24 de abril 2024

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  • El ex jugador del Feyenoord y compañero de Johan Cruyff en el Mundial de 1974 padecía demencia senil hace un año. Integrante de los míticos planteles subcampeones en los torneos de Alemania y Argentina, levantó la Copa de Europa en 1970 con el equipo de Rotterdam. A propósito de su partida, reflotamos este texto del periodista Luis Urrutia, ex redactor de nuestra revista, acerca de una selección holandesa que cambió los paradigmas futbolísticos.

Por El Ágora


Luego del fracaso de Chile en la Copa del Mundo Inglaterra 1966, el dirigente Juan Goñi se despachó con dos frases para el bronce. Una, dijo que la solución del fútbol chileno requería bencina y fósforo. Dos, que Rubén Marcos había sido el mejor futbolista nacional porque era de Osorno y allí había sido alimentado con leche y queso. Los ingeniosos ironizaron con que entonces Holanda debería ser campeón del mundo dada su producción de lácteos…

En esos años, la selección de los Países Bajos no pasaba de ocupar un lugar secundario en Europa. Ocho años después, le daba la razón a Goñi.

En el Mundial de Alemania Federal 1974, Holanda fue una revolución por su estilo de “fútbol total”. Bautizado como la Naranja Mecánica por el color de su camiseta y en alusión a la novela del británico Anthony Burgess llevada al cine por el estadounidense Stanley Kubrick, ese equipo fue forjado por Rinus Michels. El entrenador holandés había seguido toda la campaña de Brasil en México 1970, desde la sede de Guadalajara hasta la final en el Estadio Azteca, y llegó a la conclusión que la técnica del astro Pelé y compañía solo podía ser contrarrestada a través de la presión (pressing) en determinadas zonas de la cancha de dos o más jugadores contra uno del rival. Esto lo detalla Michels en un texto que tuve la pésima ocurrencia de prestarle a Juvenal Olmos, el flamante seleccionador chileno, en Juan Pinto Durán. Olmos no solamente no lo leyó, sino que lo extravió y en ese caso mal pudo devolver el libro…

El esquema de Holanda era un 4-3-3. En la defensa actuaban Wim Suurbier, Arie Haan, Wim Rijbergen y Ruud Krol. Rijbergen era el último zaguero y años más tarde dirigiría sin éxito a Universidad Católica. En el mediocampo jugaban Johann Neeskens, Win Jansen y Willem van Hanegem. Neeskens se movía de área a área, Jansen era volante de contención y el zurdo Van Hanegem sacrificaba su corte individual en función del colectivo. En el ataque, Johnny Rep, Johan Cruyff y Rob Rensenbrink. Rep actuaba en el ala derecha y era goleador, en tanto que Rensenbrink lo hacía en la izquierda. Cruyff fue el cerebro de la Naranja Mecánica, el futbolista más parecido a Alfredo di Stéfano, de quien imitaba su juego en toda la cancha. En el presente, cuando se halla de moda hablar del “falso 9” no está demás recordar que el transandino Adolfo Pedernera era “falso 9” hace más de 70 años, el argentino-hispano Di Stéfano hace 60, el inglés Bobby Charlton hace 50 y el holandés Cruyff hace 40 años.

Holanda sorprendió con el vértigo de su juego, la presión en el mediocampo y la velocidad para pasar al ataque. Cuando perdía el balón, no retrocedía y buscaba recuperarlo lo más lejos de su arco, corriendo riegos pero sin perder el equilibrio. El talón de Aquiles de la formación era el arquero Jan Jongbloed. Michels lo eligió en lugar de Piet Schrijvers porque Jongbloed jugaba mejor con los pies, pero su nivel entre los palos era inferior. La final de la Copa del Mundo 1974 significó la victoria de los especialistas por sobre quienes jugaban de todo: Alemania Federal contaba con un mejor portero (Sepp Maier), un mejor líbero (Franz Beckenbauer) y un mejor goleador (Gerd Müller).

La Naranja Mecánica trascendió en la historia, pese a que perdió dos definiciones en Mundiales: en Alemania Federal 1974 y en Argentina 1978, donde ya no contaba con Cruyff y en la banca estaba el austriaco Ernst Happel. En ambos casos le tocó medirse con las selecciones dueñas de casa y le habría bastado trocar a los arqueros, a Jongbloed con el alemán Maier y el argentino Ubaldo Fillol, para coronarse campeón.

Revisa el golazo de Wim Jansen jugando por el Feyenoord ante el Milan, el 26 noviembre de 1969: