Por EDUARDO BRUNA
El aburrimiento del partido se rompió en el minuto 74. Universidad Católica, con un hombre más desde los 29 minutos, ejercía un dominio absoluto del partido, pero completamente estéril al no poder superar a la bien plantada defensa de Argentinos Juniors. Se necesitaba una jugada muy justa y esta la produjo Aued, otra vez entrando desde la banca, con un centro tan bien medido que el balón superó el salto del defensa y eso le permitió a Valencia pivotear para la arremetida de Zampedri, que en la boca del arco anotó el gol con que Universidad Católica derrotó por 1-0 al
cuadro de La Paternal y, de paso, sumó tres puntos de oro que la hacen recuperar su opción de clasificar a una fase siguiente de la Copa Libertadores.
El partido era absolutamente equilibrado cuando, en el minuto 29, Hauche se hizo expulsar absurdamente. Molesto por el quite de Fuentes, que por cierto fue áspero, como lo amerita todo compromiso copero, no halló nada mejor que propinarle una violenta patada por detrás que fue toda una agresión. El pito brasileño Sampaio no dudó en mostrarle al atacante argentino la tarjeta roja.
A partir de ese momento, el partido, como expresión de fútbol y brindador de emociones, se vino estruendosamente abajo. Y es que si hasta la expulsión de Hauche ninguno de los dos equipos mostraba mucho ofensivamente hablando, al punto que tanto Chávez como Dituro tenían escasísimo trabajo, con un hombre menos Argentinos Juniors renunció por completo a atacar. El cuadro origen de Maradona como que pensó que a partir de ese momento la responsabilidad corría por cuenta del adversario y, confiando en una buena solidez defensiva, que lo tenía sin goles en contra luego de tres duelos coperos, dejó que Universidad Católica se viniera, reduciendo a una hipotética contra la posibilidad de ganar el partido.
Una contra que, por cierto, nunca llegó. Aparte de que al grandote Avalos lo dejó muy solo arriba, los volantes estaban tan retrasados siempre que llegar a juntarse era altamente improbable, porque de partida debían recorrer muchos metros para ir en auxilio de su solitario compañero.
Los últimos quince minutos de esa primera etapa fueron insufribles. Monótonos y aburridos hasta la exasperación. Dueña absoluta del balón, Universidad Católica tocaba y tocaba, pero sólo lateralmente y sin la más mínima profundidad. Si el balón buscaba las bandas, ni Puch ni Fuenzalida mostraban la velocidad suficiente para desbordar y ganar la línea de fondo. Si el balón iba al área, los defensores argentinos ganaban una y otra vez por bajo y por alto.
Se suponía que, notando eso, Poyet buscaría subsanar ese problema para la segunda etapa. A todos se les venía a la cabeza el nombre de Montes, que frente a Nacional de Montevideo había provocado estragos por habilidad y velocidad. Pero no. Universidad Católica mantuvo la misma formación para la segunda etapa y su juego anodino y repetido no mostró ningún cambio. Los primeros minutos del complemento eran una copia con papel calco respecto de lo que el cuadro de Poyet había producido en la primera etapa: los cruzados tocando y tocando lateralmente, sin jamás cambiar el ritmo o buscar el pase profundo, aún a riesgo de equivocarse. ¿Qué tanto, si las veces que Argentinos Juniors recuperó volvió a perderla enseguida?
Recién a la hora de juego, y viendo que el empate le servía de bien poco, Poyet se atrevió a remecer el esquema de su equipo. Sacó a Fuentes, un zaguero, para poner a Valencia, al paso que excluía a Saavedra para que ingresara el “Gato” Silva. Pero el problema persistía, porque Fuenzalida, que en los primeros minutos de la segunda etapa había por fin ganado un par de desbordes a los cuales no les sacó ningún provecho, para luego nuevamente desaparecer, se sumaba a un Puch que sólo ayudaba a sostener el balón, pero que como elemento incisivo y peligroso no existía.
Más allá de su dominio, de su superioridad numérica, Universidad Católica no encontraba el camino. Hasta que se produjo ese preciso centro de Aued que culminó con el gol de Zampedri.
Entonces, recién, pudo verse otro partido. Argentinos Juniors, obligado a atacar, cedió espacios que antes había regateado al máximo. Y Universidad Católica, con futbolistas que juegan bien, aprovechó ese territorio ahora un poco más despoblado para acercarse más de una vez al arco de Chávez con posibilidades de gol. Y tan bien, que al minuto del gol de Zampedri, le anularon un gol legítimo a Valencia, por un supuesto fuera de juego del artillero argentino que no era, como lo mostró la repetición. No hubo VAR, por lo que todo quedaba al criterio de los guardalíneas y, por cierto, del árbitro.
No sólo eso: al rato se lo perdió Cornejo, por no rematar cuando debió hacerlo, toda vez que había quedado solo.
Lo increíble e imperdonable fue la tontería que Puch se mandó a los 80. Con tarjeta amarilla por meterse en un tumulto, empujó luego a Florentín, ganándose absurdamente la roja y poniendo en peligro una victoria que, hasta allí, era tan justa como tranquila. Por suerte quedaba poco, pero en esos minutos finales Argentinos Juniors atacó como no lo había hecho en todo el partido, pero también con poca claridad y luces. Y cuando ganó un par de cabezazos, ahí estuvo la solvencia de Dituro para mantener la victoria y sumar tres puntos de oro.
PORMENORES
Partido por la cuarta fecha de Copa Libertadores, Grupo F.
Estadio: “Diego Armando Maradona”, de Buenos Aires.
Arbitro: Milton Sampaio, de Brasil.
ARGENTINOS JUNIORS (0): Chávez; Mac Allister, Torren, Quintana (79’ Herrera); Sandoval (79’ Cabrera), J. Gómez (79’ Villalba), Moyano, E. Gómez (87’ Sosa); Florentín; Avalos, Hauche.
U. CATOLICA (1): Dituro; Rebolledo, Fuentes (60’ Valencia), Huerta, Cornejo; Núñez (30’ Aued), Saavedra (61’ Silva), Leiva (61’ Gutiérrez); Fuenzalida (81’ Ampuero), Zampedri y Puch.
GOL: Zampedri, a los 74’ (UC).
Tarjetas amarillas: En Argentinos Juniors, Torren; en Universidad Católica, Fuentes, Silva, Núñez, Puch y Zampedri.
Tarjetas rojas: En Argentinos Juniors, Hauche, a los 29’, y en Universidad Católica Puch, por doble amarilla, a los 80’.
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