6 de diciembre 2024

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La reflexión asoma porque parece hasta injusto que los medios nacionales hoy no pongan más atención al que es puntero del Torneo Nacional a poco de cerrarse la primera rueda.

Por SERGIO GILBERT J. de El Ágora.

No es extraño que la atención mediática se concentre siempre en los equipos grandes. Es una constante que se repite no solo en Chile sino que todo el mundo. En España y en otros países de Europa, por ejemplo, existen de hecho diarios, páginas web y programas de TV y digitales que no solo son extremadamente diferenciadores, sino que, derechamente, partidistas y excluyentes.

En Chile no se ha llegado aún a tanto porque sin duda el mercado es más pequeño y la sectorización se ve todavía como algo impropio (al menos, reconocerlo). Sin embargo, es un hecho que los medios locales -de información variada e incluso los que se autodenominan “de nicho”- privilegian las noticias, informaciones, rumores y mentirillas asociadas a los denominados tres “grandes” del fútbol chileno: Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica (en ese orden, prioritariamente).

El resto, casi no existe. O solo asoman la cabeza en los medios si es que logran algo que está fuera de toda norma porque, como dice el viejo dicho periodístico, “que un perro muerda a un hombre no es noticia, pero que un hombre muerda a un perro, sí lo es”.

La reflexión asoma porque parece hasta injusto que los medios nacionales hoy no pongan más atención al que es puntero del Torneo Nacional a poco de cerrarse la primera rueda: Unión La Calera.

Claro, se puede argumentar que el equipo cementero “no ha ganado nada todavía” y que entreverado en una lucha donde están hoy también los “grandes” es probable (y deseable para algunos) que finalmente el equipo de la Quinta Región sucumba y solo quede como un “buen competidor”.

Pero es injusto que sea así. Porque lo de Unión La Calera no es una racha. Tampoco un “veranito de San Juan” porque ya hace tres años que los cementeros están peleando en la parte alta de la tabla y con un modelo de negocios muy particular: el de la renovación constante de jugadores. Una especie de carrusel donde en cada vuelta desaparecen y aparecen nuevos nombres sobre el caballito del tiovivo…

¿Buena estrategia de desarrollo?

Depende. Y ahí surge un tema digno de ser analizado en los medios.

Para el hincha calerano, el de verdad, el que ha estado toda la vida sufriendo con los colores de su equipo, el que ha vivido campañas horribles en el Ascenso y salvadas de última hora por no descender, el que alguna vez vibró por tener jugadores de la talla de Elías, Figueroa, Osvaldo “Pata Bendita” Castro, Juan Carlos Vera y Marco Antonio Figueroa, entre otros cracks, hoy las cosas no se hacen con respeto a la tradición. Los dueños-representantes argentinos que están al mando hasta la insignia del club la echaron al tacho de la basura argumentando que “todo tiene una explicación si de negocios se trata”, lo que puede ser traducido, en realidad, como la transformación de un club familiar en una empresa fría e impersonal.

Pero también hay quienes piensan que lo que vive hoy Unión La Calera es la mejor versión de sí mismo. Porque ven un equipo que juega en una cancha linda y sintética (“donada” por el Estado, como se estila en Chile) donde nadie va a “pasear” a los locales, y un equipo con figuras que, a nivel nacional, muchos -incluso los “grandes”- querrían en sus planteles. Es decir, una realidad inimaginable en los tiempos que Unión La Calera era encabezado por dirigentes de la “talla” de Sergio Jadue.

Entonces, ¿finalmente es buena o mala la transformación evidente que ha vivido Unión La Calera en los últimos años? Dicho de otra manera: El modelo de gestión actual que ha favorecido el progreso competitivo en los últimos años ¿se ha impuesto al viejo romanticismo?

Debate para los caleranos. Para todos, en verdad. De repente, es bueno hablar de los que nunca se habla…