7 de diciembre 2024

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Ya se ha hecho costumbre ver a Cristián Garin perder contra jugadores de más bajo ranking que el muy mentiroso que él ostenta entre los primeros 20 del mundo. Y esta derrota ante el norteamericano Tommy Paul (56 ATP) reitera esa poco sana costumbre.

Por SERGIO RIED de El Ágora.

No es normal en el tenis perder ante un jugador de ranking mucho más bajo, como tampoco lo es ver perder a un equipo de fútbol contra uno de mejor puntaje en la tabla. Pero cuando esto se repite semana tras semana durante un extendido periodo de tiempo, es que algo anda mal en ese jugador.

Esta vez en el importante Masters 1000 de Cincinnati, nuestra raqueta número uno cayó ante el norteamericano de New Jersey, radicado en Boca Ratón, Florida, Tommy Paul, de 24 años, quien exhibe como su mayor logro el haber sido campeón Jr. de Roland Garros en 2015. Lo demás se remite a algunos éxitos en Challengers.

Cuando Garin ganó el primer set 6-4 pensamos que los fantasmas de su última derrota en el Abierto de Canadá ante John Isner habían quedado atrás. Pero muy pronto esos pensamientos se empezaron a diluir al igual que el juego errático y sin metas claras de nuestro “tanque”.

Sendos quiebres de servicio, malas decisiones al subir a la malla y su criticado juego tan lejos de la línea de fondo, le costaron el set por 3-6. Con el marcador igualado a una manga por lado, Gago se puso 2-0 y ventaja en el tercero, para en un abrir y cerrar de ojos pasar a perder 2-3. Ahí se definió todo porque el norteamericano alentado bulliciosamente por docenas de chicos de la vecina Strayer University, tomo un segundo aire y se alzó con el 6-4 final, sellado con un juego en blanco con su saque.

Raya para la suma, Garín no cambia. Sigue con el bajo porcentaje de primeros servicios, sigue jugando pegado a la lona de fondo, sigue con ese lenguaje corporal negativo y lo más grave, sigue sin entender el juego.

Para colmo, su equipo técnico encabezado por el argentino Franco Davin no hace nada por corregirlo. O Garin es incapaz de entenderlo.