23 de abril 2024

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  • En tiempos de estallido social, pandemia y pellejerías, Cecilia Pérez se hizo construir una oficina a todo pasto al interior del Estadio Nacional, con un costo de $ 94 millones. Para ella no corrió el recorte de Presupuesto que hizo Hacienda a su cartera con miras al 2021. ¿Qué necesidad había de este gasto si tenía oficinas en las dependencias de Fidel Oteíza?

Por Eduardo Bruna. Revista El Agora 


Tiempo atrás, la ministra del Deporte, Cecilia Pérez, en entrevista con “La Tercera” señaló, entre otras cosas, que “algo en lo que se debe avanzar en el mundo federado es entender que los recursos públicos que hay para el deporte… son recursos de todos los chilenos… Estamos prontos a presentar una ley de integridad y probidad en el deporte, que apunta a que los recursos públicos sean bien ocupados”.

La pregunta que hay que hacerle hoy a la ministra es en qué quedó la anunciada ley y si, al mandarse a construir una oficina a todo trapo, al interior del Estadio Nacional, ella piensa que los recursos públicos para el deporte en este caso fueron bien utilizados.

Y es que, no conforme con haber operado prácticamente desde su polémico nombramiento al interior del principal recinto deportivo del país, porque al parecer su oficina de Fidel Oteíza no estaba a su altura, a fines del año pasado, en plena pandemia y cuando ya se avizoraba un fuerte recorte presupuestario para varios ministerios, entre ellos naturalmente el suyo, ordenó construir una lujosa oficina a un costo de $ 94 millones.

Digamos que a este ministerio, en vista de las vacas flacas que se venían por la pandemia y los coletazos del estallido, se le recortaron $ 1.461.875.000 del presupuesto 2021, aparte de otros cien millones del Deporte de Alto Rendimiento y otros 52 del Fondo para el Fomento Deportivo.

Según fuentes al interior del ministerio, la oficina de marras tiene de todo, pero nada que no haya tenido la oficina que en su momento ocuparon Natalia Riffo, ministra del Deporte de Bachelet II, Pablo Squella y Pauline Kantor, dueña de la cartera con Piñera II, pero que sin hacerle mal a nadie (ni bien tampoco), tuvo que dejar el cargo para que Cecilia Pérez agarrara una peguita fácil y, por cierto, muy bien pagada tras dejar la vocería.

Que la ministra sea un soberano cacho, entre otras cosas porque de deporte sabe tanto como el gañán de Cristiancito Barra de recursos hídricos, a nadie parece importarle demasiado. Que en su vida jamás pudiera evidenciar su talento en el juego del luche o en del pillarse, ¿a quién podría inquietarlo, cuando Bachelet sostuvo durante tres años a una inepta y omisa sin remedio -como Natalia Riffo- sencillamente porque había que respetar los cuoteos políticos del sector en ese momento gobernante?

Se sabe que, al interior del Ministerio y del IND, Cecilia Pérez no cuenta con muchas simpatías entre los funcionarios, subordinados de los cuales partió por aislarse. Y entre las Federaciones tampoco.

De partida, un presidente de Federación nos confidenció que “a fines del año pasado, la ministra tuvo una grosera intervención a favor de la reelección de Miguel Angel Mujica como presidente del Comité Olímpico de Chile hasta el 2024, en detrimento de la lista de oposición, que encabezaba Jorge Pino, presidente de la Federación de Voleibol. Cuando supo que esta candidatura sumaba adherentes, llamó uno por uno a los presidentes de federaciones señalándoles que, si no reelegían a Mujica, los dineros que el Estado les entrega para su funcionamiento quizás cuándo podrían estar disponibles”.

El personero, que solicitó anonimato, “porque sigo presidiendo una federación y no quiero sufrir represalias”, agregó que “la nominación de esta señora ha sido una vergüenza. Con ligeras excepciones, en la cabeza del organismo estatal del deporte siempre se puso allí a gente que conocía el medio o que en su momento habían sido deportistas. Pero esta señora, que no le ha ganado a nadie, en su vida ni siquiera ha jugado con tierra”.

Cecilia Pérez, a estas alturas no cabe duda, debe ser muy regalona del inepto Presidente como para haber sido puesta en ese cargo sin tener ni la más mínima competencia. Debe ser muy querida por el todavía habitante de La Moneda como para que se mande a construir al interior del Estadio Nacional una oficina a todo pasto absolutamente superflua e innecesaria.

Debe tener, además, muchos santos en la corte al interior de Palacio como para, meses atrás, protagonizar un tremendo papelón, involucrando además al gobierno de morondanga que tenemos, y sin que, como se dice popularmente, “le saliera ni por curada”.

Porque deben recordar todos ustedes, muchachos, cuando con gran fanfarria y despliegue mediático la señora Pérez, más Julito Isamit, ministro de Bienes Nacionales, le “donaron” generosamente al fútbol un paño de terrenos en los faldeos del Cerro Chena, en San Bernardo, con el fin de que la Federación Chilena de Fútbol (o a la ANFP, porque a estas alturas da lo mismo), levantara allí el nuevo complejo deportivo “Juan Pinto Durán” para la Roja y el resto de las selecciones nacionales.

¿Qué pasó? Que al timonel del fútbol Pablo Milad todavía no se le pasaba la emoción de ese magno momento cuando el Ejército aclaró que esos terrenos le pertenecían y que no estaba en sus planes entregarlos bajo ningún punto de vista, ni siquiera en comodato.

Fin del show ordinario y rasca. La prensa oficialista y genuflexa, es decir, casi toda, decidió tragarse el sapo y simplemente echarle tierra al asunto, de modo que no siguieran levantándose más olitas.

Nunca nadie más preguntó qué había pasado. A nadie se le ocurrió consultar si la Pérez e Isamit se habían arrancado olímpicamente con los tarros cediendo ese terreno. O si, por el contrario, con tal de que llegara la prensa y la tele, el inepto de La Moneda, que se mueve casi siempre de acuerdo al aplausómetro o a los grandes intereses, había dado su visto bueno para este sainete.