26 de julio 2024

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  • Ahora al seleccionador no le cuesta armar una alineación tipo para enfrentar a Paraguay pensando en la Copa América, en un amistoso de real exigencia. Y salvo alguna duda puntual, el equipo titular se recita casi de memoria con Claudio Bravo, Paulo Díaz, Pulgar, Valdés y Alexis como columna vertebral

Por Camilo Rey de Revista El Ágora


La fecha FIFA disputada en marzo, y donde La Roja enfrentó a Albania y Francia, representó un impulso impensadamente potente para el nuevo ciclo de la selección chilena, que encabeza Ricardo Gareca. No tanto por los resultados, con una victoria previsible sobre los albanos y una derrota digna contra los franceses, sino porque el entrenador pudo imponer con rapidez algunas características de juego que deberán refrendarse en el amistoso del martes próximo frente a Paraguay.

El entrenador argentino delineó una nómina de jugadores de acuerdo a los rendimientos del momento, sin considerar a dos referentes de la “generación dorada” como Arturo Vidal y Gary Medel: el primero por una lesión y al segundo por una baja ostensible en su club, Vasco da Gama.

Sin embargo, más allá de esos detalles significativos, el “Tigre” logró transmitir en la cancha una idea de juego sustentada por un sistema táctico bastante lógico, asignando funciones específicas conforme a los jugadores disponibles. En rigor, no era tan complejo “ordenar la casa” dentro del campo y devolver a La Roja un funcionamiento básico que se enredó irremediablemente durante el proceso de Eduardo Berizzo.

En rigor, aprovechando esos 180 minutos en Europa, Gareca revitalizó las potencialidades individuales del equipo y, de paso, devolvió la confianza a una estructura colectiva que se había precarizado.

Ahora, sin embargo, afloran nuevas exigencias de cara a la Copa América y, principalmente, de las clasificatorias sudamericanas, donde Chile enseña números deficientes.

Paulo Díaz es figura indiscutida en River y La Roja.

El encuentro del martes con Paraguay representa, en ese marco, una batería de prueba de alta demanda, porque el rival opone tradicionalmente dificultades propias de su identidad futbolística: fortaleza física, potente juego aéreo, intensidad y marcación presionante, todo lo cual siempre incomodó a los cuadros nacionales.

La estructura por sobre las individualidades

El grado de dificultad es mayor probablemente respecto a enfrentar a los albaneses de marzo y mucho más productivo, por cierto, que medirse con Cuba y República Dominicana como lo hizo el Toto Berizzo en junio del año pasado.

Desde cualquier perspectiva, Paraguay es un valioso rival, no porque permita ganar, golear y gustar delante del público chileno, sino precisamente porque será un adversario serio y competitivo, capaz de destapar las falencias que –por lógica- aún debe superar La Roja en su rodaje previo a la Copa América.

Asimismo, más allá de la controversia porque Gareca debió o no ceder a Felipe Loyola para defender a Huachipato ante Gremio, o si debe reconsiderar la inclusión de Arturo Vidal en los cupos pendientes para la Copa América de Estados Unidos, el seleccionador cuenta con una formación titular que no presenta mayores misterios.

Prácticamente, persisten dudas mínimas. Gareca ya respaldó a Claudio Bravo en el arco, y la defensa titular se arma de memoria, con Mauricio Isla, Paulo Díaz, Guillermo Maripán y Gabriel Suazo. En el mediocampo, tras la recuperación física de Erick Pulgar y el gran momento de Diego Valdés en México, el sector está cubierto con Rodrigo Echeverría, Pulgar, Marcelino Núñez o César Pérez y Valdés. Y arriba, el compañero de Alexis Sánchez saldrá de entre Ben Brereton y Eduardo Vargas.

Así, Gareca tendrá sólo 90 minutos para perfilar las virtudes y defectos de su equipo proyectando ese potencial hacia el debut ante Perú en la Copa América. Aunque los nombres están sobre su mesa, la arquitectura futbolística definitiva requiere una consolidación que sea consecuencia de afinar aquella mecánica de juego que -como regla- se imponga siempre a los destellos individuales…