6 de noviembre 2024

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La figura excluyente del  1-1 en el debut de la Selección Chilena por el Grupo A de la Copa América fue, sin duda, Claudio Bravo. Pero de nada habrían servido sus notables atajadas de no haber contado con varios lugartenientes destacadísimos, como Medel, Pulgar y Vidal, más el esfuerzo del resto.

Por EDUARDO BRUNA

Frente a una Argentina claramente mejor que la que habíamos visto hace unos días en Santiago del Estero, por las Clasificatorias sudamericanas rumbo al Mundial de Qatar, La Roja nuevamente obtuvo una más que meritoria paridad en su debut en Copa América (1-1), subiendo también un poco su nivel en algo que veníamos fallando: el aspecto ofensivo. Porque es cierto que Argentina nos llegó mucho más, pero también el cuadro de Lasarte visitó mucho más el área trasandina que en el último confronte entre ambos equipos.

Terminada la primera etapa, era evidente que, más  allá del 0-1 con el que nos fuimos el descanso, la habíamos sacado barata. Mientras Argentina había contado con al menos tres oportunidades clarísimas de gol, en el que el protagonismo corrió por cuenta absoluto de un Bravo realmente colosal, el cuadro de Lasarte sólo había tenido una aproximación: un disparo de Meneses, a los 26 minutos, entrando destapado por la banda izquierda.

Pecábamos, una vez más, de una notoria anemia ofensiva, que nos llevaba a recordar épocas pasadas y que en algún momento de euforia creíamos superada. Volvíamos a ser un fútbol ordenado, pero absolutamente insulso. Como nos definió alguna vez Luis Cubilla, extraordinario delantero uruguayo que engalanó nuestro fútbol quemando sus últimos y brillantes cartuchos en nuestra competencia, defendiendo a Santiago Morning, “el fútbol chileno es muy bueno en el mediocampo, pero en ambas áreas suele oler muy mal”.

No cabe duda que, desde un buen tiempo a esta parte, en el aspecto defensivo mejoramos y bastante. Pero retirados ya jugadores como Caszely, Zamorano, Salas y el “Chupete” Suazo, más los mejores momentos de Eduardo Vargas, está claro que hemos carecido por completo de “punch”, de capacidad de definición. Somos como esos boxeadores que se plantan bien y no hacen el loco cuando son atacados, pero cuando a ellos les corresponde atacar no pasan de ser lo que en jerga boxeril se llama “maquiladores”. Aparte de llegar menos que su rival, carecen de absolutamente de contundencia.

Ese panorama se repetía una vez más en el Olímpico Nilton Santos, de Río de Janeiro. Con la pelota en los pies, éramos incapaces de prosperar y hacer daño. Mucho menos ante la ausencia de nuestro mejor jugador ofensivamente hablando: Alexis Sánchez. Ni siquiera la presencia de Vidal alcanzaba. Preocupado más de contener que de avanzar, los tres en punta que utilizó Lasarte, vale decir, Palacios, Vargas y Meneses, carecían de la potencia, velocidad y capacidad suificiente para arreglárselas por sí solos.

Palacios, por lo menos, la defendía algo más y de repente hasta se asociaba, pero Vargas repetía sus opacas últimas actuaciones y Meneses –esforzado y busquilla- no mostraba ni la velocidad ni la habilidad suficiente como para ganar un mano a mano por su banda para efectivamente hacer daño.

En desventaja y a juego perdido, La Roja, con el mismo contingente que parecía dejar conforme a Lasarte, afrontó la segunda etapa parando el equipo un poco más adelante y apretando más en el mediocampo. Y a poco de reanudado el segundo tiempo, una gran habilitación dejó en posición de remate a Vargas, sólo que éste, urgido por el defensor que se barría, tiró al cuerpo de Martínez. Fue, de cualquier forma, un aviso de que la ambición por algo más que una derrota honrosa había crecido. Al minuto, Tagliafico llevó justo para evitar que un remate de Vidal tuviera mejor destino. Y dos minutos después de esa incidencia, llegó el gol tras confusa jugada que necesitó del VAR para ser aclarada. El pito colombiano Wilmar Roldán, apelando a la tecnología, consideró que Vidal, yendo a la búsqueda de un rebote, había sido derribado dentro del área.

El propio Vidal se propuso convertir la falta en gol, pero su remate, al centro del arco, fue repelido por el meta Martínez, el balón dio en el travesaño y le quedó servido a Vargas, que en el área chica metió la cabeza para hacerla llegar a las mallas.

Un gol realmente de oro, dadas las circunstancias, la categoría del rival y el debut en el torneo de selecciones más antiguo del mundo. Sólo que, más allá del mérito que significaba estar allí, Vargas no mostró muchas cosas más como para justificar su inamovible titularidad. Perdió velocidad y ya no tiene esa explosión que le valió el apodo de “Turboman”. Hoy es presa fácil para cualquier defensa experimentada y veloz, como la argentina.

Fue notorio, además, que aparte del resultado, que ciertamente lo llenaba, Lasarte tomó sus precauciones: sacó a Vidal, que estaba con tarjeta amarilla y no jugaba desde marzo, y a un Vargas que, claramente, con el gol marcado ya estaba “hecho”. Y los que ingresaron dejaron sensaciones opuestas. Pinares, ciertamente, no está a la altura de Vidal, pero por otra parte la exclusión de Vargas nos permitió, por fin, observar al inglés-chileno Ben Brereton. Y el muchacho mostró cosas interesantes, como una zancada larga con espacios, ayudar defensivamente en el juego aéreo y hasta atreverse con un dribling efectivo en la en ese momento poblada zaga trasandina. No sólo eso: fue el único que, ante esos pelotazos que empezó a mandar Bravo para evitar el “pressing” de Argentina, ganó un par de pelotas aéreas.

Tuvo, en los últimos minutos, más ocasiones de anotar Argentina que La Roja, pero cuando los delanteros albicelestes no pudieron dar con el marco, ahí estuvo Bravo para ratificar que había sido la figura excluyente de la selección chilena, por encima de Medel, Pulgar y Aránguiz, otros que también habían estado a la altura de las exigencias, bien respaldados, además, por lo que hicieron Isla, Mena y el injustamente criticado Maripán, que a contar de este partido ya tiene para contarles a sus nietos que una vez, jugando una Copa América frente a Argentina, se sacó de encima a Messi en una baldosa.

Es de esperar que, de aquí en más, veamos a una Roja un poco más atrevida. Después de todo, y más allá del respeto que por cierto se merecen Uruguay, Paraguay y Bolivia, la primera valla pudo ser superada, y se supone que era la más alta de todas.

Se supone, decimos, porque en el fútbol nunca se sabe. Lo experimentamos dolorosamente frente a Bolivia, con un empate que tuvo claro sabor a derrota.

PORMENORES

Partido por la fase de grupos de la Copa América Brasil 2021.

Estadio: “Olímpico Nilton Santos”, de Río de Janeiro.

Arbitro: Wilmar Roldán, de Colombia.

CHILE (1): Bravo; Isla, Medel (84’ Roco), Maripán, Mena; Vidal (84’ Alarcón), Pulgar, Aránguiz; C. Palacios (77’ Pinares), Vargas (77’ Brereton), Meneses (90+2’ Galdames).

ARGENTINA (1): E. Martínez; Montiel (85’ Molina), Martínez Quarta, Ottamendi, Tagliafico; De Paul (80’ Correa), Paredes (67’ E. Palacios), Lo Celso (67’ Di María), Messi; L. Martínez  (80’ Agüero) y González.

GOLES. Para Argentina, Messi (tiro libre), a los 33’; para Chile, Vargas (cabezazo), a los  57’.

Tarjetas amarillas: En Chile, Isla, Pulgar y Vidal; en Argentina, Martinez Quarta y Lautaro Martínez.