20 de abril 2024

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Para el “Cacique” los goles, extrañamente, llegaron cuando el cuadro viñamarino había equilibrado el juego y hasta había dejado ir una oportunidad clarísima para abrir la cuenta. El elenco albo había sido tan superior en esa primera etapa, que a nadie le hubiera extrañado que se hubiera ido al descanso en ventaja de dos o tres cero.

Por EDUARDO BRUNA

Se pensó que Colo Colo podría pagar cara su farra del primer tiempo cuando Waterman, apenas reanudada la segunda etapa, desvío por poco su zurdazo en un mano a mano con el meta Cortés. Era la primera llegada viñamarina al área alba, y como Everton equiparaba el juego en esos minutos iniciales del complemento, podía perfectamente suceder que para el “Cacique” su mejor momento ya hubiera pasado. Pero extrañamente, Colo Colo encontró los goles, y la victoria por 2-0, cuando ya no era el dominador absoluto que había sido en el inicio.

Y no es que Everton preocupara mucho ofensivamente hablando. De hecho, esa oportunidad del panameño fue la única que tuvo en todo el encuentro, sólo que su mediocampo funcionaba un poco mejor y el fondo parecía haber superado el chaparrón inicial, cuando Colo Colo había registrado entre seis o siete aproximaciones a fondo y de ellas al menos tres habían sido oportunidades de gol clarísimas.

Si Colo Colo se había ido a los vestuarios con un 0-0 que no reflejaba la rotunda superioridad que había ejercido sobre su rival, ello se había debido fundamentalmente a la poca pericia que había mostrado Morales para transformar en gol las ocasiones de que había dispuesto.

Con buena presión en todos los sectores, con el buen fútbol de Martín Rodríguez y de Gil, Colo Colo mostraba un fútbol veloz y fluido. Una armonía de juego que se había echado de menos durante todo el campeonato pasado, en que parecía que la pelota les quemaba los pies a todos y la mochila del fantasma del descenso era una carga difícil de sobrellevar.

Este Colo Colo, que ya se había mostrado otro en las fechas iniciales, aun perdiendo frente a O´Higgins, en el Sausalito era dueño absoluto de las acciones frente a un cuadro viñamarino que evidenciaba tener muy pocas respuestas. Ni siquiera el hecho de afrontar el encuentro con una pareja de centrales que mucha confianza no daba (Fuentes y el juvenil Gutiérrez), era obstáculo para que el Cacique dominara las acciones casi desde el pitazo inicial, acercándose reiteradamente a la portería de Tornagscioli.

Frente a las rotundas equivocaciones de Morales en instancias más que favorables, se hacía perfectamente entendible que el técnico albo, Gustavo Quinteros, insistiera hasta majaderamente con que, aparte de faltarle un central, necesitaba imperiosamente de un goleador.

Esa primera etapa, tan llena de fútbol y de juego tan incontrarrestable para Everton, parecía diluirse apenas comenzado el segundo tiempo. Porque de entrada se vio a un Everton mejor parado y capaz, ahora sí, de pelear el partido de igual a igual. Lamentablemente para el cuadro “oro y cielo”, el panameño no le dio con justeza en ese mano a mano que lo había dejado el pase preciso de Valenzuela y con eso perdió la mejor posibilidad -y en realidad la única- para a lo mejor haberle cambiado el rumbo al encuentro.

Pero a este Colo Colo le sale todo lo que antes no le salía. Los rebotes le quedan generalmente a sus jugadores que, además, ganan más que pierden en lo que se llama la disputa de la segunda pelota. Hasta el gol de la apertura surgió de un penal de esos que antes siempre le cobraban al fondo albo. Un centro de Costa fue al brazo demasiado abierto de Barroso y el pito Lara ni siquiera tuvo que consultar al VAR para marcar la falta. Y fue precisamente Morales, el delantero más desafortunado de la tarde, quien, a pesar de que anunció la dirección de su remate desde que tomó carrera, la puso igual pegada a un malo con la violencia justa como para que la volada del meta viñamarino sirviera de nada.

Everton, qué duda cabe, sintió el impacto. Volvió a desordenarse y a ser absorbido por el despliegue albo, que apretaba en todos los sectores del terreno.

Precisamente de esa marcación alta vino el segundo tanto, el de la tranquilidad definitiva para Colo Colo y un mazazo para Everton, que calibró que ésta no era su tarde y que el invicto de tres fechas iniciales se había terminado. Morales robó el balón a la entrada del área y, con todo el fondo “oro y cielo” descolocado, la cedió hacia la izquierda, para un Costa que ingresaba libre y sin marca. Y el peruano-uruguayo esta vez no se equivocó. Le metió la zurda justa y cruzada para eludir el achique que intentaba el meta viñamarino.

Colo Colo logró, en un reducto siempre complicado y difícil, una victoria clara y que no admite objeciones. No sólo eso: mostró un fútbol que, en la medida que pueda mantenerse durante un mayor número de minutos, pueden hacerlo una fuerza más que competitiva para este campeonato.

PORMENORES

Campeonato Nacional. Cuarta fecha.

Estadio: Sausalito de Viña del Mar.

Arbitro: Juan Ignacio Lara.

EVERTON: Tornagcioli; Medina (46’ Bravo), Oyarzún, Barroso, Zúñiga; Moya (64’ Rivera), Echeverría, Valenzuela (79’ Menéndez); Campos (64’ Leyva), Waterman, Ibacache.

COLO COLO: Cortés; Rojas, Fuentes, Gutiérrez, Suazo; Gil, Soto, Costa (90+1’ Valencia); Bolados (74’ Solari), Morales y Rodríguez (89’ Albornoz).

GOLES: Morales a los  67’ (penal) y Costa a los 74’.

Tarjetas amarillas: en Everton, Medina; en Colo Colo, Bolados.