23 de noviembre 2024

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Con un equipo más que diezmado a causa del Covid, Colo Colo viajó a Chillán con un equipo conformado mayoritariamente por juveniles, varios de los cuales jamás habían jugado en Primera División, y así le fue: Ñublense, que en el problema nada tenía que ver, aprovechó de maravillas la verdadera liquidación que ofreció el Cacique, redondeando una contundente goleada por 5-1 y conquistando tres puntos que lo meten en la parte alta de la tabla.

Con todo, no se puede ser tan elogioso con el vencedor ni tan drástico con el perdedor. Se sabía, desde el día viernes, cuando la bomba de la Seremi de Salud estalló en el Monumental, dejando prácticamente a todo el plantel albo fuera de este compromiso, que Ñublense era el inmenso favorito para quedarse con la victoria y los puntos. Respecto de Colo Colo, hizo lo que pudo mientras tuvo fútbol y piernas, porque se sabe, también, que la pandemia ha dejado a todos estos muchachos de las series cadetes sin competencia desde hace más de un año y están desprovistos del más mínimo ritmo competitivo.

Es decir, que aparte de ser casi todos ellos tipos novatos, y por lo mismo inexpertos, debían afrontar el compromiso de Chillán sin el necesario rodaje como para aspirar a un triunfo.

Y hay que decir que, mientras las fuerzas estuvieron intactas, Colo Colo no era inferior a Ñublense. Es más: hasta alcanzó a ponerse en ventaja, preludiando una proeza que, ciertamente, no llegó. En otras palabras, en Chillán se vio un partido durante la primera etapa, en que había un manifiesto equilibrio de fuerzas, y otro diametralmente distinto en la fracción de complemento, cuando el ritmo, la potencia y la experiencia de los avezados jugadores locales terminó por imponerse, y de manera contundente.

Si algo faltaba para limitar aún más las posibilidades albas, ya de por sí escasas, la persistente lluvia también fue factor, porque en una cancha pesada muchachos en pleno proceso de desarrollo futbolístico tenían que sentir el esfuerzo. Con mayor razón si desde hace tiempo no juegan ni compiten.

Con este parchado e improvisado equipo, Colo Colo hasta se puso en ventaja, luego que Gaete, con remate cruzado, aprovechara un gran pase profundo de Villanueva, que hizo una primera media hora para ilusionarse, porque alcanzó, en ese lapso, a mostrarse como el jugador que hasta ahora no ha podido ser. Tan buena fue esa ráfaga, que el equipo funcionaba más por él que por Gil, limitado por el absoluto desconocimiento de los chicos que tenía al lado.

Pero fue un espejismo. A los 34 minutos Ñublense conseguía la paridad, tras una trabada de Garrido que le dejó la pelota servida a Quinteros, y este aprovechó la oportunidad para pegarle fuerte arriba, batiendo completamente a Fierro.

Con ese 1-1 concluyó una primera etapa que, ya se dijo, mostró un llamativo equilibrio y, para los hinchas albos, juveniles que muestran condiciones. Fueron los casos del lateral derecho Bruno Gutiérrez, de Vicente Pizarro (hijo del “Kayser”) y de Joan Cruz, un muchacho habilidoso y nada de torpe con el balón pero al que, claramente, le falta más envergadura y fuerza para competir.

En la segunda etapa, sin embargo, vino la debacle alba. Bastó que a los 58 minutos Pinto aprovechara una grosera desaplicación de la defensa popular para anotar un 2-1 que fue rápidamente escalando.

Porque, fue claro, los muchachos albos sintieron el golpe. Se desordenaron, perdieron la aplicación que hasta ahí habían mostrado y balonazos largos que no habrían revestido mayor peligro frente a un bloque posterior avezado, se transformaron en verdaderas puñaladas para una defensa que a esas alturas había perdido por completo la ubicación y el orden.

Quinteros a los 62’, Guerra a los74’ y Cerezo a los 89’, estructuraron una goleada que puede tener explicación, pero nada de atenuantes o excusas. Simplemente, se había dado la lógica.