26 de abril 2024

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  • Dejando de lado todo antecedente histórico -que solo sirve como argumento para encender charlas odiosas entre los hinchas- la proyección más relevante debería ser una sola: la futbolística.

Por Sergio Gilbert J.


Como no pasaba desde hace años, este fin de semana se vivirá un choque atractivo entre dos de los llamados equipos grandes en el marco del torneo nacional. Colo Colo recibirá a Universidad Católica en el estadio Monumental con el evidente morbo de ser éste un duelo entre el actual puntero y su escolta.

Se prevé , por cierto, una disputa atractiva porque incluso más allá de los números y las estadísticas que transparentan virtudes, se trata de dos equipos con propuestas definidas, compromisos colectivos bien marcados e individualidades que puede definir resultados.

¿Será el encuentro que decidirá el título 2021?

No necesariamente. Luego de este enfrentamiento entre albos y cruzados aún quedarán seis fechas por disputar y la evidente estrechez de puntaje que habrá entre los candidatos hace imposible augurar con certeza el resultado final de esta carrera.

Pero claro, el duelo entre Colo Colo y la UC será un partido esencial que, ciertamente, marcará una tendencia.

La pregunta típica y hasta fastidiosa que hacemos en los medios es cuál de los dos equipos llega como “favorito” a este encuentro. Algo que es absurdo de sentenciar porque todo depende de qué lado de la vereda se intenta analizar.

Dejando de lado todo antecedente histórico -que solo sirve como argumento para encender charlas odiosas entre los hinchas- la proyección más relevante debería ser una sola: la futbolística. Es decir, qué tiene de bueno y malo uno y otro -desde el punto de vista de la observación y análisis subjetivo- como para exponer en una lucha como la que se librará en el Monumental.

Desde esa perspectiva, Colo Colo aparece hoy como más hecho como equipo. El entrenador Gustavo Quinteros ha logrado darle a los albos una fisonomía de juego, un sello reconocible que evidentemente ha logrado traspasar a sus dirigidos.

Los albos saben a qué juegan y cuáles son las formas de desarrollar la idea matriz. No se desespera (salvo si en el tramo final no logra cuajar el resultado), maneja los tiempos y tiene una capacidad alta para definir en qué zona se juega el partido e incluso a qué ritmo. No depende de un solo jugador para definir. En algún momento puede ser Morales, en otro Bolados o Solari, e incluso Costa el que abra el partido a su favor. Todos se sienten importantes.

La contra de Colo Colo es que de repente se abre mucho a la opción de que el rival lo encare en su propio sector y que, con ello, lo dañe. Los zagueros saben que juegan al riesgo y si bien tienen colaboración constante de los volantes, en más de una ocasión han quedado con espacios muy grandes para cubrir lo que se ha traducido en goles en contra e incluso en derrotas (como lo acontecido ante Cobresal y Ñublense).

La Católica, por su lado, es una vitrina notable, un escaparate de grandes individualidades. No tiene aún un perfil colectivo ni una propuesta tan sólida como la colocolina (aunque eso se ha ido desarrollando desde que asumió el DT Paulucci) pero a diferencia de lo que muestran sus rivales de este domingo, posee una variedad de jugadores claves, decisivos, que por sí solos pueden enrielar un partido a su favor.

Zampedri -absuelto por el Tribunal de Disciplina de la ANFP-, Valencia y Puch son definidores de fuste. Gutiérrez, Fuenzalida, Núñez y Buonanotte aparecen de repente como grandes salvadores ofensivos. Pérez es un arquero que ha demostrado que sabe ganar partidos…

Lo deficiente de la UC está atrás, en el tramado defensivo. No es, como bloque, rápido ni tampoco eficaz en el mano a mano. A los laterales se les puede ganar en las espaldas y los centrales son fuertes pero poco dúctiles cuando les cambian el ritmo.

Ello, junto a todo lo expuesto, claro, es una simple proyección. La verdad, como siempre, estará en la cancha, como decían los antiguos relatores.