El féretro de Benedicto XVI es trasladado desde la plaza de San Pedro a las Grutas Vaticanas para ser sepultado en la tumba de Juan Pablo II.
12 “sediarios” llevaron el ataúd. Antes de entrar en la basílica, el Papa Francisco que presidió el funeral se detuvo de pie algunos minutos delante del féretro y puso su mano sobre él.
En la ceremonia, alrededor de 130 cardenales, entregaron su saludo final en la basílica, momento en que sonaron las campanas de San Pedro.
Fieles del Papa emérito desplegaron una pancarta donde señalaban “Santo Súbito” (Santo ya), solicitud que también se presentó durante el funeral de Juan Pablo II.
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