- Los azules empataron 2 a 2 en los descuentos y reiteraron sus irregularidades del último ciclo, donde el venezolano Dudamel intenta impulsar la renovación de un equipo con un camarín con demasiado “peso” de los más experimentados.
POR CAMILO REY
En esta etapa de tránsito final por el campeonato, a la U todo le cuesta sangre, sudor y lágrimas. Y no se debe a que los rivales sean tan superiores ni que asomen fuezras extrañas para perjudicarle, sino simplemente porque está viviendo un proceso interno de “metamorfosis” que le cuesta demasiado sobrellevar cuando agobia demasiado la necesidad de sumar puntos para escapar del fondo.
Esta vez, un partido que parecía propicio a la luz de su mejor desempeño en la cancha, Iquique se lo complejizó con una reacción temperamental e, incluso, estuvo a punto de llevarse una victoria que habría sido un botín exagerado respecto a los méritos del partido. Para su hinchada la U hpy es un equipo indescifrable y la primera reacción siempre tiene su descargo con el técnico Dudamel, quien lucha por una renovación trabada desde el camarín y en el campo no encuentra las respuestas que espera del grupo.
El trámite del encuentro fue intenso y atractivo por las variaciones del marcador y el empuje con que ambos equilibraron a ratos la falta de derroche técnico. La apertura de la cuenta, casi a la media hora, con un acierto del joven Contreras, encendió una esperanza que los azules no supieron sostener más allá del entretiempo. A los 60′ empató Matías Donoso y diez minutos después Salinas remontó la ventaja y el cuadro iquiqueño empezó a controlar el dominio del juego.
La desesperación desordenaba aún más el funcionamiento de la U cuando la solución para manejar la pelota apareció desde el banco, con la inclusión de Montillo a los 77′. Gracias a la vieja fórmula, la pelota volvió a ser mejor administrada y con la presión final llegó la recompensa mínima para los universitarios: sobre los descuentos: Henríquez se acordó de anotar luego de casi un año y su remate restableció el equilibrio más acorde a la lógica del partido.
El séptimo empate de la U en el resistido ciclo de Dudamel demuestra que el ajuste ha sido más complejo que lo previsto. Y la impaciencia de los hinchas parece lógica, pero un análisis más sensato enseña que el venezolano asumió una tarea titánica: “refrescar” el equipo a despecho de la resistencia de un camarín donde Matías Rodríguez, Jean Beausejour y el propio Montillo tienen un peso histórico reconocido. Por ahora, el descenso no parece tan amenazante como quizás lo sea esa perceptible pugna interna que abre otro frente de lucha cuando los esfuerzos debieram focalizarse en escapar del fondo…
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