25 de abril 2024

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El paraguayo, debutante absoluto viniendo desde la banca, justificó su presencia estando en el lugar y en el momento adecuado para quebrar el cero. Lo del Cacique, más allá del triunfo y los tres puntos, no da, sin embargo, para hacerse muchas ilusiones. Tampoco lo de Ñublense es muy prometedor, pensando en la competencia internacional.

Por EDUARDO BRUNA / Fotos: PHOTOSPORT


El himno albo explica el triunfo de Colo Colo por la diferencia mínima, 1-0, frente a Ñublense, convertido en la “bestia negra”, en este caso roja, del Cacique. Y es que el cuadro de Gustavo Quinteros, sancionado por el Tribunal de Penalidades y en la tribuna, se impuso “con empuje y coraje”, pero con tan poco fútbol que, más allá de los tres puntos, la hinchada popular realmente no tiene mucho que celebrar.

Incluso el gol, que significó la victoria, fue “a los ponchazos”. Es decir, no se trató en ningún caso de una jugada bien elaborada. Sólo llegó gracias a que el paraguayo Darío Lezcano, ingresado sólo minutos antes, estuvo en el lugar y en el momento preciso para empalmar en la boca del arco una pelota que, tras un tiro de esquina, se había paseado por el área. Poquito, hasta ahí, se había visto el guaraní. Pero con ese gol, que implicó la agónica y poco lucida victoria alba, justificó absolutamente su presencia. Dicho con claridad: Lezcano tenía la ganzúa que necesitaba el Cacique para imponerse frente a un equipo que, sobre todo en el segundo tiempo, renunció casi por completo a ganar y optó por cerrar espacios, viendo que los delanteros albos eran absolutamente impotentes para superar el cerco.

¡Qué mal juega este Colo Colo versión 2023! Es cierto lo que dice Quinteros: que se fueron jugadores importantes y, prácticamente, está rearmando y reformulando el equipo. Sólo que Ñublense vivió un fenómeno parecido, pero ocurre que, con sus limitaciones, muestra un juego mucho mejor orientado y más fluido.

La mayoría de los jugadores albos cumplió un partido discretísimo. El fondo albo sigue sin tener la solvencia esperada, y eso que Ñublense sólo se jugó sus cartas, y hasta por ahí nomás, en la primera etapa. De no haber sido por Falcón, que recuperó su nivel, el resto de los defensores no da mucha confianza. A estas alturas, y dadas sus limitaciones, el hincha alba a lo mucho puede aspirar a que Rojas, González y Wiemberg no metan mucho la pata.

El mediocampo albo mantiene el trajín que le dan Pavez y Fuentes, pero carece por completo de ese jugador que meta un pase filtrado. El chico Thompson esta vez no anduvo y su reemplazante –Carlos Palacios- se equivocó mucho más de lo que acertó. Y arriba…, bueno, arriba el panorama albo fue sencillamente desolador. Bolados no ganó ni un solo mano a mano, el colombiano Castillo sólo mostró chispazos y Benegas, que nunca fue un dechado de virtudes, sólo aportó empeño para luchar y pelearse con todos, pero sin ningún resultado.

Preocupante fue ver enfrentarse a estos dos equipos que son nuestras cartas en la Copa Libertadores, toda vez que Magallanes y Curicó todavía tienen que luchar por meterse en la fase de grupos. Ñublense, que se vio mejor orientado y mejor armado, pese a su evidente amarretismo, ofensivamente tiene muy poco. En cuanto a Colo Colo, sigue careciendo de claridad, talento y fluidez. Todo le cuesta un mundo, y quedó más en evidencia cuando encontró menos espacios que los que hasta allí había tenido. No hay desborde por las alas y ni hablar de superar líneas metiendo una pared. Hay toda una competencia por quien entrega el más cuadrado de los ladrillos.

Cómo será de discreto este ataque albo que, por momentos, uno hasta echa de menos al uruguayo-peruano Gabriel Costa. ¿Habráse visto cosa igual?

Este Colo Colo es ciertamente irreconocible respecto del cuadro del año pasado, que no era ninguna maravilla pero por lo menos jugaba a algo. Si hasta la vestimenta como que contribuye para el parangón: desde la Supercopa, frente a Magallanes, el Cacique no ha dejado de vestir la camiseta gris. Y eso que, como campeón, pudo perfectamente respetar la historia y jugar de blanco. ¿Qué pasa? ¿No han llegado las camisetas albas nuevas o es una muestra más del poco respeto de Blanco y Negro por la historia?

PORMENORES

Campeonato Nacional, partido atrasado de la tercera fecha.

Estadio: Monumental.

Público: 33 mil espectadores, aproximadamente.

Árbitro: Héctor Jona.

Colo Colo (1): B. Cortés; J. Rojas, M. Falcón, R. González, E. Wiemberg; J. Thompson, C. Fuentes, E. Pavez; M. Bolados, L. Benegas, F. Castillo. DT: Walter Lema. Cambios: 46’, C. Palacios por Thompson; 68’, D. Lezcano por Benegas; 73’, M. Rojas por Castillo; 90+3’ M. De los Santos por Bolados.

Ñublense (0): N. Pérez; R. Rebolledo, R. Caroca, E. Guerrero, J. Campusano; J. Henríquez, L. Reyes, J. Leiva; P. Rubio, A. Vilches y P. Aránguiz. DT: Jaime García. Cambios: 46’, L. Abascia por Guerrero; 65’, A. Valdés por Aránguiz y B. Provoste por Henríquez; 73’, R. Cisterna por Vilches; 90+4’ A. Martínez por Reyes.

Gol: 87’, Darío Lezcano (CC).

Tarjetas amarillas: J. Rojas y Falcón (CC); Vilches y Rubio (Ñ).

Expulsados: Carlos Palacios (CC) y Patricio Rubio (Ñ), tras terminar el partido.