timba, sin que las autoridades gubernamentales se dieran siquiera por aludidas ni, por cierto, mostraran ni la más mínima preocupación. Ocurre que, al estar estos garitos virtuales en tierra de nadie, podrían prestarse para cualquier cosa, siendo para nosotros –futboleros de cepa-, la más grave el que podrían utilizarse en el futuro incluso para arreglar resultados de partidos.

¿Exageración? Para nada. Betano, sólo por nombrar a una de estas casas de apuestas, financia a Deportes La Serena y a Universidad de Chile. La lógica indica que, en cualquier partido oficial entre ambos, la U va a pagar mucho menos porcentaje por su eventual triunfo. ¿Pero qué si los azules no tienen nada que perder ni nada que ganar y, sospechosamente, pierden el partido? ¿Qué, si un tipo bien dateado les apuesta a los granates y resulta que con ello se forra? Tampoco en esto estoy exagerando. Precisamente para promover publicitariamente el negocio estos pillines casinos virtuales te dicen que eso es perfectamente posible.

Por el contrario: supongamos que, apelando al mismo ejemplo anterior, resulta que la U pierde ante Deportes la Serena y, con esos tres puntos, los “papayeros” se salvan de caer a la Primera B. Supongamos, además, que los que presenciamos el partido a través de la televisión no veamos en ese desenlace nada sospechoso. ¿Usted cree que van a faltar los chilenitos vivarachos y suspicaces que van a gritar a los cuatro vientos que el partido estaba más arreglado que mesa de cumpleaños?

Cuidado: que lo escuché luego de ese partido en que Colo Colo se salvó de irse a la B ganándole a la Universidad de Concepción. Y ni qué decir de esa victoria de la U frente a Unión La Calera, que también salvó dramáticamente a los azules de irse a los “potreros”. Al respecto, jamás hubo ni la más mínima prueba, pero igual los vociferantes surgieron como callampas.

Y cuando la sospecha se masifica y se consolida, suele pudrirse todo.

Tema aparte es, por cierto, que de prosperar este proyecto de ley el fútbol se tendrá que enfrentar a una colosal encrucijada. A estas alturas, prácticamente no hay equipo, por pichiruche que sea, que no publicite a uno de estos garitos virtuales en su camiseta. Y, según el caso, no por poca plata. El propio Blanco y Negro habrá salido del fuego para caer en las brasas, porque la ley le impidió seguir haciéndole publicidad a Pilsen del Sur, frente a lo cual los usurpadores del Cacique sumaron a Coolbet como producto principal de la divisa alba.

Para el fútbol, el tema no deja de ser extremadamente complejo. Porque hasta la propia ANFP tiene al menos dos casas de apuestas como “sponsors”. Mientras RojaBet le mete plata a la Selección Chilena, Betsson financia en buena medida el torneo de la Primera B.

Se entiende que ninguna ley puede tener carácter retroactivo. En otras palabras, de prosperar, comenzará a regir de allí en adelante, debiendo respetar, además, contratos que fueron firmados antes de que el cuerpo legal aparezca en el Diario Oficial y sea considerado a partir de ese momento como ley. No deja de ser un respiro para el fútbol. Y un buen incentivo para hacer gestión y comenzar desde ya a buscar auspiciadores más impolutos.

No estaría de más, sin embargo, que el fútbol perseverara en un aspecto que claramente lo está lesionando, y bastante, desde el punto de vista económico: tiene que ver con los denominados aforos máximos para cada partido. Y en esto le encontramos toda la razón a la dirigencia de los clubes y de la ANFP. ¿Cómo puede ser, por ejemplo, que Colo Colo, por mencionar un solo caso, haya afrontado sus últimos partidos –frente a Inter de Porto Alegre entre ellos- con un aforo máximo de 10 mil personas en un recinto abierto, en circunstancias que ha habido eventos musicales sin esa limitante y en recintos cerrados?

Algo, sin duda, no cuadra ni suena nada de justo.

Respecto de la sacrificada e incomprendida labor de nuestros capaces y diligentes parlamentarios, les decimos que despabilen. Nos parece bien que pongan en su lugar a estas timbas, prohibiéndoles la publicidad al menos en el deporte. Sin embargo, y como van a existir existiendo, nos guste o no, ¿no sería mejor legalizarlas y que paguen los impuestos que deben pagar? Como el licor y los cigarrillos, muchachos. Ni más ni menos que eso.

Estudiosos del tema, que los hay, por muy nuevo que sea el fenómeno, calculan que, por parte baja, el Fisco podría recaudar fácilmente algo así como 60 o 70 milloncitos de la divisa verde.

Cantidad nada de desdeñable, sobre todo ahora que el dólar está por las nubes. Dinero que podría utilizarse en reparar escuelas o en construir un Cesfam. O en retenes en esos sectores populares donde los delincuentes tienen menos frenos todavía para cometer tropelías de todo tipo, y que mantienen a la gente decente con  el credo en la boca.

Tiempo hay para que los parlamentarios hagan un poco mejor la pega. Hasta el 18 de este mes habrá tiempo para agregarle indicaciones al proyecto antes de que pase a ser discutido por la Cámara de Diputados y luego por el Senado.

Es de esperar que, al menos, unos pocos atinen y les limpien el parabrisas al resto.