Everton le ganó con un jugador menos en la cancha gracias a un penal de Waterman, aprovechando la peor presentación de los azules en el campeonato. Sin juego colectivo ni actitud, los azules fueron un “fantasma” en Rancagua.
En el último partido del financista Carlos Heller al frente de Azul Azul, la U mostró su peor dimensión futbolística. Puede ser “pura coincidencia” con el hecho de que desde el 28 de mayo en adelante asuman los nuevos controladores del club, con todas las atribuciones para hacer cambios, pero está claro que el equipo desnudó en Viña del Mar lo más deslucido de su repertorio.
Si hubiera sido un eventual examen para aprobar la permanencia o la partida del entrenador Rafael Dudamel, la derrota frente a un rival con 10 jugadores marca una definición clara: este equipo, que cayó con pena y sin gloria ante los viñamarinos, no tiene densidad de juego, carece de variantes y organización en la cancha, y los jugadores demuestran absoluta confusión y falta de actitud, Con ese panorama, en la coyuntura institucional actual, la posición del técnico venezolano resulta casi indefendible…
Frente a la inmejorable opción de quedar puntero de un torneo bastante mediocre, la U no supo superar a un rival con similares limitaciones y que jugó cincuenta minutos con un jugador menos, tras la expulsión de Madrid por juego brusco.
Los azules habían estado en el tobogán de la irregularidad en las seis fechas anteriores, pero siempre hubo algún aspecto que permitía cree en la consolidación o, al menos, en el derecho a una recuperación. Ahora, con el beneficio de la superioridad numérica, la U mostró la pobreza de su funcionamiento y -a diferencia de las dos jornadas previas- esta vez ni el goleador Larrivey estuvo iluminado para sacar a su equipo del túnel…
Su única oportunidad del primer tiempo fue un pase preciso de Sandoval que Larrivey demoró en resolver en el área y después de ello, definitivamente, nunca salió de su domiio sin variantes ni cambio. En ese trámite, frente a un rival más intenso y aplicado, hubo dos incidencias clave que marcaron el partido.
La primera fue a los 40′, cuando el árbitro Gilavert expulsó al volante Madrid por juego brusco. Y la otra, por cierto, el cobro de un penal por mano de Moya a los 55′, que Waterman envió a la red para resolver una lucha nivelada dentro de la mediocridad de ambos rivales.
Los pecados de la U son variados, desde la falta de temperamento o mística que transmite en la cancha hasta aspectos más objetivos, como la deficiente generación de juego, la intrascendencia de sus agentes ofensivos -Aránguiz, Larrivey, Luján, por ejemplo- y la falta de peso de las variantes -Rodríguez, Cortés, Contreras- en las que Dudamel busca un salvavidas para el naufragio…
En rigor, los números del equipo azul no son alarmantes -décimos con 11 puntos, a dos del puntero-, pero su producción futbolística tampoco da crédito a la confianza. El equipo se ve marchito, carente de reacción, casi sin alma…
PORMENORES
Estadio El Teniente. 8ª fecha. Árbitro: Francisco Gilavert.
Universidad de Chile: Fernando De Paul; Y. Andia, O. González, R. Arias, M. Morales; C. Moya (T. Rodríguez 59′), G. Espinoza, M. Sandoval (B. Cortés 87′); P. Aranguiz, J. Larrivey, N. Luján (S. Contreras 66′). DT: Rafael Dudamel.
Everton: Fabián Torgnascioli; S. Pereira, J. Barroso, D. Oyarzún; D. Zúñiga, B. Rivera, Á. Madrid, A. Ibacache (C. Díaz 88′); C. Valenzuela (G. Moya 46′); C. Waterman, C. Menéndez (M. Campos 73′). DT: Roberto Sensini.
Gol: 55′ Cecilio Waterman de penal.
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