26 de abril 2024

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El 3-1 que favoreció a los albos resultó escaso premio para su amplia diferencia de sistema, individualidades y aciertos. Sólo entre Morales y Costa pudieron llegar fácilmente a la media docena de goles.

Por JULIO SALVIAT

En las grandes batallas futbolísticas, los que deciden los duelos son los avezados y los genios.  En el campeonato chileno no hay de estos últimos, pero sobran los veteranos. Y en ellos tenían que confiar en este clásico que cumplía su 190ª versión y que tenía como ingrediente extra la incógnita acerca de si Universidad de Chile vería por fin interrumpida la ya veterana paternidad de Colo Colo.

Si alguien pregunta en quiénes se puede confiar en la U, tres nombres surgen de inmediato: el arquero Fernando De Paul, el central Ramón Arias y el goleador Joaquín Larrivey. Y no lo van a creer: fueron los peores del partido. En cambio, los confiables de la tienda popular cumplieron una labor impecable: Maximiliano Falcón y Emiliano Amor, sus dos centrales, más el volante César Fuentes y el mediapunta Gabriel Costa se agregaron al joven Pablo Solari como los mejores del encuentro.

De ahí parte la gran diferencia en un partido que nunca tuvo suspenso: a los 5’ ya estaba en ventaja Colo Colo y a los 11’ ya lo tenía prácticamente en el bolsillo. Esa diferencia en el rendimiento de los que tenían que sacar la cara y ponerles el pecho a las balas resultó decisiva para que el duelo transitara por los terrenos que le convenían a Colo Colo y para que se insinuara permanentemente una goleada abrumadora, hasta histórica. Con puntería más afinada, entre Costa e Iván Morales pudieron hacer cinco goles más, pero ambos desperdiciaron ocasiones claras, y desde posiciones muy favorables, exclusivamente por su falta de técnica para rematar.

En los dos goles hubo una dosis de fortuna para Colo Colo: en el primero, el árbitro dejó seguir el juego a pesar de una falta violenta contra Gil, y de esa maniobra salió un pase profundo de Solari para Gabriel Suazo. El lateral quiso hacer un control dirigido y le salió un pase que Marcos Bolados empalmó con toque exquisito. En el segundo, un córner desde la izquierda fue rechazado defectuosamente por la defensa de la U y el balón le cayó a Solari cerca del semicírculo. El argentino hizo un centro pasado (ahí falló De Paul) y el cabezazo de Costa hizo que la pelota diera en el vertical y de ahí se estrellara en el taco del uruguayo Arias para que se produjera el autogol.

Hubo otros factores, desde luego. Fue abismal la diferencia de velocidad en el juego. Cuando la U ponía la segunda marcha, Colo Colo ya iba en la cuarta. La claridad de Leonardo Gil para aprovechar los amplios espacios que dejaba la retaguardia azul no tuvo parangón en el rival. El colorín entendió pronto que andaban muy perdidos Leonardo Espinoza, Camilo Moya y Mario Sandoval, los encargados de resguardar a los cuatro de la última línea. Y que entre los centrales azules había un forado inmenso, especialmente por la lentitud e imprecisión de Arias.

Tenían más la pelota los azules, pero no sabían qué hacer con ella. Sus acomodos en el mediocampo eran eternos y cuando decidían profundizar no había grietas en la defensa blanca. Sólo Franco Lobos ganaba sus duelos individuales, mientras Pablo Aránguiz se caía en cada disputa y Joaquín Larrivey deambulaba como un “walking dead” sin que nadie lo habilitara. No es exageración decir que en el primer tiempo, el argentino goleador sólo tocó una vez la pelota y fue cerca de la mitad de la cancha: Sandoval le dio un pase desmedido y la pelota le rebotó en las canillas.

Algo mejoró la U con los cambios después de su prolongado descanso en el intermedio (tardó unos cinco minutos en reanudar el juego, y seguramente le caerá una multa). Marcelo Cañete reemplazó al alterado Camilo Moya y se mostró más ganoso que nunca. Por primera vez en el partido hubo acción en las cercanías de Bryan Cortés, que se vio exigido por un remate rasante de Gonzalo Espinoza y que por un segundo se adelantó a Larrivey, que se aprestaba a convertir.

Cuando parecía que algo podía cambiar en el partido, un “hachazo” de Sandoval a Óscar Opazo provocó un amago de mocha general y la expulsión (VAR mediante) del volante azul. Los nuevos aires que le dieron al equipo local los ingresos de Junior Fernandes y Nahuel Luján fueron insuficientes: apretó un poco más Colo Colo y llegó la tercera conquista, gestada por Opazo y concretada por Ignacio Jara, que había entrado minutos antes.

Nada más se podía esperar, pero Cañete provocó griterío en las graderías con su esforzado descuento: sirvió un rito libre en línea recta, la pelota dio en la barrera y ´3l mismo la conectó para meterla por un rincón bajo.

Ya hacía frío en Rancagua cuando Roberto Tobar pitó el silbato final y ya se podía hacer el balance: Colo Colo le sacaba cinco puntos de luz a su perseguidor más cercano y diez a su adversario más enconado. En la tribuna. Leonel Sánchez y Sergio Navarro, estandartes del Ballet Azul, casi lloraban recordando los viejos tiempos.

PORMENORES

CANCHA: Estadio El Teniente, de Rancagua.

ÁRBITRO: Roberto Tobar.

U. DE CHILE (1): Fernando De Paul; Yonathan Andía, Osvaldo González, Ramón Arias, Marcelo Morales; Gonzalo Espinoza (70’, Sebastián Galani), Camilo Moya (46’, Marcelo Cañete), Mario Sandoval, Pablo Aránguiz (60’, Junior Fernandes); Franco Lobos (70’, Nahuel Luján) y Joaquín Larrivey. DT: Esteban Valencia,

COLO COLO (3): Bryan Cortés; Óscar Opazo, Maximiliano Falcón, Emiliano Amor, Gabriel Suazo;  Leonardo Gil, César Fuentes, Gabriel Costa (68’, Vicente Pizarro), Pablo Solari (79’, Ignacio Jara); Iván Morales (86’, Javier Parraguez) y Marcos Bolados (68’, Joan Cruz). DT: Gustavo Quinteros.

GOLES: 5’, Bolados (CC); 11’, Arias, autogol (CC); 84’, Jara (CC); 86, Cañete (U).

AMONESTADOS: Moya (U); Cortés, Costa, Opazo y Amor (CC).

EXPULSADO: 60’, Sandoval (U).