Una sola explicación para el 1-0 de la U sobre la UC en el partido de ida de los cuartos de final de la Copa Chile: jugó su mejor partido en mucho tiempo, y su rival el peor desde que asumió Ariel Holan como entrenador.
Hay categorías en el fútbol y Universidad Católica aparece unos tres o cuatro peldaños más arriba que Universidad de Chile. Pero si hay algo que caracteriza a este deporte es la posibilidad de que un chico le gane a un grande.
Sucedió en una soleada tarde primaveral, con el estadio Santa Laura colmado por fanáticos azules: cumpliendo su mejor actuación en mucho tiempo, y aprovechando que su rival mostraba el peor juego desde que está Ariel Holan en la banca, la U venció por la cuenta mínima, marcador que resultó muy mezquino para premiar los enormes méritos que hizo en la cancha.
Parecía que el gol que definió el partido iba a ser una mera anécdota: se produjo a los 11’ por culpa ineludible del arquero Matías Dituro, que realizó un saque deficiente y le puso la pelota en los pies a Cristian Palacios. El uruguayo no dudó y remató de inmediato desde la línea del área grande y provocó el jolgorio de los partidarios del chuncho y una cara de asombro en los rostros cruzados.
Era inevitable que la UC reaccionara y empezara su acostumbrada tarea de desgaste del rival para después demolerlo. Pero, no: ni la U se echó hacia atrás, como hacía las pocas veces que se veía en ventaja, ni los cruzados pudieron tener el control del juego. Es más: Dituro se encargó de evitar, poquito después, que los azules aumentaran las cifras cuando tapó con el pie un remate de Assadi. Y más tarde el arquero tuvo que sobarse el pecho, donde rebotó un bombazo de Ronnie Fernández que picó en el pasto y se elevó en su trayectoria.
Resultó formidable la fórmula que aplicó la U para destruir las sociedades futbolísticas que caracterizan a la UC por el sector derecho y para evitar los centros que tanto peligro causan desde los pies de Alfonso Parot. Los volantes defensivos de la U cumplieron un papel de generoso esfuerzo y brillante resultado, con Felipe Gallegos auxiliando permanentemente a José Castro y con Israel Poblete haciendo lo mismo al lado de Yonathan Andía. Y con Lucas Assadi confundiendo al volante central Ignacio Saavedra tal como lo había hecho en el partido anterior, ante Palestino, con Agustín Farías.
Para quienes ven habitualmente a la U les resultaba sorprendente ver la amistad de Fernández con la pelota, el nivel de Yonathan Andía en la marca, la solvencia de sus dos centrales y el afán de todos de salir tocando el balón, y no a los pelotazos.
Al otro lado, en cambio, todo era negro. No se veía seguridad defensiva, sus volantes eran sobrepasados con facilidad, Mauricio Isla no avanzaba con la frecuencia que acostumbra, César Pinares no ejercía ninguna influencia en el juego, José Pedro Fuenzalida no sorprendía en sus desmarcaciones hacia el centro del ataque, Gonzalo Tapia era anulado y Fernando Zampedri era un náufrago como la pelota pasaba por todos lados menos cerca suyo.
Recién a los 36’, la UC se acercó al arco del debutante Martín Parra, el arquero que el entrenador anterior no quería, sin hacerlo intervenir: Pinares recibió con sorprendente libertad cerca del área chica y elevó el disparo. A los 44’ tocó por primera vez la pelota el arquero azul, tomándola en los pies de Tapia. Y a los 44’, los cruzados tuvieron una de sus dos mejores situaciones de gol: falló Castro como último hombre en un contraataque después de un córner, escapó Pinares sin marca ni posibilidad de ser alcanzado y se lesionó solo cuando se aprestaba fusilar a Parra.
Variaron las posiciones en la UC después del descanso: Fuenzalida tomó las riendas de la creación que había intentado Pinares, Tapia ocupó la punta derecha y Diego Ossa, que reemplazó al lesionado, se ubicó en la punta izquierda. Pero no varió, para bien ni para mal, el nivel de juego. Recién en los minutos finales asomó la UC acostumbrada, con los laterales convertidos en punteros y varios jugadores en el área esperando la culminación. No fueron muchas las angustias para la defensa azul, pero sustos hubo. En el cuarto minuto de descuento, Zampedri culminó su tarde triste con un disparo que desvió desde el punto penal. El goleador cruzado se hizo ver tres veces en el partido: cuando tocó la pelota por primera vez, 55 minutos después de empezar el partido, cuando le mostraron tarjeta amarilla y en esta maniobra desafortunada.
En el intertanto, la U pudo aumentar tres veces: el vertical impidió otro gol de Palacios después de un gran desborde y centro de Poblete, Dituro tuvo una sensacional doble atajada, primero para tapar un violento remate de Junior Fernandes y después para sacar con un manotazo la imperfecta insistencia de Fernández, y en los descuentos Junior escapó de la marca de Gary Kagelmacher y desvió el remate realizado ante el indefenso portero.
Así se concretó una victoria que resulta estimulante para Universidad de Chile, que tuvo ribetes heroicos porque medio equipo azul terminó acalambrado y que deja abierta la clasificación para semifinales, que se decidirá el miércoles posiblemente en Valparaíso.
PORMENORES
Copa Chile, cuartos de final, partido de ida.
Cancha: Estadio Santa Laura.
Público: 14.884 espectadores.
Árbitro: Nicolás Gamboa.
U. de Chile (1): Martín Parra, Yonathan Andía, Nery Domínguez, Luis Casanova, José Castro; Felipe Gallegos, Emiliano Ojeda, Israel Poblete, Lucas Assadi; Ronnie Fernández y Cristian Palacios. DT: Sebastián Miranda. Cambios: 64’, Junior Fernandes por Palacios y Pablo Aránguiz por Assadi; 74’, Felipe Seymour por Gallegos; 81’, Daniel Navarrete por Andía y Franco Lobos por Ojeda;
U. Católica (0): Matías Dituro; Mauricio Isla, Branco Ampuero, Gary Kagelmacher, Alfonso Parot; César Pinares, Ignacio Saavedra, Luciano Aued; José P. Fuenzalida, Fernando Zampedri y Gonzalo Tapia. DT: Ariel Holan. Cambios: 46’, Diego Ossa por Pinares; 60’, Fabián Orellana por Tapia y Bryan González por Aued.
Gol: 11’, Cristian Palacios (U).
Tarjetas Amarillas: Castro (U); Zampedri e Isla (UC).
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