24 de abril 2024

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  • El “Cacique” superó merecidamente por 2-0 a Universidad Católica, pero el partido debió suspenderse por el protagonismo de los delincuentes, que también tienen tomado el fútbol. Gil y Villanueva, los autores de los goles albos.

Por Eduardo Bruna


Superados los vergonzosos incidentes provocados por los simios que nunca faltan, Colo Colo impuso sus términos en el partido final de la Supercopa, superando cabalmente a Universidad Católica por 2-0, en el Estadio Ester Roa Rebolledo, de Concepción.

Fue, sin lugar a dudas, una victoria merecida la del “Cacique”. Mostró siempre más ambición y deseos de ganar frente a un rival que fue bastante menos de lo que se esperaba.  Si alguien apunta a una sustancial diferencia entre las pretemporadas que hicieron uno y otro, realmente no va a estar muy descaminado. Mientras el equipo “cruzado” sostuvo encuentros amistosos y sin público frente a rivales de poca monta, Colo Colo enfrentó en Argentina a Fénix, Universidad de Chile, Boca Juniors y Estudiantes de La Plata.

Por ello, no fue sorpresa que, pasado un chaparrón inicial, en que Universidad Católica tuvo una aproximación de peligro ante el arco de Cortés, la mayor parte del tiempo fue Colo Colo quien mostró más cohesión y variedad de recursos para buscar el gol. Que se entienda bien: no es que el cuadro popular haya mostrado un gran nivel futbolístico, sólo que lo suyo era de todas formas superior al que alcanzó a mostrar Universidad Católica. Sin la armonía y fluidez acostumbrada, el equipo de Paulucci dejó concentradas sus posibilidades de gol prácticamente en los pelotazos cruzados que metían Fuenzalida por la derecha y Parot por la banda izquierda.

Valencia y Montes, ocupando las bandas, perdían más que ganaban frente a la marca áspera que imponían Suazo y Opazo, al paso que Zampedri, metido entre Falcón y Amor, que se turnaban para marcarlo, nunca pudo estar en posición de gol. Si a eso le sumamos el muy mal primer tiempo que hizo Felipe Gutiérrez, se entenderá mejor el por qué el mejor equipo chileno del año pasado, y además campeón, se vio tan poquita cosa en esta instancia, donde no se permiten este tipo de flaquezas.

Que Colo Colo haya hecho suya esta tercera Supercopa no significa que haya hecho un partido extraordinario. Algo le falta a este equipo, y Quinteros lo sabe, para alcanzar el nivel competitivo que garantice un buen papel tanto en el torneo local como en el plano internacional. Para decirlo pronto, de medio campo hacia arriba le falta ese “bueno para la pelota” que, eludiendo un rival, produzca el claro que significa superioridad numérica y terreno más despejado. Ese jugador, para el técnico popular, tiene nombre y apellido: Martín Rodríguez. Sólo que, de acuerdo a la realidad económica nacional, su legítimo deseo choca contra costos que son casi prohibitivos.

Si en la primera etapa Colo Colo se había mostrado superior, en la segunda acrecentó esa superioridad. Con la pelota en su poder, y siempre la tuvo más, tenía al menos más variantes que su opaco rival. Faltó el último toque, esa jugada que limpia el camino, pero ya por insistencia se veía que, si alguien estaba más cerca de abrir la cuenta, ese era el “Cacique”.

Ya el VAR habría privado a Colo Colo del tanto de la apertura, a cargo de Costa con un cabezazo cerca de la línea de fondo, tras un rebote. Pero ese gol anulado (bien anulado, por una posición de adelanto milimétrica), no hizo mella en el cuadro popular, que siguió cargando con mucha más ansias y continuidad. Lo que no estaba en los cálculos de nadie, sin embargo, era que el tanto albo llegara como producto de un grosero error del meta “cruzado” Pérez, que en vez de tirarla larga tras una serie de pases con sus centrales Ampuero y Huerta, por buscar la habilitación a un compañero la dejó en los pies de Gil, que con remate de derecha y rasante, aprovechó de maravillas el regalo.

Fue recién entonces que Universidad Católica mostró una actitud distinta. Viendo que el partido se le iba, atacó bastante más de lo que hasta ahí lo había hecho. Oportunidades claras no tuvo, pero al menos provocó en el área alba dos o tres sofocones que hasta allí no habían existido para Cortés y sus compañeros de zaga.

Se jugaba el primer minuto de descuento cuando Colo Colo aseguró el partido y la obtención de un trofeo que el año ante pasado había perdido frente a este mismo rival. El mérito mayor fue de Suazo, que fue a pelear una pelota aparentemente perdida sobre el lateral. Galani al parecer pensó lo mismo, porque no la defendió bien y permitió que el lateral albo se la robara. Cerca de la línea de fondo, Suazo vio que llegaba destapado Villanueva, ingresado por Gil sólo minutos antes, y el mérito del volante albo fue no acomodarse, sino darle de primera, poniéndola violentamente en un rincón bajo y tornando inútil el postrer manotazo de Pérez.

No se puede comentar este partido sin dejar de mencionar, desgraciadamente, la repetición de incidentes que se produjeron cuando se jugaba el minuto 34. A pito de nada, macacos de uno y otro bando se enfrascaron en una verdadera batalla campal, que obligó a la suspensión del partido y el ingreso de la fuerza pública.

Vergonzoso e indignante. Mientras esta lacra no se erradique definitivamente de los estadios, vamos a tener que seguir presenciando papelones como este. Son delincuentes, no hinchas, y ya es hora de que sean tratados como tales.

PORMENORES

Partido de definición de la Supercopa 2021.

Estadio: “Ester Roa Rebolledo”, de Concepción.

Público: 17 mil espectadores, aproximadamente.

Arbitro: José Cabero.

U. CATOLICA (0): Pérez; Fuenzalida, Ampuero, Huerta, Parot; Núñez, Galani, Gutiérrez; Valencia, Zampedri, Montes.

COLO COLO (0): Cortez; Opazo, Falcón, Amor, Suazo; Gil, Fuentes, Pavez, Costa;  Lucero y Solari.

GOLES: Gil a los 61’ y Villanueva a los 90+1’.

Tarjetas amarillas: en Universidad Católica, Galani, Parot, Gutiérrez, Montes y Zampedri; en Colo Colo, Falcón, Amor, Opazo y Solari.