Tras la investigación que indicó que «verosimilitud» por «actos de significación sexual» contra una menor de edad, el sacerdote Jesuita, Felipe Berríos, rompió el silencio e hizo sus descargos.
Berríos reconoció en entrevista con La Tercera que «ha sido duro» y que al enterarse de los resultados preliminares de la investigación, «Mi reacción fue la de cualquier persona a la que acusan de algo que no ha hecho: incredulidad, desazón, rabia».
El sacerdote además reconoce que en caso de un juicio prefiere «la justicia abierta de todos los chilenos donde poder defenderme. Esa sensación de injusticia, de tener una jurisprudencia distinta a la de todos los chilenos es lo que más duele».
Respecto a las denunciantes, señala «conozco solo a una de las cuatro».
Felipe Berríos indica que «lo indesmentible es que acá se montó una estrategia comunicacional» y argumenta recordando que» la propia abogada investigadora contratada por la Compañía de Jesús salió a desmentir varias de esas publicaciones».
En esa misma línea, explica que «hay un modus operandi muy claro de la Fundación para la Confianza, que se presta para un show mediático a través de su abogado, el señor (Juan Pablo) Hermosilla». El jesuita apunta a que la información fue revelada primero a la prensa y precisa que «la Fundación para la Confianza lleva adelante una causa loable y necesaria para contribuir a que no haya abuso infantil en Chile, causa que comparto en un mil por ciento. Sin embargo, es evidente que en el último tiempo sus prácticas y estándares no han sido los adecuados».
En su defensa, Felipe Berríos señala que «nunca me he aprovechado de mi condición de sacerdote y, como ya dije, tras conocer los relatos puedo afirmar que no he cometido los actos de supuesta significación sexual».
«¿Con qué se queda la gente? Con la parte del comunicado en la que se habla de ‘verosimilitud’, de ‘actos de significación sexual’ y de ‘siete’ denunciantes. Esas tres afirmaciones sepultaron la presunción de inocencia», sostiene Berríos.
Finalmente, en una mirada su grupo y también más panorámica, manifiesta que «los jesuitas, como toda la Iglesia, se sienten con ‘tejado de vidrio’ por los delitos cometidos por sacerdotes y religiosos y sus ocultamientos, que hacen que hoy actúen aterrados de que se les acuse de encubridores».
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