27 de junio 2025

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  • Por Luis Aránguiz Kahn, doctorando en Política Social de la Universidad de Friburgo (Suiza) y licenciado en Letras Mención Lingüística y Literatura Hispánicas, Pontificia Universidad Católica de Chile

Días atrás, cuando el Presidente Boric daba su última cuenta pública, se produjo una escena ampliamente debatida en la prensa nacional: por una parte estaba él, reiterando su ya conocida posición contra Israel, en un contexto en que retiraba a los agregados militares de dicho país. Por otra parte, estaban las diputadas del Partido Social Cristiano (PSC) Francesca Muñoz y Sara Concha, levantando la bandera de Israel en señal de apoyo. Este episodio no es el primero ni será el último, sobre todo atendiendo al desarrollo de la situación en medio oriente.

Pero ¿por qué los evangélicos apoyan a Israel y qué implica eso para Chile? Ya se vuelve un lugar común oír a un amigo o un familiar evangélico expresar una postura de apoyo férreo. Los comentarios en redes sociales abundan y todo se vuelve aún más extraño cuando aparecen argumentos que dicen que no se puede ser cristiano y no apoyar a Israel. Un cristiano católico queda sorprendido (qué decir de un ortodoxo). Lo cierto es que esta postura enraíza en ideas teológicas de mediados del siglo XIX nacidas en contexto anglosajón. Tuvo su auge global con la creación del Estado de Israel en 1948, lo que se entendió como un cumplimiento profético de los últimos tiempos. Dicho estado adquirió, para este tipo de evangélico, un sello divino. Aunque esta postura no es aceptada ni por mucho en todos los sectores protestantes, en Chile se hizo fuerte durante el siglo XX y encontró terreno fértil en el sector evangélico mayoritario: los pentecostales. De ahí las banderas israelíes en las multitudinarias “Marchas para Jesús” o dentro de algunos templos pentecostales en las poblaciones. Por más evidente que levantar la bandera de un Estado sea un gesto político, en este caso se considera algo religioso. Además, en estos ambientes tampoco se suele distinguir entre el pueblo judío mencionado en los escritos bíblicos de la unidad política llamada Estado de Israel. Para ellos, se trata básicamente de lo mismo.

La legislatura actual cuenta con unos siete diputados evangélicos, de derechas en su mayoría, aunque no todos son enfáticos respecto a su religiosidad y no todos son pentecostales. Pero este sector, por ser el mayoritario de ese redondeado 15% que son los evangélicos hoy, es del que diputadas del PSC provienen y al que buscan movilizar. Desde luego, su apoyo a Israel difícilmente proceda de otra razón que la religiosa. No obstante, sería incorrecto pensar que ellas representan al mundo evangélico, como también que representan una única forma de tratar el asunto de Israel entre políticos evangélicos, aun dentro de las derechas.

Un caso de contraste es el diputado Stephan Schubert. Republicano, evangélico, y a favor de las relaciones chileno-israelíes, ha ido por un camino distinto a las acciones performáticas religiosas. Cuando el Partido Comunista sugirió romper relaciones con Israel o cuando el Pdte. retiró a los agregados militares, sostuvo que los conflictos bélicos relacionados a Israel son ajenos a Chile y que, por lo mismo, no deben importarse. Puso el acento en velar por los intereses nacionales y promover la buena convivencia entre los palestinos e israelíes residentes en Chile. Hace unas semanas, respecto a la situación de los DDHH en Gaza, twitteó que “las condiciones de guerra justa han sido incumplidas por Netanyahu”, distinguiendo así al gobernante del Estado.

Aunque desde el binarismo izquierda/derecha no sería difícil ignorar estos matices como algo de interés puramente religioso, lo cierto es que su relevancia se hace visible al momento de la conversación política. Y esto porque no es lo mismo discutir con quien piensa en los intereses del país, que con quien busca reivindicar una posición religiosa minoritaria. Sobre lo primero podrá haber diferencias, pero con los esfuerzos correspondientes se puede llegar a algún consenso. Lo segundo, en cambio, exige creer. Dado que los evangélicos están cada día buscando más participación política, es necesario atender a sus matices internos, porque no es lo mismo conversar con quien distingue religión y política, y con quien no lo hace.