29 de marzo 2024

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No es el mejor arquero de la historia de la U. Es un ídolo grande, sí, aunque unos escalones más abajo que Leonel, que Salas, que Campos, Musrri y Socías. Y como portero, menos que al menos tres que alguna vez atajaron en el cuadro azul.

Por SERGIO GILBERT J. de El Ágora.

Johnnny Herrera anuncia el martes por la tarde que se retira del fútbol y 24 horas después, en el mismo medio donde dio a conocer la “exclusiva”, se sienta como nuevo panelista de uno de los programas del mismo canal. Tiene la suerte que no tienen los que dejan su trabajo de un día para otro. En fin, bien por él.

De todas maneras, en medio de ambas situaciones, Herrera, conocido al principio de su carrera como Superboy pero que con el correr de los años perdió ese apodo y nunca fue reemplazado por otro (raro en un arquero, aunque lo mismo pasa con Claudio Bravo), dio una serie de entrevistas para profundizar su decisión.

Johnny fue, ahí, frontal y brutalmente sincero como lo fue siempre. Hizo añicos a varios de los entrenadores que tuvo -algunos de ellos, según él, bastante chantas-, no tuvo reparos para decir lo que piensa de los todavía dueños de Azul Azul y de los actuales directores deportivos (Sergio Vargas y Rodrigo Goldberg), y hasta sorprendió al señslar que le hubiese gustado jugar en un equipo junto a uno de sus máximos “verdugos” futbolísticos: Esteban Paredes (quien igual le mandó su palito cuando se despidió públicamente de él).

Herrera dio harto tema, como siempre. Pero, quizás, lo que más puede generar un interesante debate es lo que señaló al autonominarse como “el mejor arquero de la historia de la U, lejos”.

Claro, como decía Julito Martínez, puede que “las nuevas generaciones” no hagan mucho reparo a esa sentencia de Johnny. A él, los millennials lo vieron jugar como los dioses en varios partidos en la U y alzando la Copa Sudamericana.

Pero no, Johnny Herrera no es el mejor arquero de la historia de la U. Es un ídolo grande, sí, aunque unos escalones más abajo que Leonel, que Salas, que Campos, Musrri y Socías. Y como portero, menos que al menos tres que alguna vez atajaron en el cuadro azul.

Herrera no es mejor, por ejemplo, que Eduardo “Pulpo” Simián, artífice del primer título de Universidad de Chile en 1940. Simián fue fundamental en aquella campaña porque sus atajadas disimularon el carácter casi plenamente amateur de la U, que así pudo doblegar a los grandes rivales semiprofesionales que eran los estelares de esos años: Magallanes, Audax, Santiago Morning y Colo Colo.

Se dirá que Simián -al cual el propio Sergio Livingstone consideraba su gran competidor como el mejor arquero de la época- no tuvo una carrera muy prolongada. Es cierto. Lo que pasa es que, junto con atajar, se recibió de ingeniero en minas y fue contratado por la Corfo y, como tal, encabezó las labores que terminaron con el descubrimiento del primer pozo petrolero en Magallanes. Su carrera profesional lo llevó después a la ENAP y hasta fue ministro en la administración de Eduardo Frei Montalva. El fútbol lo dejó guardado.

Tampoco Johnny Herrera puede compararse, según dicen muchos hinchas azules, con Manuel Astorga. El portero de la mayoría de los títulos ganados por el llamado “Ballet Azul” (el último de ellos lo logró Adolfo Nef como titular) e integrante del plantel chileno que disputó el Mundial de 1962 mostraba una agilidad y rapidez de mente impresionante, sin grandes imperfecciones técnicas pese a su altura. Quizás el liderazgo podría ser su punto débil en comparación con Herrera y otros porteros de la U. Pero así y todo, era buenísimo.

Finalmente, y aunque es obvio que el tema no puede cerrarse, Sergio Vargas es muy superior a Herrera en casi todos los aspectos técnicos medibles. Se puede decir incluso que Vargas estableció un estilo de juego en Chile que muchos arqueros comenzaron a seguir. Fue un modelo, creó escuela. El argentino nacionalizado chileno, además, tenía liderazgo y ganaba partidos tal como Herrera. Pero, a diferencia de aquel, éste nunca se basó en la denostación al rival sino que procuraba ensalzar las características de su equipo.

Cierto, al final, todo tiene que ver con los gustos personales, las emociones y, sin duda, por los momentos que cada uno vivió con los ídolos.

Nadie puede cerrar la puerta a la discusión futbolera.

Tampoco Johnny.