1 de mayo 2024

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Ñublense le ganó con un penal en los últimos minutos y los azules suman nueve fechas sin triunfar en un dramático desplome que demuestra que para los azules siempre puede ser peor y del que no se eximen dirigentes, técnicos ni jugadores…

Por DANIEL PÉREZ PAVEZ de El Ágora.

Para sumar su novena fecha sin ganar y la sexta derrota consecutiva, a Universidad de Chile le bastó con repetir lo que venía haciendo hace tiempo en medio de una mediocridad futbolística abismante y una desorientación técnica increíble en un club que se llama “grande”. La victoria de Ñublense en Chillán se decidió con un lanzamiento penal ejecutado por Nicolás Vargas a los 86′, tras un codazo del zaguero Ramón Arias contra Nico Guerra, el mismo “acorazado de bolsillo” que desecharon los propios azules.

Si alguien supuso que la renuncia de Esteban Valencia y el interinato de CristiánRomero podría modificar algo de la esencia de los fracasos constantes del último tiemp, seguramente fue el mismo dirigente-accionista que antes confió el banco de la U a técnicos sin la jerarquía suficiente como Rafael Dudamel y Hernán Caputo.

En rigor, esta U de penoso desempeño es la suma de todos los miedos y de todos los errores. A estas alturas parece un equipo abrumado por la responsabilidad de escapar del fondo de la tabla, donde ya se empantanó a sólo un punto de distancia de Curicó y la zona de la temida Promoción por el descenso.

La secuela de partidos perdidos en las últimas semanas son una copia infeliz del “infierno” en que se mueve un cuadro sin fondo de juego y donde las viejas figuras salvadoras -como el goleador Joaquín Larrivey, por ejemplo- están muy en deuda en el registro de los rendimientos individuales.

El detalle rescatable de un partido proverbialmente parejo, de dura disputa, de errores similares en el manejo del balón, se remite a un par de llegadas mal resueltas. A los 14′ Larrivey desvió desde buena posición en el área y a los 78′ De Paul contuvo una arremetida de Guerra, cuando el empate parecía escrito en la pizarra del juego.

Esta U actual, con dirigentes fantasmas y un gerente deportivo que llegó como estrella sudamericana y hasta ahora no supo resolver siquiera su primer acertijo, deambula en la cancha como un zombie: carece de una estructura de juego, su columna -De Paul o el joven Campos, da igual; Arias, Espinoza y Larrivey- perdieron hace rato sus poderes y no contagian lo que antes encendía al resto. Sin juego ni fuego, a la U le acechan horas mas complejas, con un calendario final exigente que tendrá que afrontar pensando sólo en poder salvarse: Católica, seguida por O’Higgins, Cobresal y La Calera.

El contexto institucional de los azules asoma aún más enmarañado, mientras desde afuera llegan versiones sobre la propiedad del club, que correspondería al empresario Fernando Felicevic, según la versión de Juan Cristóbal Guarello en ADN. Incluso, el comentarista denunció que el poderoso representante y manejador de varios clubes y figuras -con Alexis como emblema- incluso ya instaló a Sebastián Miranda como hombre de su confianza para gestionar el plantel y las divisiones menores con propiedad…

Al fin, esta U que decepciona y amarga a sus hinchas y encadena demasiados errores en todos los niveles -sin eximir a los jugadores- sigue cavando su propia tumba, sin luces ni reacción para escaparle a esa suerte de designio fatalista que indica que -por desgracia- siempre todo puede ser peor…

PORMENORES

Estadio Nelson Oyarzún. Árbitro: Héctor Jona.

Ñublense (1): Nicola Pérez; Enzo Guerrero, Nicolás Vargas, Giovanni Campusano, Bernardo Cerezo; Walter Martínez, Manuel Rivera, Federico Mateos, Nicolás Guerra; Matías Moya, Maximiliano Quinteros. DT: Jaime García.

Universidad de Chile (0): Fernando de Paul; Augusto Barrios, Osvaldo González, Ramón Arias, Diego Carrasco; Sebastián Galani, Mario Sandoval, Marcelo Cañete; José Gatica, Joaquín Larrivey, Franco Lobos. DT: Cristián Romero.

Gol: 86′ Nicolás Vargas de penal.