Por Rafael Martínez Lozano, periodista y comunicador social
Este domingo se desarrollarán las elecciones presidenciales y parlamentarias en nuestro país. Un proceso que, pese a repetir sus patrones, información y mecanismos, siempre aporta una cuota significativa de expectación, análisis y cálculos político-electorales de uno u otro sector.
Sin embargo, resulta relevante —a mi juicio— reflexionar y proyectar escenarios sobre cómo se ha movido este “ajedrez político”, con piezas cuyo valor figurativo va desde reyes, reinas y alfiles, hasta peones estratégicos que pueden ser sacrificados en pos de una jugada mayor o de un movimiento capaz de alterar el tablero.
EL FLANCO OFICIALISTA
Jeannette Jara ha sabido administrar con inteligencia su ventaja aparente en los sondeos. No obstante, enfrenta dos peligros ineludibles ante un probable balotaje. Por una parte, la falta de convencimiento y respaldo pleno por parte del denominado Socialismo Democrático, bloque incómodo dentro del gobierno, que pese a sostenerlo en momentos críticos, aún mastica —pero no traga— no estar en la primera línea de la opción hacia La Moneda. Acompañar es difícil cuando se aspira a dirigir.
El segundo factor de preocupación para Jara es dónde buscar votos para la segunda vuelta. Ni Eduardo Artés ni Marco Enríquez-Ominami parecen capaces de ofrecer un caudal electoral que incline la balanza o proporcione un colchón sólido para alianzas. A ello podría sumarse que, tras la reconfiguración del mapa parlamentario, el bloque PS-PPD enfrente apatía o desinterés si el resultado oficialista es magro.
EL TABLERO DE LA DERECHA
Volviendo a la alegoría ajedrecística, queda por discernir si la irrupción de Johannes Kaiser fue una jugada espontánea o parte de un “Gambito de Dama”. Si este movimiento fue planificado, resulta tan arriesgado como estratégico. En la elección anterior, José Antonio Kast se impuso en primera vuelta por estrecho margen a Gabriel Boric, quien luego utilizó hábilmente la dicotomía “yo o el fascismo”.
Hoy ese rol del “duro”, apólogo dictatorial, xenófobo y conservador a ultranza lo encarna el candidato Nacional Libertario. Esto deja al líder Republicano en una posición relativamente conciliadora respecto de la elección previa, lo que podría permitirle sumar, en un eventual balotaje, tanto su votación histórica como la de sus competidores de derecha y un porcentaje del electorado indeciso.
EL CASO MATHHEI
Particular es también la situación de Evelyn Matthei. Con una trayectoria pública extensa y con una gestión municipal bien evaluada en Providencia, nunca logró cumplir las expectativas ni de su sector ni del establishment político, y menos aún de la calle. Su estrategia comunicacional fue errática, apostó por aristas donde no estaban sus fortalezas, eligió mal sus batallas y tardó demasiado en comprender que su rival a vencer no era Jeannette Jara, sino José Antonio Kast. Su comentario sobre el “vidrio blindado” utilizado por el exdiputado en un cierre de campaña fue la muestra tardía de ese error de diagnóstico.
LOS CANDIDATO DEL TINCÓMETRO
Dejando fuera —solo desde la probabilidad electoral— a Artés y MEO, resulta interesante observar qué ocurrirá con Harold Mayne-Nicholls y Franco Parisi. Ambos representan lo que en el coloquio se llama el “tincómetro”: opciones descartadas por votar “a la segura”, pero guardadas como un placer culpable detrás del biombo.
Mayne-Nicholls carga con atributos concretos y asociativos: su vínculo con la llegada de Marcelo Bielsa y con una época feliz del fútbol chileno, contraste evidente con el último lugar en la clasificatoria; y su rol en la organización de los Juegos Panamericanos. Parisi, por su parte, explota el sentido común, golpeando corrupción y clientelismo con la fiereza de un púgil que no tiene nada que perder y cree que, en una arremetida a ciegas, puede acertar un gancho al mentón de lo establecido. Sus bajadas concretas (“conmigo les alcanzará la plata”) aprovechan la voracidad y torpeza de los lobos de la vieja política, esperando —como zorro astuto— sacar su tajada en el momento oportuno.
¿QUO VADIS, CHILE?
Así, en cuestión de horas, el camino del país se despejará. Retomo, entonces, aquella pregunta hecha por San Pedro a Jesucristo en la Vía Apia, impidiéndole al apóstol huir de Roma y que da título a esta columna: ¿Quo Vadis, Domine? ¿A dónde vas, Señor?
¿A dónde vas, Chile?
La ciudadanía tiene ahora la última la palabra.

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