22 de noviembre 2024

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Al igualar a uno, Unión La Calera y Audax Italiano permitieron que Universidad Católica recobrara el liderazgo en el torneo nacional. En Rancagua, O’Higgins y La Serena dieron una clase magistral de mala puntería.

Por JULIO SALVIAT

Era atractivo el premio para el que ganara, pero no lo supieron aprovechar. Al revés, Unión La Calera y Audax Italiano se mataron entre sí al igualar 1-1 en un intenso partido, y con eso permitieron que Universidad Católica se instalara nuevamente en la cima del cómputo del torneo nacional.

El resultado fue una adecuada recompensa para los méritos de cada equipo.

El sobresaliente comienzo calerano le dio tempranos frutos con la anotación mediante un cabezazo de Octavio Rivero, y hasta pudo conseguir más premios porque un remate de Andrés Vilches terminó con la pelota golpeando el travesaño y poco después un disparo del propio centrodelantero se perdió rozando un vertical.

Las movidas del entrenador Pablo Sánchez remediaron lo que parecía encaminarse a un desastre del cuadro itálico. Contra todas las costumbres, cambió a un jugador a los 21 minutos de juego (salió Roberto Cereceda e ingresó Manuel Fernández) y varió el sistema de juego. Con una línea de tres en el fondo, defendió mejor que con cuatro y, a la vez, dio la pelea en el mediocampo hasta ganar ese territorio.

Con Joaquín Montecinos dando ejemplo de despliegue y de lucha, Audax Italiano ya no permitió que Unión La Calera se paseara con tanto desparpajo por la cancha. Al contrario, fue aumentando la presión y multiplicando los problemas para la defensa local.

Justo cuando el técnico calerano movía el tablero para retomar el dominio del mediocampo con la incorporación de Jorge Valdivia se produjo la igualdad: un oportuno puntazo de Rodrigo Holgado terminó con una maniobra confusa cuando el peligro para el arquero Alexis Martín Arias parecía haber pasado. Y desde ese momento, minuto 66’, no hubo tregua: los dos equipos agotaron inútilmente sus recursos en busca de la victoria que los dejaba solitarios en la punta y que no pudo llegar.

PAPELONES EN RANCAGUA

Como si se hubieran olvidado del propósito que tiene el juego del fútbol, algunos equipos chilenos están rematando cada vez menos al arco contrario. Habrá que recordarles que el juego más popular del mundo consiste en hacer goles. Y para conseguirlos, hay que rematar. Y achuntarle a ese espacio que hay que entre dos verticales y un horizontal.

O’Higgins le achuntó dos veces en 94 minutos, y eso bastó para que el arquero de La Serena, Zacarías López, se ganara el premio que la televisión le otorga al mejor jugador del partido. Fueron muchas las jugadas propicias para convertir, pero la tónica fue la mala puntería, incluso en un penal fallado por Tomás Alarcón, que estaba ganando fama de infalible en estos menesteres.

Al otro lado, los atacantes serenenses se acercaron muy poco al portero Nelson Espinoza, que no jugaba desde hace un año y medio,  y lo asustaron con solamente tres disparos: uno difícil, uno fácil y otro, ejecutado por Humberto Suazo, en el palo.

De este modo, el 0-0 en el estadio El Teniente fue justo castigo para los dos. Estuvo más cerca O’Higgins, fundamentalmente por las escapadas de Francisco Arancibia y las entregas de Ramón Fernández, pero todo se diluyó con los desaciertos de Marcelo Larrondo, Facundo Castro y el propio Arancibia en el finiquito.