13 de mayo 2024

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Ya lo venía advirtiendo hace un tiempo la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés), quien alertó de una dura crisis alimentaria a nivel global y llamó a tomar medidas al respecto.

En tanto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) redujo su pronóstico de crecimiento económico global para este año de 4,5% a 3%. Y el próximo año esto continuará a la baja donde el crecimiento global será de solo 2,75%.

La economista jefa de la OCDE, Laurence Boone, advierte que «existiría un riesgo agudo, no sólo de crisis económicas en algunos países, sino también de desastres humanitarios, con un fuerte aumento de la pobreza y el hambre».

Una seria advertencia que encuentra ecos en Chile. En esta misma línea, la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) manifestó la necesidad de generar una suerte de protección territorial en la Araucanía por su importancia para la producción de trigo y ante ello han creado una Comisión de Seguridad y Soberanía Alimentaria.

De acuerdo a lo señalado por el académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Talca, Rodrigo Sáenz, el consumo anual de trigo en nuestro país llega hoy a los 140 kilos per cápita. Cerca de la mitad de esta cantidad que se consume se produce en Chile, mientras que la otra mitad se importa principalmente desde Canadá, Estados Unidos y Argentina. Por todo ello es que la presión externa sobre el precio del trigo ha dirigido las miradas a lo que se considera el granero del país, las regiones del Biobío y la Araucanía.

«La región de la Araucanía ha sido tradicionalmente el granero de Chile. Si queremos aumentar nuestra seguridad alimentaria y depender menos del trigo importado, obviamente que una escalada en el conflicto que se vive hoy en la Araucanía no ayuda» manifestó el académico.

«El conflicto que se vive en la macrozona sur ha generado un fuerte desincentivo a la inversión agrícola y un significativo aumento en los costos de producción debido, entre otras cosas, a la escasez de mano de obra por la falta de seguridad. Es claro que una escalada de la violencia en la macrozona sur podría hacer disminuir la producción nacional de trigo y aumentar nuestra dependencia del trigo importado.

Por su parte, el ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela aseguró que el programa de gobierno se adelantó a este escenario y respondió, en entrevista exclusiva con Veritas Capitur, que los datos de su administración son más optimistas que los de la SNA.

«Datos duros: logramos un crédito que se llama “Siembra por Chile” con el BancoEstado, que era el antiguo crédito agrícola. El año pasado a esta fecha habían 600 créditos y ahora van 1200. Sabemos de la siembra de trigo muy activa que se está haciendo en zonas que habían dejado de producir: La zona costera del Maule y O’Higgins, junto a toda la zona sur de la región de Ñuble y la provincia del Biobío».

A lo anterior, hace referencia a que «el ex ministro de Hacienda del gobierno de Piñera, Felipe Larraín, cree que la agricultura va a crecer entre 3% y 5% el próximo año».

El diputado Carlos Bianchi, quien integra la Comisión de Hacienda en la Cámara baja, aseguró que la situación alimentaria tiene relación con la discusión respecto al Estado de Excepción para la denominada Macrozona Sur y que el gobierno debe considerar una política para asegurar el abastecimiento para el país.

Ante este escenario, ¿Qué alternativas tienen los chilenos? José Luis Ruiz, académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile señala que «esto coloca un desafío importante para el gobierno porque gran parte de una mayor recaudación que necesita para el financiamiento de sus políticas sociales provienen del crecimiento económico», el que como ha señalado la OCDE, el Banco Mundial y otras instancias internacionales junto al Banco Central de Chile, sus proyecciones de crecimiento han sido reajustadas a la baja, con una posible escenario de recesión económica.

En ese sentido, esto vislumbra que no hay un buen panorama económico, según el académico de la Universidad de Chile. «Es clave, en este contexto, tratar de variar el consumo. Cuesta, porque hay cierta habitualidad. Y por lo tanto, elementos claves son tratar de controlar el gasto, tratar de no endeudarse, sobre todo porque la economía chilena no se ve que vaya a tener un crecimiento».

«El gobierno no va a disponer de todos los recursos que quisiera. En ese sentido, la población debería esperar, de alguna manera, menos espacios para ayudas gubernamentales» concluyó el especialista.