- La Católica y la U brindaron un partido mediocre, con emociones restringidas a un tiro de Zampedri en el poste y un gol increíble perdido por Aránguiz, y que nunca reflejó en el juego los 11 puntos de distancia en la tabla.
Por DANIEL PÉREZ PAVEZ
Es cierto que la Navidad es territorio eterno de la fantasía y que hasta los mayores anhelos infantiles pueden cristalizar al filo de la Nochebuena. Sin embargo, nadie podría pedirle al Viejo Pascuero que -en estos tiempos de pandemia y padecimientos colectivos-, nos regale un Clásico brillante o ajeno al contexto de un campeonato mediocre. Por más que a menudo la prensa deportiva desvaríe con una Católica que supuestamente podía ser campeón de la Copa Sudamericana o una Universidad de Chile que se va a reconstruir futbolísticamente apenas un mes después de cambiar al entrenador.
Podemos soñar, es claro, pero nunca tanto. Y el Clásico universitario de este año tan desgraciado fue simplemente un reflejo de la realidad del torneo local, con limitaciones y problemas propios, donde cada vez escasean más los partidazos de la época más romantica y memorable.
Con 11 puntos de distancia en la tabla, donde Católica campea con serias pretensionesd e ser tricampeón, en la cancha no se notó ese abirmo en el juego ni en las ambiciones de cada uno. En un partido parejo, con predominio de Católica en el primer tiempo, la U terminó frisando una victoria que se esfumó en los pies de su último refuerzo colombiano.
En ese contexto de realismo doloroso, Católica pudo abrir la cuenta a los 16′ del primer tiempo tras un remate del goleador Zampedri en el poste izquierdo del arco de De Paul, y habría justificado con esa ventaja su predominio sobre un rival expuesto defensivamente por los laterales. Y es que cada vez que Fuenzalida se proyectó por la derecha generó apertura por la zona cubierta -en teoría- por Beausejour, y cada vez que Beausejour quedó anclado a su lentitud en campo ajeno tras un ataque azul, Fuenzalida supo meter un pelotazo a las espaldas del zaguero para capitalizar la ventaja evidente en esa zona.
Sin embargo, el segundo tiempo mostró una U mejor dispuesta colectivamente y un par de ajustes cantados -por ejemplo, el ingreso del venezolano Del Pino como lateral zurdo y de Martínez por el agotado Montillo- le dieron un funcionamiento más agresivo para aventurarse en ataque. El símbolo tangible de ello fue la jugada de los 76′, cuando Reinaldo Lenis aceleró hasta el área y en vez de resolver por su cuenta prefirió tocar hacia la derecha para un irresoluto Aránguiz, quien definió mal frente al achique del portero Dituro. Era el gol de la victoria, por cierto, y acaso el premio desmedido a tanto equilibrio en un clásico mediocre y exento de tantas emociones.
El punto les sirve a ambos, en rigor, porque Católica se mantiene arriba sin zozobras mientras el covid destroza a su principal rival (La Calera), y la U suma su cuarto empate en el ciclo Dudamel como señal de que va logrando solidez defensiva y de que sigue vigente aquel viejo axioma del que ya eran devotos en los tiempos del Zorro Alamos: cuando no se puede ganar, siempre es bueno no perder…
PORMENORES
Campeonato Nacional.
Fecha 22.
Estadio Nacional.
Árbitro: Roberto Tobar.
Universidad de Chile 0: Fernando De Paul; Matías Rodríguez, Osvaldo González, Luis Casanova, Jean Beausejour (57′ Luis del Pino Mago); Gonzalo Espinoza, Fernando Cornejo (57′ Camilo Moya), Pablo Aránguiz, Walter Montillo (76′ Jimmy Martínez); Joaquín Larrivey (88′ Ángelo Henríquez), Reinaldo Lenis
DT: Rafael Dudamel.
Universidad Católica 0: Matías Dituro; José Pedro Fuenzalida, Juan Fuentes, Valber Huerta, Raimundo Rebolledo (90′ Alfonso Parot); Ignacio Saavedra, Luciano Aued, Diego Buonanotte; Gastón Lezcano, Fernando Zampedri, Edson Puch (90′ Diego Valencia)
DT: Ariel Holan.
Goles: no hubo.
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