26 de abril 2024

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Haciendo un muy buen partido, la Selección Chilena volvió a perder frente a Brasil por la cuenta mínima. El partido sólo confirmó lo que desde hace tiempo venimos diciendo: carecemos de peso ofensivo y de un goleador de fuste para atreverse con sueños mayores, como son los de ir a un Mundial.

Por EDUARDO BRUNA de El Ágora.

Este partido, con algunas variantes, ya lo habíamos visto. En Copa América ante el mismo Brasil, pero también en otras derrotas de La Roja durante este ciclo de Lasarte. Y es que no se puede aspirar a ganar (menos frente a una potencia mundial), cuando no se tiene peso ofensivo y el gol escasea como el uranio. Tras esta nueva caída, nuevamente por 1-0 frente al “scratch”, sólo se puede concluir que nuestros sueños de estar en Qatar 2022 se ven cada día más lejanos. Sin Sánchez, y hasta con el propio Ben Brereton bajado a última hora de esta convocatoria, bastaba ver el ataque que utilizaría en este compromiso para concluir que nuestras posibilidades de éxito eran más que limitadas.

Porque Vargas no es el mismo de antes y es normal; porque Morales no tiene nivel de Selección, y sólo es titular en Colo Colo simplemente porque no tiene competencia. Lo peor es que en la banca tampoco había mucho a lo que echar mano. Y es tanta nuestra pobreza de jugadores que hasta tenemos que intentar vestirnos con ropa prestada, convocando a un Robbie Robinson que, tras viajar a Chile, lo pensó mejor y se devolvió a Miami dejándonos a todos con un palmo de narices. Porque a estas alturas la pregunta ya no es por qué se fue, sino para qué vino.

Como sea, La Roja jugó un extraordinario primer tiempo, considerando el rival que tenía al frente. Con la batuta de un Vidal inmenso y un lugarteniente de lujo, como Aránguiz, el cuadro de Lasarte redujo a los pentacampeones del mundo a su mínima expresión, al punto que, durante toda esa primera etapa, la única intervención de Bravo fue ante un tiro de Casemiro que no entrañaba mayor riesgo.

Curioso era, además, ver a un Brasil tan cauteloso, tan contenido. ¿Por qué así le gusta jugar a su técnico Tite o porque de antemano sabían que nuestro poder de fuego era más que limitado? Lo concreto es que el “scratch” sólo se limitaba a proteger su campo, pero no atacaba nunca como uno esperaría de un equipo con tanta historia y tantos galardones, como el brasileño.

Lo de Brasil fueron apenas unos contragolpes esporádicos, que el fondo nacional siempre supo resolver con la calidad de Paulo Díaz y el oficio innegable de Medel. ¿Cuál era el problema? Que frente a ese fondo tan numeroso y nutrido se requieren argumentos que este equipo de Lasarte no tiene. Por ejemplo, desborde por las alas, remate de distancia, al menos un cabeceador de fuste y, por sobre todas las cosas, un goleador.

Lamentablemente, La Roja no lo tiene. Se nos acabaron los Caszely, los Zamorano, los Salas y el “Chupete” Suazo, mientras que Vargas, con errores y también aciertos, quema sus últimos cartuchos más sustentado en los recuerdos de su pasado que en el presente. Y fue precisamente Vargas quien, sobre la media hora de juego, dejó ir la posibilidad más neta de gol de todo el partido. Sirvió un tiro libre Vidal con alma y vida, el meta Weberton apenas pudo repeler ese cañonazo y Vargas, empalmando de cabeza solo y en la boca del arco, la puso tan al medio que el arquero brasileño volvió a salvar un gol que se aclamaba.

Apenas reanudado el encuentro en su segunda etapa, un pase fantástico de Vidal dejó a Aránguiz en posición de gol, sólo que el lateral Alex Sandro se cerró en el segundo justo para evitar un remate que tenía como destino la red.

Frente a un cuadro como Brasil no se puede perdonar. Sencillamente porque, a la primera que ellos tengan, te vacunan. Y fue así, como lo sospechábamos. Primero, porque a Chile se le fueron mellando los pocos dientes que tenía . Y segundo, porque era altamente improbable que los jugadores de La Roja siguieran manteniendo la misma presión alta que tan bien había resultado en el primer tiempo. Dicho claramente, a Brasil, poco a poco, ya no le fue costando tanto salir.

Y en una de esas salidas confirmaron, una vez más, que ellos, al contrario de los equipos chicos, como nosotros, no perdonan cuando se les presenta la oportunidad. Les resultó por fin esa jugada precisa, de la que sólo pueden ser dueños los que tienen calidad y técnica, para marcar y saber, de ahí en más, que al rival se le habían acabado los argumentos. De nada valió el tapadón de Bravo a Neymar, porque ahí estaba Everton Ribeiro para cazar el rebote y conquistar el gol que les otorgaba tres nuevos puntos y les mantenía incólume la hoja de ruta en estas Clasificatorias, con siete partidos y siete victorias.

No podemos reprocharle nada a La Roja. Simplemente porque no podemos pedirle lo que no tiene. Sin argumentos ofensivos, sin capacidad de gol, es bien poco a lo que podemos aspirar, y ahí están los últimos resultados para refrendarlo.

Por ello es que, si en las visitas a Quito y Barranquilla salvamos un punto, no quedará otra que ir a Plaza Italia.

PORMENORES

Partido válido por las clasificatorias rumbo a Qatar 2022.

Estadio: Monumental.

Público: 10.897 espectadores.

Arbitro: Diego Haro (Perú).

CHILE (0): Bravo; P. Díaz (69’ Palacios), Medel, Maripán; Isla, Vidal, Pulgar, Aránguiz (78’ Valdés), Mena; Vargas y Morales (83’ Jiménez).

BRASIL (1): Weberton; Danilo, Eder Militao, Marquinhos, Alex Sandro; Casemiro, Bruno Guimaraes (46’ Gerson), Lucas Paquetá, Neymar; Vinicius Jr. (46’ Everton Ribeiro) y Gabriel Barbosa (78’ Cunha)

Gol: Everton Ribeiro, a los 64’.

Tarjetas amarillas: En Chile, Maripán, Pulgar y Morales; en Brasil, Marquinhos, Gerson, Bruno Guimaraes y Neymar.